Ucrania: No provoquen al oso ruso
NOTA: Pablo Jofré Leal (Analista Internacional, experto en Medio Oriente)
EE.UU. y sus socios de la la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) avivan las llamas de un clima belicista en el este de Europa contra Rusia.
En Europa oriental estamos asistiendo, por parte de Estados Unidos y sus socios de la OTAN a la más desvergonzada puesta en escena de un clima belicista, contra la federación rusa. Una conducta tanto hipócrita como peligrosa, con acusaciones y ataques políticos, diplomáticos, económicos, mediáticos y amenazas militares contra el país euroasiático, a quien se le atribuye la intención de invadir Ucrania y con ello generar una guerra de alcances regionales.
Las pruebas ofrecidas por Washington y sus incondicionales respecto a las supuestas amenazas del Gobierno ruso son tan míseras y vulgares que ponen en entredicho la inteligencia humana, haciendo imperativo un mínimo análisis geopolítico. Los cargos vertidos por Washington contra el Gobierno presidio por Vladimir Putin, hacen dudar de la capacidad profesional de civiles y militares occidentales, reflejando una obsesión de esa casta hegemónica a salidas militaristas de las pugnas, temores y ambiciones en el seno del poder occidental. Esto, por tratar de evitar que el unilateralismo siga moviéndose a sus anchas. Mi impresión, en base a lo que acontece en en el mar de la China Meridional, en el Cáucaso, en Asia Central y Occidental, entre otras zonas del planeta, es que asistimos al principio del fin del poder unilateral. El acto final del desbalance en el poder mundial y que implica avanzar hoy por el multilateralismo. Un camino que aterra a Washington y esos países europeos agrupados en la OTAN, principalmente, carentes de dignidad y soberanía.
Rusia sufre una campaña política y mediática de enormes proporciones, signándola como la responsable del actual clima de efervescencia militar en el Donbás, en el mar Negro, en el conjunto de Europa Oriental. Catalizadora de un conflicto con repercusiones más allá de Europa. ¿Cuáles son las pruebas de Washington y su brazo militar para acusar a Rusia?
La primera prueba, presentada por Washington y su asociación de amigos, es una serie de mapasque fueron publicados,la primera vez, por el diario estadounidense The Washington Post y replicado en el medio alemán BILD, sin apenas un retoque, donde se mostraban las fuerzas militares rusas —en territorio ruso, en las proximidades de su frontera occidental— desde donde se iniciaría el ataque a Ucrania. Hoy suman a Bielorrusia, para así mostrar una maquinaria bélica desde distintos flancos, dispuestas a atacar al actor secundario de turno, en este caso la “pequeña y desprotegida Ucrania”. Primero se dijo que ese ataque ruso sería a mediados del mes de enero de este 2022. Y, como el cuento de Pedrito y el lobo, se nos anuncia ahora, que ese ataque ha sido reagendado para mediados de este mes de febrero del 2022.
Si tal teoría apocalíptica no sucede, se darán las explicaciones y excusas respectivas, esperando el mejor momento, para así aplicar los viejos planes y operaciones de bandera falsa, a los que nos tiene acostumbrados Estados Unidos: el hundimiento del acorazado Maine en Cuba; los falsos ataques en el Golfo de Tonkim en Vietnam; el estallido de bombas en Irán para impulsar el derrocamiento del ex primer ministro Mohamad Mosadeq; los supuestos ataques con gas en Siria, para responsabilizar al presidente Bashar al-Asad; la invasión a Irak acusándolo de poseer armas de destrucción masiva y haber participado del ataque a las Torres gemelas y el Pentágono en el 2001. Siempre estará en el arsenal occidental ese tipo de acciones, en este caso para culpar a Rusia, Bielorrusia o a los combatientes del Donbás.
Frente a esta supuesta prueba se hace un deber presentar la mirada crítica. Los medios occidentales, que presentan profusamente las supuestas manifestaciones bélicas de Rusia, no muestran con la misma intensidad los mapas, infografías y conjeturas relativos a silos con armas nucleares que posee la OTAN en suelo europeo, dirigidos contra Rusia, Irán y China. No exhiben las ubicaciones de los ejércitos nacionales de miembros de la OTAN, fronterizos con Rusia y la llegada de miles de efectivos y armas, desde países europeos del lado occidental, a la frontera con Rusia. No presentan fotografías ni información sobre centenares de bases militares que rodean Rusia desde el Báltico hasta Turquía. Esas no son parte del análisis de la prensa occidental. No es parte de la información a entregar por parte de una prensa mediocre, amarillista y aliada del poder.
