Diálogo Gobierno-ELN: especulaciones sobre por dónde avanzar

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“Mucho ayuda el que no estorba”, decía mi abuela, y eso aplica también en el proceso de paz entre el Gobierno y el ELN. Así que antes de optar por un silencio optimista, comparto algunas especulaciones que, ojalá, alguien del Gobierno de Petro lea y las tenga en cuenta.

1) Hay que dejar de pensar que el ELN va a negociar en dos días porque ganó Petro o de creer que el proyecto político de Petro (hasta ahora enunciado, pero no implementado, por obvias razones) es igual al del ELN. Una tarea es reconocer las diferencias, no para esconderlas o maquillarlas, sino para ponerlas al servicio del proceso de paz.

2) Entender que reactivar los protocolos, suspender las órdenes de detención y hablar de medidas bilaterales, no son “favores” al ELN, sino simplemente volver al escenario del 6 de agosto de 2018, donde quedaron los diálogos con Santos.

3) Se requiere una gran dosis de creatividad y de audacia política. Y eso no va a venir del ELN, sino que tiene que venir del Gobierno. Así lo ha demostrado el estudio de otros procesos de paz. Si se siguen discutiendo en el mundo de las ideas y no de la realidad, el diálogo se hará tan ideologizado como sea posible sin tener la dosis necesaria de pragmatismo.

4) Es un simplismo decir que si el ELN no firma con Petro está condenado. Lo mismo le dijeron a comienzos de los noventa y en el Gobierno de Santos. La amenaza de que con un nuevo Gobierno (de 2026) no se podrá firmar es tan paradójica como decir que el siguiente Gobierno no va a implementar. Entonces ¿para qué negociar? Las FARC firmaron con Santos y la paz la hizo trizas Duque. Ese modelo más que servir a la paz, sirve a la guerra.

5) Existe la JEP y la Comisión de la Verdad; el ELN no puede desconocer esta realidad. Pero creer que todo se resuelve con un otrosí es erróneo. La JEP he tenido logros indudables, pero hacer énfasis en los crímenes de guerra y al mismo tiempo dejar de lado las causas, solo sirve para fortalecer una lógica punitiva. Sigo sin entender que las FARC se juzguen de arriba hacia abajo, mientras a los militares en sentido contrario, así como sigo sin entender la exclusión de terceros civiles responsables de la guerra.

6) La participación es lo que yo llamo “la línea roja” del ELN. Ya hay demasiadas propuestas. No creo que sea sano seguir llamando a la sociedad a discutir un “cómo”; hay que saltar a la participación misma. Con los insumos que existen se debería nombrar, por parte de la mesa, una comisión como la que creó la propuesta de la JEP (3+3) que formule ya un modelo de participación para adoptar el proceso, teniendo en cuenta propuestas como la elaborada por la “Mesa social para la paz”. El riesgo de lo contrario es seguir desgastando a la sociedad y alargando innecesariamente el proceso.

7) Dejar de querer construir la casa empezando por el tejado. El tema de las armas y de la desmovilización debe ser una consecuencia del proceso y no el fin último y mucho menos único. Basta mirar cómo se ha gestionado el tema de las armas en el caso de ETA, de El Salvador o de Nepal, para ver que hay más opciones. Reducir la paz a un tema de armas es desconocer por completo la misma idea de construcción de paz.

8) Los diálogos regionales vinculantes de Petro y el gran diálogo nacional que plantea el ELN coinciden en su intención, pero tienen dos grandes diferencias: la tensión entre los regional y lo nacional, en un país centralista y con un control legal y administrativo muy desde la capital. Creer que lo regional absorbe lo nacional es cometer errores ya dichos sobre la aplaudida “paz territorial”. La segunda tensión es la operativización y el alcance del carácter vinculante.

9) Las personas que, desde la sociedad civil, ayudamos de alguna manera en el Gobierno de Santos ya no somos necesarios en ese papel. Las relaciones entre el Gobierno y el ELN son directas. Por eso, el esfuerzo lo veo más en la formulación de insumos para las dos partes que ayuden a hacer fluido y operativo el proceso. Ya pasó el tiempo de las grandes reflexiones sobre lo que es la paz y debemos pasar es a su realización.

10) Lo humanitario es urgente, siempre lo ha sido. Pero, retomando lo dicho por los salvadoreños, “no se trata de humanizar la guerra sino de resolverla”. Por eso, sin desconocer el valor intrínseco de lo humanitario, este debe estar hoy al servicio de la paz. No se debe insistir en la aplicación de todo el derecho humanitario cuando los esfuerzos deben centrarse en la solución del conflicto, ni mucho menos cometer el error de hacer de los temas humanitarios un palo en la rueda de la negociación.

11) Es necesario que haya gente en los ministerios de Defensa, de Minas y de Justicia pensando la paz con el ELN, no para ofrecer problemas sino soluciones. El afán de juridificar la paz llevó, en parte, a “la paz con legalidad”. Decía Antonio García que la paz no es un asunto académico, a lo que yo agrego que tampoco es solamente un debate jurídico.

12) Hay que buscar un mecanismo de refrendación de lo acordado, con el poder económico real. Petro es Gobierno, pero el poder real está en otro lado. Así que una paz que no pase por las élites es muy frágil. Y el cuento de que la paz es un proceso irreversible no es compatible con la historia de construcción de paz en otras guerras.

13) El ELN tendría pendiente hacer su VI Congreso, en el que debería redefinir su compromiso con la paz: los mínimos aceptables en materia de transformación, su futuro como organización política, etc. No creo que anden detrás de unas curules o que su eventual desmovilización sea para dejarse contar, pero eso es un debate de ellos, cuya clarificación sería útil para la paz.

14) Hay enemigos de la paz en general y del ELN en particular que podrían tratar de sabotear la paz, las consultas o la participación de la sociedad. La extrema derecha en Colombia y el proyecto paramilitar está vivo. No desaparecieron por perder las elecciones. La ingenuidad es mala consejera.

15) Dejo de último en la que más he insistido: hay que conocer al ELN real y actual, seguir negociando con un ELN inventado en los medios y perpetuado entre ciertos “expertos” no sirve porque llevaría inevitablemente al fracaso. Ese ELN federal, en resistencia, narcotizado y al punto de la derrota no existe.

Les deseo la mejor de las suertes a las personas que encabecen esta tarea. Ojalá veamos la paz total sólida y duradera.  Ese es, para mí, el escenario que hace posible vivir sabroso. Fin del comunicado.

Escrito por Víctor de Currea Lugo

Permitida su reproducción citando la fuente.

Los artículos del diario La Humanidad son expresamente responsabilidad del o los periodistas que los escriben

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