Estados Unidos: Dos intentos de asesinato contra un candidato presidencial

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En definitiva, Estados Unidos es su peor enemigo y la amenaza más peligrosa para la paz mundial. Sólo en una pesadilla orwelliana se podría decir que Estados Unidos es el “líder del mundo libre”.

Diario La Humanidad

Donald Trump, el candidato presidencial republicano, ha advertido en repetidas ocasiones que Estados Unidos “ se está convirtiendo en una nación del Tercer Mundo”. Parece que ya es demasiado tarde. Hay muchas señales de que Estados Unidos ya es un Estado fallido de dictadura, pobreza y violencia, aunque sea el que ostenta el mayor número de multimillonarios y supuestamente la mayor potencia militar del mundo.

Esa dicotomía no es una aberración extraña. Es un factor central en el porqué Estados Unidos de América es un estado fallido.

Hasta ahora, en el ciclo electoral de 2024 controlado por la oligarquía, ha habido dos intentos de asesinato contra Trump. El 13 de julio, escapó por poco de la muerte tras recibir un disparo en la oreja de un francotirador mientras hablaba en un mitin en Pensilvania. El fin de semana pasado, un segundo francotirador fue frustrado en un campo de golf de Florida por agentes del Servicio Secreto.

A siete semanas de las elecciones del 5 de noviembre, la atmósfera en Estados Unidos está cargada de violencia y una sensación palpable de crisis extrema. Ambos candidatos, Trump y su rival demócrata Kamala Harris, se han calificado mutuamente de “amenazas a la democracia”. El nivel de retórica difamatoria y denigración no tiene precedentes y es un obstáculo para un proceso político “normal”.

Es razonable considerar que las campañas de ambos partidos son las culpables de inflamar el clima de odio, violencia y polarización intensa que raya en una guerra civil. Los medios de comunicación controlados por las corporaciones están claramente a favor de Harris, lo que crea un clima de enemistad hacia Trump, que es correspondido por su base hacia los demócratas. El proceso disfuncional se ve acentuado por el apoyo público de muchas ex figuras republicanas de alto rango a la demócrata y el repudio de Trump por considerarlo “incapaz de servir”.

Kamala Harris y los demócratas pueden denunciar los intentos de asesinato contra Trump y afirmar que “no puede haber violencia en la política estadounidense”. Pero los anuncios electorales de Harris han retratado a Trump como un traidor y un apaciguador de dictadores extranjeros. Este parece haber sido un factor motivador detrás del último incidente de asesinato. El tirador es un ferviente partidario de la guerra de poder liderada por Estados Unidos en Ucrania contra Rusia. La campaña de Harris ha apuntado a Trump como un enemigo interno por su promesa electoral de poner fin a la guerra en Ucrania a través de la diplomacia.

Aunque nadie ha disparado contra Harris durante sus actos de campaña (al menos hasta ahora), Trump y sus partidarios han azuzado imprudentemente la violencia contra los funcionarios electorales y los inmigrantes que son percibidos como prodemócratas.

El expresidente ha persistido en hacer afirmaciones infundadas de que le robaron las elecciones de 2020 mediante un fraude sistemático. Trump ya ha declarado que ganará las elecciones de 2024 y que, si pierde, será debido a otro supuesto fraude gigantesco.

Está advirtiendo que los funcionarios electorales de los estados en disputa serán pasibles de penas de cárcel. La histeria y la paranoia generadas por Trump han provocado un aumento de los ataques y amenazas contra los funcionarios electorales.

El resultado es la corrosión de toda legitimidad democrática de Estados Unidos y del principio de transferencia pacífica del poder político.

Este es el lamentable estado de la política estadounidense. La viabilidad de su proceso democrático está hecha trizas. Una tendencia que se ha prolongado durante años ha hecho que una gran parte de la población –casi la mitad de todos los votantes con derecho a voto– ni siquiera se moleste en participar en las elecciones, tal era el desdén por el duopolio bipartidista. Además, ahora un número cada vez mayor de los que votan no confían en el resultado oficial. Atribuir esta decadencia inherente a la desinformación y la intromisión del Kremlin es tan despreciable como risible.

La amarga ironía es que esta espectacular degradación de la democracia se produce en la nación que se proclama “líder del mundo libre”. La desconexión entre lo que se pretende y la realidad convierte a Estados Unidos en un hazmerreír aún más absurdo a los ojos del mundo.

Qué patético y siniestro es que, mientras Estados Unidos se desgarra a sí mismo, su clase política promueve inexplicablemente el genocidio en Oriente Medio, con un apoyo incesante al régimen israelí y provocaciones temerarias contra las potencias nucleares. El establishment de Washington –tanto demócrata como republicano– está obsesionado con intensificar la guerra por poderes en Ucrania contra Rusia, promoviendo ataques con misiles de largo alcance contra Rusia, una medida que, según el presidente ruso, Vladimir Putin, desencadenaría una guerra mundial total. Mientras tanto, esta semana, Washington volvió a amenazar con una guerra futura contra China en los próximos tres años.

En la cuestión más vital de la paz mundial y de una política exterior respetuosa de la ley, se están ignorando los intereses del pueblo estadounidense y éste parece tener poca voz en el tema de máxima importancia. A todos los efectos, Estados Unidos está dirigido por una dictadura belicista.

Kamala Harris se considera demócrata y tal vez algunas de sus políticas sociales internas podrían calificarse como relativamente más sensibles a las necesidades de la gente. Pero en el panorama más amplio de la guerra y la paz, Harris está promoviendo la agenda bélica criminal del establishment de una manera tan insensata que una conflagración nuclear es un peligro real si es elegida.

Trump se apoya en la demagogia y en una campaña tóxica para sembrar violencia doméstica hacia inmigrantes y “comunistas”.

Sin embargo, al menos el candidato republicano parece ser consciente de la locura que supone impulsar una inútil guerra indirecta contra Rusia y dice que quiere negociar un acuerdo si es elegido en noviembre.

Es dudoso que el Estado profundo estadounidense le permita a Trump seguir adelante con ese objetivo.

En definitiva, Estados Unidos es su peor enemigo y la amenaza más peligrosa para la paz mundial. Sólo en una pesadilla orwelliana se podría decir que Estados Unidos es el “líder del mundo libre”.

La clase dominante, que durante muchas décadas ha ocultado sus profundas fallas internas (entre ellas la pobreza endémica y el racismo), siempre ha recurrido a la búsqueda de guerras y a la demonización de otras naciones como forma de distraer la atención de los fracasos sistémicos.

Pero el fracaso sistémico de Estados Unidos ahora es descaradamente obvio, ya que el odio y la violencia generalizados dominan el fiasco presidencial de 2024 dirigido por la oligarquía.

Se vuelven a utilizar los viejos trucos de guerra y las historias de fantasmas extranjeros (supuestas interferencias rusas, chinas e iraníes), pero, como un mago desacreditado, nadie se cree esas viejas ilusiones.

¡Viva los Estados Unidos de la Anarquía, tanto en casa como en el extranjero!

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Fuente e Imágenes tomadas de:strategic-culture.su – nytimes

Los artículos del diario La Humanidad son expresamente responsabilidad del o los periodistas que los escriben.

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