El Sionismo en Chile
No solo son corruptos, no solo son mentirosos, también son genocidas
NOTA: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad (Milano – Italia)
La analogía entre Gabriel Zaliasnik y Luis Hermosilla, por un lado, y Rodrigo Hinzpeter y Andrés Chadwick, por el otro, revela la red de influencias y poder que ha operado durante años en Chile, bajo la protección y complicidad del expresidente Sebastián Piñera.
Estos personajes no solo han manipulado el ámbito judicial y político del país, sino que también han usado sus vínculos mediáticos y empresariales para desviar la atención de crímenes graves, mientras protegen a sus aliados y consolidan sus intereses.
Gabriel Zaliasnik, conocido abogado defensor de causas infames como los casos Penta, SQM y el escándalo de abusos sexuales del Caso Spiniak, juega un papel similar al de Luis Hermosilla, el ahora famoso abogado conectado a redes de poder corruptas. Zaliasnik no solo ha defendido personajes de dudosa reputación, sino que también ha sido clave en manipular la opinión pública a favor de estos intereses, utilizando su poder dentro de la Comunidad Sionista de Chile y su vínculo con medios de comunicación como El Mercurio, Canal 13, Mega, y en el frente soldado de Radio Agricultura, voceros de la derecha chilena.
Al igual que en el ámbito judicial, en la esfera política, figuras como Rodrigo Hinzpeter y Andrés Chadwick, exministros de Piñera, han sido piezas claves para criminalizar y reprimir movimientos sociales, incluyendo el del pueblo mapuche. No es casualidad que estos personajes sean también los que están detrás de montajes judiciales como la «Operación Huracán» y el manipulado Informe Big Data, con el que se intentó desviar la atención de las legítimas demandas del estallido social de 2019, señalando falsamente que las protestas tenían un origen extranjero, orquestado por Venezuela y Rusia. Es aquí donde Hinzpeter, ahora gerente legal del grupo Quiñenco, vinculado a Andrónico Luksic, entregó este informe descalificado, financiado por el mismo grupo empresarial, para beneficiar los intereses de la élite que se resiste a perder su control sobre el país.
El control de los medios de comunicación es una herramienta esencial en este engranaje. El Mercurio, aliado constante de la derecha política y económica chilena, ha sido el espacio donde personajes como Ariela Agosin, presidenta de la Comunidad Sionista de Chile, defienden las políticas genocidas del Estado de Israel mientras atacan a quienes denuncian las violaciones a los derechos humanos cometidas contra el pueblo palestino. La columna de Agosin en defensa del régimen israelí no es más que otro ejemplo de cómo estas redes de poder se articulan, utilizando la victimización y el control narrativo para perpetuar sus crímenes y encubrir las críticas.
En este contexto, figuras como Gabriel Boric y la Universidad de Chile han sido atacadas por su postura crítica hacia Israel, como ocurrió con el boicot a la presentación del director de orquesta israelí Yeruham Sharovski.
Las respuestas de la Comunidad Sionista, a través de figuras como Agosin, no solo buscan silenciar estas críticas legítimas, sino que además consolidan una postura de impunidad frente a los abusos del régimen israelí.
En resumen, lo que vemos es una maquinaria de poder en la que Piñera, apoyado por Zaliasnik, Hermosilla, Hinzpeter, Chadwick y el grupo empresarial de Luksic, han tejido una red que manipula la justicia, controla los medios de comunicación y desinforma al público, todo con el fin de proteger sus intereses y mantener el statu quo.
El sionismo en Chile, lejos de ser una simple cuestión ideológica, es parte integral de esta red, actuando no solo para encubrir sus crímenes, sino para perpetuar su dominio a nivel político, económico y mediático. Sus rostros estilizados son títeres nada más.
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Imágenes tomadas de: cooperativa.cl – Aton
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