El panorama general detrás del transbordador de la paz de Viktor el Mediador

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Putin reitera condiciones rusas para la paz en Ucrania y Orbán reconoce diferencias

El panorama general sigue siendo el mismo: el futuro del “orden internacional basado en reglas” se está decidiendo en el suelo negro de Novorossiya.

Diario La Humanidad – Información de Primera – Nota: PEPE ESCOBAR – Analista Político Internacional

Viktor Orban está en racha, y eso ha desencadenado una montaña rusa desenfrenada.

Todo el mundo ha quedado conmovido por el extraordinario espectáculo de especímenes prehistóricos revolcándose en el pantano geopolítico occidental y llegando a las profundidades del Hysteriastan al ver el transbordador de la paz del Primer Ministro húngaro moviéndose desde Ucrania y Rusia hacia China.

Y hacer eso en vísperas del 75 aniversario de la belicista Robocop Global NATO debe ser la mayor afrenta.

La reunión de tres horas entre Putin y Viktor el Mediador en Moscú

Fue algo muy especial. Podría decirse que estos son los tres puntos principales de Putin:

1. Kiev no puede permitir la idea de un alto el fuego porque eso eliminaría el pretexto para extender la ley marcial.

2. Si Kiev pone fin a la ley marcial, tendrá que celebrar elecciones presidenciales. Las posibilidades de que las actuales autoridades ucranianas ganen son prácticamente nulas.

3. No debería haber una tregua para que Kiev se siga armando: Moscú quiere un final completo y definitivo.

En comparación, se podría decir que estos son los tres puntos principales de Orban:

1.Las posiciones de Rusia y Ucrania están muy alejadas entre sí y aún queda mucho por hacer.

2. La guerra en Ucrania ha comenzado a tener un impacto en la economía europea y su competitividad (por mucho que los “líderes” de la UE lo nieguen).

“Escuché lo que Putin piensa sobre las iniciativas de paz existentes, el alto el fuego y las negociaciones, y la visión de Europa después de la guerra”.

Viktor Orban

Orban también hizo hincapié en el absoluto secreto previo a la reunión, ya que “los medios de comunicación están bajo total vigilancia por parte de los grandes”.

Describió la búsqueda de una solución en Ucrania como su “deber cristiano” y dijo que le hizo tres preguntas directas a Putin: si es posible entablar conversaciones de paz; si es realista un alto el fuego antes de que comiencen; y cómo podría ser la arquitectura de seguridad de Europa.

Putin, dijo Orban, respondió a las tres.

El factor decisivo –no para los belicistas, sino para la mayoría global– fue la descripción que hizo Orban de Putin:

“En todas las negociaciones con él, siempre está de buen humor, eso es lo primero. En segundo lugar, es más que cien por cien racional. Cuando negocia, cuando empieza a explicar, cuando hace una oferta, cuando dice sí o no, es super, super racional. ¿Cómo se puede decir eso en húngaro? Tranquilo, reservado, cuidadoso y puntual. Tiene disciplina. Por eso es un verdadero reto negociar con él y estar preparado para igualar su nivel intelectual y político”.

Viktor Otban

Ese nuevo sistema de seguridad de Eurasia

Todo lo anterior se relaciona con el concepto de un nuevo sistema de seguridad para Eurasia propuesto el mes pasado por Putin, y un tema clave de debate en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Astaná la semana pasada.

Putin ha destacado el papel central de la OCS en el proceso, afirmando que “se tomó la decisión de convertir la estructura antiterrorista regional de la OCS en un centro universal encargado de responder a toda la gama de amenazas a la seguridad”.

En pocas palabras: la OCS será, sin duda, el nodo clave del nuevo acuerdo de indivisibilidad de la seguridad en toda Eurasia. No hay nada más importante que eso.

Todo comenzó con el concepto de la Gran Asociación Euroasiática, propuesto por Putin en 2015 y conceptualizado por Serguéi Karaganov en 2018. Putin lo llevó a otro nivel en su reunión con diplomáticos rusos clave en junio: es hora de establecer garantías bilaterales y multilaterales serias para la seguridad colectiva euroasiática.

Ésta debería ser una arquitectura de seguridad, según Putin, abierta a “todos los países euroasiáticos que deseen participar”, incluidos “los países europeos y de la OTAN”.

Y debería conducir a una “eliminación gradual” de la presencia militar de “potencias externas en Eurasia”, al mismo tiempo que se “establecerían alternativas a los mecanismos económicos controlados por Occidente, se ampliaría el uso de monedas nacionales en los pagos y se establecían sistemas de pago independientes”.

En pocas palabras: una renovación completa tanto geopolítica como técnico-militar, así como geoeconómica (la importancia de desarrollar corredores de transporte internacional alternativos como el INSTC).

El encargado de negocios de la misión rusa ante la UE, Kirill Logvinov, intentó informar a los europeos la semana pasada, bajo el lema “Nueva arquitectura de seguridad para el continente euroasiático”.

Logvinov explicó que “el concepto euroatlántico de seguridad se ha derrumbado. Basado en el dominio de Estados Unidos y la OTAN, el marco de seguridad regional europeo no ha logrado garantizar la implementación práctica del principio de “seguridad indivisible para todos”.

Un futuro sistema de seguridad y cooperación en Eurasia constituirá entonces la “base de la arquitectura de seguridad global en un mundo multipolar basado en los principios de la Carta de las Naciones Unidas y el imperio del derecho internacional”.

Y la Gran Asociación Euroasiática constituirá la base económica y social de este nuevo sistema de seguridad euroasiático.