La segunda prueba con que nos han intoxicado estos meses refiere a que Rusia ha movido 125 000 efectivos militares en su Distrito Militar Oeste (DMO), que incluye zonas fronterizas con Ucrania, Bielorrusia, los países bálticos y Finlandia, a cargo del general coronel Alexandr Zhuravliov. Lo que no presentan como evidencia de lo insulso de su acusación es que esas tropas se mueven dentro del territorio ruso, al interior de su frontera occidental. Para dar algo de realce a tamaña acusación han sumado el que Rusia ha desplegado sus sistemas de defensa de misiles en la vecina Bielorrusia, lo que demostraría la intención agresiva de Moscú contra Ucrania.
La otra mirada frente a esta supuesta prueba nos obliga a preguntarnos: ¿Qué es lo extraño que un país soberano, como Rusia, que se siente amenazado por el avance de una organización política militar agresiva y expansiva como la OTAN, que se acerca con tropas y armas a su frontera occidental, mueva el número de tropas que crea necesario para disuadir esos movimientos agresivos? Lo verdaderamente provocador es trasladar miles de militares con armas de última generación de enorme poder de fuego y expandir esas fuerzas, hasta tocar la frontera rusa, cuyo Gobierno ha solicitado y exigido, en todos los tonos, que cese esa política militar. Amenazas contra un país como Rusia, que no posee bases militares que estén rodeando a ninguno de los países que conforman la OTAN.
Una federación rusa, que tiene una alianza de larga data con Bielorrusia —el año 1998 firmaron la llamada Unión Supranacional que une estrechamente a ambas naciones— pero, que no se compara en absoluto con la alianza que posee Estados Unidos con 30 países, en su gran mayoría europeos, pero que además suma a Canadá, Turquía, a miembros no permanentes y aspirantes a formar parte de este club militar, todos los cuales suman el 70 % del gasto militar del mundo. ¿Pretenden equiparar la alianza ruso-bielorrusa con la coalición de países agrupados en la OTAN, que ha atacado, destruido y asesinado a millones de hombres, mujeres y niños en Serbia, Libia, Siria, Afganistán, Irak entre otros países?
Ante la supuesta amenaza global rusa nos debemos preguntar ¿Tiene Rusia bases militares en México, Canadá, Cuba, Groenlandia que signifiquen un peligro para la soberanía estadounidense por ejemplo? ¿Tiene Rusia bases navales y militares en el continente americano, que sean un peligro contra Estados Unidos o en el océano Atlántico que impliquen un peligro para la seguridad de Francia, el Reino Unido y otros miembros de la OTAN? ¿Tartús en Siria y Kaliningrado —un enclave ruso en el Báltico— son comparables a las 800 bases militares que posee Estados Unidos alrededor del mundo?
Estados Unidos y la OTAN nos presentan como prueba tres de los actos agresivos de Rusia contra Ucrania, el hecho, según Washington, que Rusia habría trasladado suministros de sangre a la frontera con Ucrania ante un eventual ataque y previendo posibles pérdidas en sus efectivos. La información, replicada urbi et orbi habría sido entregada por tres funcionarios estadounidenses bajo reserva de identidad, pero este anonimato, no verificable, poco serio ha servido para que se dediquen miles y miles de horas en la prensa: escrita, radial, televisiva, por redes sociales, en círculos diplomáticos, para analizar esta acusación.
La otra mirada frente a esta supuesta prueba incriminatoria contra Rusia nos indica que si esa evidencia ofrecida es la cantidad de mililitros de sangre trasladadas a un posible escenario de guerra, por información entregada por tres personajes incognitos, NN, que ni siquiera pertenecerían a algún servicio de inteligencia pues se señala que serían tres funcionarios estadounidenses ¿funcionarios de qué, del servicio de guardaparques, del servicio de oceanografía, tal vez del servicio de correos de Estados unidos? Tal información lo que demuestra es el infantilismo peligroso de estos verdaderos energúmenos del Pentágono y sus acólitos, jugando a la guerra y construyendo escenarios bélicos.
