la herencia de un gobierno manchado por la corrupción y el narcotráfico

En el escenario político uruguayo, la figura de Álvaro Delgado, actual candidato del Partido Nacional, se erige como la continuidad de un gobierno marcado por escándalos y sombras.

NOTA: Andrés Silva, Diario la Humanidad

Montevideo Uruguay

Más allá de su discurso sobre gestión y transparencia, Álvaro Delgado no puede desligarse de las controversias que han caracterizado a la administración de Luis Lacalle Pou en los últimos cinco años.

Desde su rol como Secretario de la Presidencia, Delgado no solo fue una figura clave en la toma de decisiones, sino también un actor omnipresente en los pasillos del poder. Esto lo convierte, inevitablemente, en responsable, al menos en parte, de los hechos que han empañado al actual gobierno, casos de corrupción, vínculos con el narcotráfico, pedofilia y negligencias graves en la administración pública.

El precio del silencio en las crisis de corrupción

El gobierno de Lacalle Pou se ha enfrentado a varios episodios de corrupción, desde la cuestionada gestión de contratos públicos hasta la implicación de figuras cercanas al poder en maniobras irregulares. Álvaro Delgado, pese a su cercanía con el núcleo de decisiones, optó por un discurso evasivo en cada crisis. Su capacidad para gestionar las narrativas mediáticas y desviar la atención hacia los “logros” de gestión es innegable, pero ¿a qué costo?

La trama de corrupción más emblemática es la vinculada a Alejandro Astesiano, exjefe de la custodia presidencial, involucrado en una red de falsificación de pasaportes, espionaje y vínculos con el crimen organizado. La cercanía de Astesiano con el entorno presidencial dejó en evidencia fallas graves en los mecanismos de control del Estado, ya que muchos de estos hechos fueron dirigidos desde el piso cuatro de la torre ejecutiva, llegando a realizarse incluso reuniones con los involucrados en estas tramas.

Aunque no podemos afirmar que Delgado no estuvo directamente implicado, su rol estratégico como brazo derecho de Lacalle Pou lo coloca como parte del aparato que permitió que estas irregularidades ocurrieran bajo la alfombra del poder. Incluso durante el proceso de juicio en contra de Astesiano, el nombre de Álvaro Delgado estuvo arriba de la mesa, cuando el   exjefe de la seguridad del presidente Astesiano dijo que Delgado mentía ya que estaba en pleno conocimiento de la llegada de los Rusos y que la propia secretaria de Delgado fue quien hizo todos los trámites para la llegada de los involucrados.

El propio Astesiano dijo que a partir del momento de hacer esas denuncias  las condiciones de reclusión en la prisión se pusieron tensas.

En el próximo vídeo podrán escuchar dichas denuncias.

Narcotráfico: un enemigo interno con raíces profundas

Uno de los mayores golpes a la autoridad del gobierno nacionalista ha sido la expansión del narcotráfico en el país. Durante este período, Uruguay ha sido testigo de un incremento alarmante en la violencia vinculada al tráfico de drogas, desde ajustes de cuentas hasta el crecimiento de organizaciones criminales que operan con una impunidad preocupante.

El acceso a información clave que maneja un Secretario de Presidencia como Delgado debía servir para diseñar estrategias más efectivas de lucha contra este flagelo. Sin embargo, su gestión estuvo más centrada en mantener el discurso de que “todo está bajo control” que en abordar con contundencia los problemas estructurales de seguridad y justicia.

El candidato que representa la continuidad

Álvaro Delgado durante esta campaña ha querido construir su imagen como un político operativo y eficiente, como un gran manejador de crisis, pero su candidatura encarna un modelo de gobierno que priorizó la protección de los intereses del poder por sobre el bienestar de la ciudadanía. Si bien su campaña busca desmarcarse de los escándalos del actual gobierno, el electorado no puede ignorar su papel central en una administración que dejó al país sumido en la desigualdad, la injusticia y las  incertidumbres éticas y políticas.

En esta segunda vuelta electoral, la figura de Delgado estará bajo el escrutinio de un pueblo uruguayo que, aunque dividido, exige transparencia y responsabilidad. De continuar el legado de su antecesor, Luis Lacalle Pou, su eventual gobierno podría enfrentarse a un desafío aún mayor, recuperar la confianza en las instituciones, profundamente dañadas durante los últimos cinco años. Aunque es necesario aclarar que todo indica que no ganara.

El relato de Álvaro Delgado como candidato del Partido Nacional no puede separarse de su rol como arquitecto silencioso de una gestión que será recordada por las sombras que la rodearon. La pregunta que queda en el aire es si el país está dispuesto a otorgar continuidad a un proyecto político cuya herencia está manchada por la corrupción, la falta de respuestas a una profunda crisis en lo económico y la inacción frente al crimen organizado.

TE RECOMENDAMOS LEER:

Síguenos en nuestro canal para ver noticias, documentales y películas:

Los artículos del diario La Humanidad son expresamente responsabilidad del o los periodistas que los escriben.

About Author

Spread the love

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RSS
Follow by Email
Facebook
Twitter