El Control Corporativo y la Amenaza de un Mundo Sin Democracia: Análisis de las Sombras del Poder Global
El Reino Unido ha mantenido un absoluto hermetismo respecto a las operaciones de inteligencia compartidas con Israel, lo que genera incertidumbre sobre la naturaleza de la información transmitida y los objetivos que se persiguen.
Nota: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad – Corresponsalía (Milano – Italia)
De hecho, en recientes ocasiones, las autoridades británicas se han negado a confirmar si están proporcionando inteligencia con fines militares, lo que sugiere una implicación más profunda del Reino Unido en los eventos ocurridos en Gaza, y una posible estrategia de encubrimiento en sus operaciones. Este comportamiento, marcado por la opacidad, podría ser indicativo de una involucración que aún no se ha comprendido en su totalidad.
En su obra The Racket, el autor Matt Kennard expone la idea de que el mundo está dominado por una élite de criminales de cuello blanco, una afirmación respaldada por su amplia experiencia en el Financial Times, lo que le ha proporcionado un conocimiento exhaustivo del sistema capitalista global. En este contexto, surge una pregunta crucial:
¿puede hablarse de democracia cuando el poder está en manos de traficantes y corporaciones que controlan el destino del mundo?
En la práctica, el sistema político de democracias occidentales, como el de Estados Unidos y el Reino Unido, se ha convertido en una estructura que ofrece la ilusión de elección, pero limitada a dos facciones que representan el mismo bloque pro-corporativo y pro-guerra. Este modelo bipartidista, más que una democracia auténtica, refleja los intereses de una oligarquía que defiende su poder y privilegios.
La creciente concentración de riqueza en unas pocas corporaciones ha generado un poder desmesurado que secuestra a los gobiernos, los cuales, en lugar de actuar en beneficio de la población, priorizan los intereses del sector privado.
En su influyente trabajo Silent Coup: How Corporations Overthrew Democracy (2007), el autor John Perkins describe cómo las multinacionales han logrado situarse por encima de la ley, especialmente a través del sistema de tribunales de resolución de disputas entre inversionistas y Estados (ISDS), creado por la Banca Mundial en 1956. Este sistema permite a las corporaciones demandar a los gobiernos por políticas públicas que no favorecen sus intereses, lo que no solo implica el pago de millonarias indemnizaciones, sino también un enfriamiento generalizado de políticas públicas que podrían beneficiar a las poblaciones, como la transición hacia energías renovables. En un mundo amenazado por el cambio climático, el control corporativo no solo es un riesgo, sino una cuestión existencial que debe ser desmantelada para garantizar la supervivencia humana.
Por otro lado, en Irregular Army (2014), Matthew Alexander revela una inquietante verdad sobre las prácticas del ejército estadounidense durante la Guerra contra el Terror: la relajación de los requisitos de reclutamiento permitió la incorporación de neonazis, supremacistas blancos y criminales. Esta decisión resultó en una fuerza militar menos profesional y más propensa a cometer abusos, cuyas consecuencias aún repercuten en la sociedad estadounidense, con la creciente influencia de estos extremistas, ahora entrenados militarmente, que regresaron al país tras más de una década de conflicto.
En cuanto a las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos, el autor las califica como una farsa democrática.
Con solo dos candidatos principales, ambos defensores de políticas belicistas y genocidas, no parece haber espacio para una alternativa verdaderamente progresista. La única esperanza, según él, residía en la figura de Jill Stein, candidata del Partido Verde, quien se oponía tanto al control corporativo como a la violencia en Gaza. Sin embargo, su escaso apoyo electoral resultó en la perpetuación del sistema actual.
En resumen, lo que se nos presenta como democracia es, en realidad, un sistema diseñado para perpetuar los intereses de las corporaciones y las élites políticas, mientras que el bienestar global y las voces del pueblo quedan silenciadas ante el poder de las grandes corporaciones. La verdadera lucha, según el autor, reside en romper este ciclo y recuperar el control para la humanidad.
Por otro lado, si bien el MI6 no tiene una relación formal con los Cascos Blancos en Siria, su apoyo financiero y logístico a esta organización ha dado lugar a especulaciones sobre posibles vínculos indirectos, en particular debido a los intereses geopolíticos del Reino Unido en la región.
En cuanto al conflicto de Ucrania, se ha señalado que los servicios de inteligencia rusos disponen de pruebas contundentes de la implicación directa del MI6 en operaciones de inteligencia.
Se ha informado que las instalaciones del MI6 en Londres son consideradas objetivos militares, especialmente si el Reino Unido sigue interviniendo en los asuntos ucranianos.
Las autoridades rusas han advertido de forma explícita que cualquier intento de prolongar su intervención en Ucrania podría resultar en represalias severas, incluyendo ataques militares a sus infraestructuras.
Este panorama sugiere una creciente tensión y confrontación en el que las potencias globales, como el Reino Unido y Rusia, están cada vez más cerca de un enfrentamiento directo, mientras las sombras del poder corporativo y la guerra geopolítica se ciernen sobre el futuro de la democracia mundial.
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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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Imágenes: democratizacion-rt
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