Así como nos hablan de sangre, tal vez el día de mañana nos digan que Rusia está trasladando agua y alimentos enlatados, para los 100 000 efectivos rusos acantonados en DMO y ello sea considerado por la OTAN como armas letales. Un peligro evidente porque son alimentos enlatados y puedan ser usados como material para granadas caseras una vez que se consuma lo que llevan en su interior. Tal vez, el traslado de mudas de ropa, implementos de cocina, combustible, sean considerados muestras palpables e inobjetables de un ataque ad-portas. Pero no se mira desde la misma forma el que ya existan 15 000 efectivos estadounidenses en Ucrania y otros países fronterizos con Rusia al margen de los cientos de miles de efectivos estacionados en 426 bases militares, aéreas y navales en Italia, Francia, España, Grecia, el Reino Unido y Alemania país donde radican la mayor cantidad de bases militares, a lo cual debemos sumar la presencia de al menos 150 bombas nucleares activas, estacionadas en Países Bajos, el Reino Unido, Alemania, Grecia y Turquía.
El mundo está en peligro, pero no por Rusia sino por una tropa de enajenados, armados hasta los dientes, que trasladan y trasladan equipos militares y tropas por miles para supuestamente defender a un gobierno dirigido por un actor y comediante como es el ucraniano Volodimir Zelenski, punta de lanza en los ataques contra Rusia. Estados Unidos y sus aliados son el peligro, son la amenaza y son ellos los que deben ofrecer garantías de seguridad. Washington y la OTAN han creado un escenario artificial de conflicto bajo ciertas consideraciones:
- La creencia que el mundo está conformado por estúpidos a los cuales se les puede hacer creer cualquier información emanada de sus medios de desinformación y manipulación. Se puede engañar, pero de ahí a pensar que nuestro planeta está plagado de estúpidos revela la verdadera cara de los poderes hegemónicos. El desprecio que sienten por gran parte de la humanidad, apoyado en ello por gobiernos y castas políticas y militares indignas, vendidas, traidoras y alejadas de nuestras necesidades.
- En segundo lugar, su política belicista está pensada como triunfadores de antemano, sin sopesar que el mundo y en especial esa realidad unipolar, surgida tras el derrumbe del campo socialista, ya no es tal. Lo multilateral se expresa en todos los campos y en especial en las coordinaciones, alianzas y acuerdos tejidos por Rusia, China y países como la República Islámica de Irán. Ya nada es lo mismo y menos en Europa oriental como tampoco en Asia Occidental, el Cáucaso y Asia Central.
- Ya las revoluciones de colores como aquellas que se dieron en Georgia, Ucrania, Kirguistán y que se pretendieron llevar a cabo en Bielorrusia y Kazajstán, mostraron que el camino ya no está pavimentado como antaño, por años de apoyos a golpistas, desestabilizadores arropados por Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y gobiernos entreguistas.
Mi visión es que Estados Unidos y la OTAN no deben seguir provocando al oso ruso. Una Rusia que no exige para sí condiciones exclusivas, en la esfera de la seguridad, sino que habla de seguridad común —en este caso en el plano europeo— y que sostiene por medio de su presidente Vladimir Putin que responderá con firmeza ante cualquier paso hostil por parte de ese Occidente liderado por Estados Unidos. En el área económica bien sabemos, que los europeos pueden tener dificultades en el tema energético derivado de la dependencia del gas proveniente desde territorio ruso. Alemania, en específico, en el caso del gasoducto Nord Stream II su paralización, en un ambiente de conflicto, puede significar una crisis energética de envergadura, no sólo para la nación teutona, tomando en consideración la serie de países involucrados en el proyecto y que necesitan ese recurso.
Los medios de información europeos occidentales coinciden, unánimemente, que en caso de guerra con Rusia las empresas europeas tendrán un golpe fortísimo y ya se están preparando vista la decisión de incrementar las sanciones contra la nación euroasiática. Lo anterior, con relación a la pugna económica derivado de las políticas de presión de Washington pero que, ante conductas evidentemente agresivas desde el punto de vista militar, por parte de occidente, el gobierno ruso ha señalado que responderá con “medidas técnico-militares adecuadas” y reaccionará “con firmeza a estos pasos inamistosos”. Rusia, y en eso comparto la línea de respuesta que Putin ha establecido, respecto a tener todo el derecho de actuar con el fin de “garantizar su seguridad y soberanía”. Avanzar por el camino de la paz no significa entreguismo.
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Pablo Jofré Leal (Analista Internacional, experto en Medio Oriente) SegundoPaso ConoSur
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