El infierno se congelará antes de que la UE y la OTAN acepten la nueva realidad, pero el hecho es que el espacio de seguridad mutua que ya está surgiendo dentro de la OCS debería hacer que Eurasia –salvo su península de Europa occidental, al menos en el futuro previsible– sea más sólida en términos de estabilidad estratégica para las grandes potencias.

Al final, dependerá de Europa –o más bien de la lejana Eurasia occidental–: o permanecen como humildes vasallos bajo el hegemón en decadencia, o miran hacia el Este en busca de un futuro soberano y dinámico.

El plan ruso contra todos los demás planes

Es en este contexto general que debe entenderse el plan de paz de Putin para Ucrania, anunciado el 14 de junio ante la flor y nata de los diplomáticos rusos. Orban, sin duda, lo entendió.

Cualquier otro plan –con excepción de la oferta china revisada, y por eso Orban fue a Pekín– es irrelevante desde la perspectiva de Moscú.

Por supuesto, el equipo de Trump tuvo que idear su propio plan centrado en la OTAN, lo cual no es precisamente un regalo para los despistados europeos.

Con Trump, el papel de la OTAN cambiará: se convertirá en una fuerza “auxiliar” en Europa. Washington, por supuesto, mantendrá sus nodos en el Imperio de las Bases –en Alemania, el Reino Unido, Turquía–, pero las fuerzas terrestres, los vehículos blindados, la artillería, la logística, todo, incluidos los altos costos, serán pagados íntegramente por las tambaleantes economías europeas.

Bajo la coordinación del asesor de estrategia de defensa nacional de Trump, Elbridge Colby, la nueva administración prometería a Putin el compromiso de “no expandir la OTAN hacia el este”. Es más, Trump parece estar dispuesto a “considerar concesiones territoriales” a Rusia.

Como si Moscú estuviera rezando al unísono para obtener “concesiones” de un presidente estadounidense notoriamente poco confiable.

El objetivo de este plan es que, con Trump 2.0, la principal “amenaza” para Estados Unidos será China, no Rusia.

A sólo cuatro meses de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y con el cadáver en la Casa Blanca a punto de ser arrojado –especialmente por donantes poderosos– bajo el autobús (de la residencia de ancianos), finalmente se dio cuenta incluso la multitud de zombis de que el sueño de infligir una derrota estratégica a Rusia había terminado.

Aun así, los demócratas en Washington y sus desconcertados vasallos de la OTAN están desesperados por imponer un escenario como el coreano: un cese del fuego simulado y una congelación de las líneas del frente actuales.

En este caso, el infierno se congelará antes de que Moscú acepte un “plan de paz” que preserva la posibilidad de que una Ucrania algo remanente ingrese a la OTAN y a la UE en el futuro cercano, además de preservar un ejército ucraniano rearmado en el frente occidental de Rusia.

Una congelación de la guerra se traduce ahora en una nueva guerra en dos o tres años con una Kiev enormemente rearmada. Eso no va a suceder, ya que el imperativo absoluto de Moscú es una Ucrania neutral, totalmente desmilitarizada, además del fin de la desrusificación oficial.

Se podría decir que Orban no está jugando el juego de la OTAN de intentar “persuadir” a Rusia –y a China– de una tregua, mientras Pekín presiona a Moscú. A diferencia de sus despistados socios de la UE, Orban puede haber aprendido una cosa o dos sobre la asociación estratégica entre Rusia y China.

Los próximos cuatro meses serán frenéticos, tanto en el frente de negociación como en el de negociación de criptomonedas. Es probable que la guerra no termine en 2024. Y el escenario de una guerra larga y terrible que durará varios años puede –y la palabra clave es “puede”– disiparse solo con Trump 2.0: y eso, sobre los cadáveres colectivos del Estado Profundo.

El panorama general sigue siendo el mismo: el futuro del “orden internacional basado en reglas” se está decidiendo en el suelo negro de Novorossiya. Se trata de un orden unipolar contra un orden multipolar y multinodal .

La OTAN no está en condiciones de dictarle a Rusia ningún patético galimatías. La oferta de Putin ha sido la última. ¿No la aceptará? La guerra continuará hasta el final, hasta la rendición total.

En Moscú no se hacen ilusiones de que Occidente acepte la propuesta de Putin. El jefe del SVR, Serguéi Naryshkin, ha sido tajante: las condiciones sólo empeorarán. Putin ha anunciado únicamente las condiciones “más bajas” de Moscú.

Orban debe haber entendido que en condiciones reales para un acuerdo de paz, las regiones de la DPR, LPR, Zaporozhye y Kherson pasarán a formar parte de Rusia a lo largo de sus fronteras administrativas originales; Ucrania será neutral, libre de armas nucleares y no alineada; se levantarán todas las sanciones colectivas de Occidente y se devolverán los fondos congelados a Rusia.

Antes de que ocurra algo de eso –una posibilidad remota– Rusia tiene mucho tiempo. La prioridad ahora es una cumbre exitosa de los BRICS en octubre próximo en Kazán. Los nuevos asesores presidenciales Nikolai Patrushev y A. Dyumin, junto con el nuevo ministro de Defensa Belousov, están afinando la estrategia de panorama general.

Mientras tanto, siempre está el espectáculo de la OTAN  , como espectáculo secundario. Tan pacífico, tan benigno, tan democrático. ¡Qué valores de producción tan geniales! ¡Únase a la diversión!

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Fuente e Imagenes tomadas de:  strategic-culture.su Foto – (EFE/EPA/Vivien Cher Benko)

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