El progresismo negacionista en Chile ha sido incapaz de entregar soluciones a la profunda crisis social que se evidenció en el estallido social de 2019.

La Humanidad – Nota: Alfonso Ossandón,  Diario la Humanidad. (Milano – Italia)

Detrás de este fenómeno, se encuentra una traición más profunda: la de las ciencias sociales a las clases populares, que han abandonado su rol crítico y transformador para convertirse en un instrumento al servicio del statu quo.

Este proceso ha sido alimentado por la intelectualidad, el lobby, los medios de comunicación y, en momentos de mayor conflicto, empresas de manejo de crisis, que han actuado como amortiguadores del descontento social y como defensores de un modelo económico que perpetúa las desigualdades.

El progresismo en Bolivia bajo Luis Arce: una moderación que traiciona las expectativas 

El gobierno de Luis Arce en Bolivia ejemplifica cómo el progresismo en América Latina ha optado por la moderación dejando de lado las profundas transformaciones que los movimientos sociales esperaban. Aunque Arce continúa el proyecto del MAS (Movimiento al Socialismo), se ha limitado a mantener el orden económico, sin tocar las estructuras que sostienen la desigualdad. Esto muestra cómo en la región, el progresismo, en lugar de canalizar las demandas populares hacia cambios estructurales, ha terminado por acomodarse al sistema que pretendía cambiar.  

Este mismo fenómeno se ha observado en Chile. Durante y después del estallido social de 2019, sectores progresistas que se presentaban como aliados de las demandas populares terminaron suscribiendo el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, pero sus acciones fueron percibidas como una forma de desviar el debate y contener el impulso de reformas más radicales. Lejos de desafiar el modelo neoliberal, estos sectores optaron por medidas graduales que no respondieron a las expectativas de las clases trabajadoras.

La intelectualidad y el lobby: la traición de las ciencias sociales a las clases populares

En el contexto chileno, la intelectualidad y los lobbistas han jugado un rol central en este proceso de abandono de las demandas populares. Figuras como Carlos Peña y Eugenio Tironi han sido parte de un discurso moderador que, aunque disfrazado de progresista, actúa en defensa de las estructuras de poder. El abandono de la crítica social profunda por parte de estos actores no es solo un fenómeno coyuntural, sino una manifestación de la descomposición de las ciencias sociales que, en lugar de ser una herramienta para entender y combatir la desigualdad, se han vuelto un bastión de la justificación del statu quo.

– Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, es uno de los exponentes más visibles de este fenómeno. A través de sus escritos y sus intervenciones públicas, Peña ha promovido un enfoque moderado  y gradualista sobre las reformas necesarias, sugiriendo que las demandas del estallido social deben ser controladas y canalizadas a través de las instituciones. Sin embargo, su postura ha sido vista por muchos como una negación de la urgencia de las demandas populares y una defensa tácita del modelo neoliberal que sigue favoreciendo a las élites económicas.  

– Eugenio Tironi, sociólogo y lobbista, es otra figura clave en esta dinámica. Aunque se presenta como un intelectual progresista, Tironi ha trabajado estrechamente con sectores empresariales y políticos para moderar las demandas de cambio estructural. Su trabajo como consultor ha sido visto como una forma de mediar entre el poder y el descontento social, en lugar de abogar por transformaciones profundas. Ambos, Peña y Tironi, representan la evolución de las ciencias sociales desde una tradición crítica hacia una postura conciliadora con las élites, lo que muchos consideran una traición a su propósito original de defender a las clases populares.

Los medios de comunicación y el mito aspiracional: la perpetuación de un orden feudal

Los medios de comunicación han jugado un rol fundamental en la construcción y mantenimiento de un mito aspiracional que perpetúa la desigualdad estructural bajo el disfraz de la movilidad social. Esta narrativa sostiene que, mediante el esfuerzo individual, cualquier persona puede mejorar su situación económica y escalar socialmente, obviando las barreras estructurales que impiden dicha movilidad. Este discurso ha sido clave para legitimar el modelo neoliberal, desmovilizando a las clases populares al distraerlas con la promesa de un progreso personal que rara vez llega.  

