Los cómplices “civilizados” de la barbarie
Cada día que pasa, cada asesinato cometido por las tropas o los colonos sionistas son pasos hacia la limpieza étnica o el exterminio del pueblo palestino.
Diario La Humanidad
La matanza continúa ante la mirada complaciente de gran parte del mundo y la complicidad, la colaboración activa y la verborrea intrascendente e hipócrita de “nuestro Occidente”, nuestra civilización “superior e indiscutible”, nuestro “jardín” rodeado de “barbarie”.
Entre los “bárbaros” se encuentran, por definición, los palestinos, un pueblo contra el que se está llevando a cabo una operación de limpieza étnica que raya en el exterminio.
Y que no haya ninguna duda al respecto, aunque nuestros dirigentes afirmen que sólo estamos ante una disputa territorial en la que, ante todo, es necesario respetar el “derecho a la seguridad” y la “existencia” del Estado de Israel, como también ha predicado en todo momento el tentacular y monstruoso aparato de infopropaganda globalista.
El Estado de Israel es “la defensa de la civilización occidental” y de los “intereses occidentales” en Oriente Medio, como lo proclamó hace apenas unos días el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, un psicópata, un asesino en serie al que nadie ante la Tierra tiene el coraje de obligarle a pagar por sus crímenes.
Por eso la masacre continúa. En Gaza y otros territorios palestinos ocupados, en Líbano, en Siria, ahora en Irán, una situación en la que, por primera vez, los argumentos para los secuaces sionistas se debilitan.
“Dos Estados”: un espejismo
Mientras tanto, la solución adoptada por el derecho internacional para establecer la paz en Oriente Medio, la creación de un Estado árabe junto al Estado de Israel, es una perspectiva cada vez más lejana, o incluso irrealizable, porque el expansionismo descontrolado del régimen sionista ya ha hecho prácticamente imposible la creación de un Estado palestino independiente y viable.
En medio de los trágicos datos cotidianos sobre la muerte que afecta casi exclusivamente a justos e inocentes –la realidad más esclarecedora sobre el hecho de que está en marcha el exterminio planificado de un pueblo–, poca atención se presta al concepto y esencia de la doctrina sionista, la ideología mesiánica y escatológica que domina el Estado de Israel y que no contempla otra versión que la existencia de un Estado hebreo en toda Palestina; y, a largo plazo, un Estado que abarque las tierras desde el Nilo hasta el Éufrates –el Gran Israel que el dios del salvaje Antiguo Testamento habría prometido a Moisés hace más de tres mil años, historias locas y enfermizas que son el núcleo del programa “político” de la entidad sionista. Un supuesto país que, en la práctica, no se considera de este mundo y no necesita obedecer leyes terrenales.
Doctrina con raíces fascistas
El sionismo fue fundado en el último cuarto del siglo XIX por judíos europeos –ashkenazíes– como base para que se estableciera en Palestina un Estado colonial de “trazos occidentales”, que definían como una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, o entonces llena de pueblos “bárbaros” que había que expulsar. El carácter “laico” de la doctrina era un gato escondido con la cola afuera –la raíz religiosa nunca dejó de ser dominante hasta que en 1925 se impuso sin vacilaciones la facción del “sionismo revisionista”, ejerciendo la ideología de la supremacía religiosa judía en Oriente Medio. El fundador y autor del supuesto “cisma” fue el fascista ucraniano Volodimir Jabotinsky, que no tuvo vergüenza de hacer crecer su movimiento a la sombra del fascismo mussoliniano, donde nacieron y medraron movimientos terroristas y figuras como Menahem Begin, fundadores del Estado de Israel y, en el caso de este último, futuro primer ministro de la entidad sionista.
El secretario y heredero político de Jabotinsky –el nombre que recibe la principal avenida de Jerusalén Oeste– fue Benzion Netanyahu, padre del actual primer ministro, que ocupó el cargo durante casi todos los últimos 30 años, Benjamin Netanyahu. El grupo en torno a este criminal compulsivo consiguió que, tras el asesinato del primer ministro Isaac Rabin en 1995 –patrocinado por él–, se convirtiera en dominante y totalitaria la versión más ortodoxa y sanguinaria del sionismo. Una doctrina que, invocando a cada paso el Holocausto, no es más que una recreación del Holocausto, ahora dirigida contra los palestinos en particular y los árabes en general, semitas como los hebreos. El sionismo es, por tanto, la más antisemita de las corrientes existentes en la actualidad.
Y no confundamos a los judíos con el sionismo, una doctrina con la que quizá la mayoría de los judíos étnicos y religiosos de todo el mundo no se identifican, distanciándose así de las masacres abusivamente realizadas en su nombre.
El sionismo, especialmente el que está en el poder en el llamado “Estado de Israel”, entidad que reivindica afinidades “occidentales” que Occidente no repudia, no acepta otra solución que la “final” que Hitler intentó llevar hasta las últimas consecuencias. Tengamos presente que cada día que pasa, cada asesinato cometido por las tropas o colonos sionistas son pasos hacia la limpieza étnica o el exterminio del pueblo palestino. Nuestros dirigentes y nuestros agentes de info-estupidez lo saben pero no lo denuncian. Son el pueblo “civilizado” cómplice de la barbarie.
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Fuente e Imágenes: strategic-culture.su – Gaza. | Foto: AFP
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