En realidad, Chile continúa operando bajo una lógica que muchos comparan con el feudalismo: una estructura de poder y propiedad concentrada en manos de una élite, mientras que la mayoría de la población no tiene acceso real a los beneficios de dicho sistema. Los medios, al reforzar este mito aspiracional, contribuyen a mantener el statu quo, alejando el debate de las verdaderas reformas necesarias para enfrentar las raíces de la desigualdad. Al mismo tiempo, legitiman el rol de los intelectuales moderadores, dándoles tribunas para presentar su defensa del sistema como algo razonable y progresista.

Empresas de manejo de crisis: Imaginacción y la neutralización del cambio

En los momentos más críticos, durante las tensiones sociales y los conflictos políticos, las empresas de manejo de crisis han jugado un rol crucial en desviar el foco del debate y proteger los intereses de las élites. Un ejemplo destacado es Imaginacción, dirigida por Enrique Correa, un influyente lobbista que ha asesorado tanto a gobiernos como a grandes corporaciones en el manejo de crisis sociales y políticas, que dejó a muchos discípulos en marcha.

Imaginacción ha sido contratada para gestionar la imagen de empresas e instituciones cuestionadas durante el estallido social y en los años posteriores, actuando como un escudo para evitar que el descontento se traduzca en cambios estructurales profundos. Correa, a través de su empresa, ha trabajado tanto para gobiernos de distintas tendencias como para empresas privadas, demostrando que poco importa quién esté en el poder o cuáles sean las demandas sociales, mientras los intereses de la élite sean preservados. En este sentido, Correa y su empresa son ejemplos de cómo las consultoras de manejo de crisis operan como instrumentos del orden vigente, controlando el impacto de las crisis y asegurando la estabilidad del modelo neoliberal.

A este fenómeno se suma el trabajo de otras figuras como Cristina Bitar, otra consultora que ha trabajado en la gestión de crisis de empresas y gobiernos, reafirmando que el verdadero cliente de estas empresas no es el bien común, sino la protección de los intereses corporativos y de quienes detentan el poder económico y político. Tanto la escuela de Correa como Bitar ilustran cómo el manejo de crisis se ha convertido en una herramienta clave para neutralizar las demandas de cambio social, asegurando que el malestar popular no se traduzca en verdaderas transformaciones.

La descomposición de las ciencias sociales como defensoras del statu quo 

En conjunto, lo que observamos en Chile es la descomposición de las ciencias sociales, que han abandonado su rol como defensoras de las clases populares y se han convertido en legitimadoras del statu quo. Intelectuales como Peña y Tironi, junto con medios de comunicación y empresas de manejo de crisis, han contribuido a contener el descontento social, asegurando que el sistema económico y político chileno se mantenga prácticamente intacto a pesar de las masivas movilizaciones populares.  

Este proceso no es más que el abandono del mandato original de las ciencias sociales: comprender y transformar las estructuras de poder que generan desigualdad. Hoy, las ciencias sociales en Chile parecen haber hecho las paces con el orden neoliberal, adoptando una postura que favorece a las élites económicas, mientras las demandas de las clases trabajadoras son desoídas o contenidas.

La tesis de que el progresismo negacionista  en Chile ha fallado en entregar respuestas a la fractura social del estallido de 2019 se fortalece al comprender que este fenómeno no es aislado, sino parte de una traición más profunda: la de las ciencias sociales y sus actores clave. Intelectuales, medios de comunicación y empresas de manejo de crisis, como Imaginacción, + CIA,  han trabajado en conjunto para mantener el orden vigente, evitando que las demandas de las clases populares se traduzcan en verdaderos cambios estructurales. Al final, las ciencias sociales, en lugar de ser una fuerza transformadora, han abandonado su rol crítico y se han convertido en garantes de un sistema que perpetúa la desigualdad, consolidando un modelo que, lejos de enfrentar las causas de la crisis, las perpetúa, esto más allá de la crucificción de un abogado corrupto como Luis Hermosilla. 

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Colaboran,: Club de Bolognia, Corresponsalía Milano y Alfonso Ossandón Italia

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Imágenes tomadas de: prensa.presidencia.cl

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