Siguientes pasos geopolíticos de China

Diario La Humanidad – Información de Primera

China es sin duda el país más importante a analizar desde el punto de vista de la geopolítica contemporánea.

En el mundo actual, China desarrolla su economía con mucho éxito, encontrando las proporciones óptimas entre la preservación del poder político del Partido Comunista reformado, los principios de una economía liberal y el uso de la movilización de la cultura china común (en algunos casos en forma de nacionalismo chino), hasta el punto de que muchos analistas ya le asignan el papel de nuevo polo mundial independiente a escala global y predicen su futuro como el “nuevo hegemón”. En términos de potencial económico, China ocupa el segundo lugar entre los cinco países del mundo con el PIB más alto, justo detrás de Estados Unidos, formando una especie de club de las principales potencias comerciales del mundo. Los propios chinos llaman a China Zhongguo , que literalmente significa “el país del medio y del medio”.

China es una unidad geopolítica compleja en la que se pueden distinguir los siguientes componentes principales:

China continental, en la que las zonas rurales pobres y mal irrigadas durante todo el año, situadas entre el río Amarillo y el Yangtze, están habitadas principalmente por grupos étnicos indígenas, unidos por el concepto de han ;
las zonas costeras del Este, es decir, centros de desarrollo económico y comercial del país y puntos de acceso al mercado global;
zonas de amortiguación habitadas por minorías étnicas (Región Autónoma de Mongolia Interior, Región Autónoma Uigur de Xinjiang, Región Autónoma del Tíbet);
Estados vecinos y regiones administrativas especiales con población indígena china (Taiwán, Hong Kong, Macao).

El principal problema de la geopolítica china es el siguiente: para desarrollar su economía, China no dispone de suficiente demanda interna; la entrada al mercado internacional a través del desarrollo de la zona costera del Océano Pacífico ha aumentado drásticamente el nivel de vida, pero también ha creado desproporciones sociales entre la costa y el continente, contribuyendo al fortalecimiento del control externo a través de los vínculos económicos y las inversiones, que amenazan la seguridad del país.

A principios del siglo XX, esta desproporción condujo al colapso del Estado chino, a su fragmentación y, como era previsible, al establecimiento de un control externo por parte de Gran Bretaña y, finalmente, a la ocupación de las zonas costeras por parte de Japón. Mao Tse-Tung (1893-1976) optó por un camino diferente: la centralización del país y su aislamiento total. Esto permitió a China independizarse, pero creó muchas dificultades y pobreza, que tardaron varios años en resolverse.

A finales de los años 1980, Deng Xiaoping (1904-1997) inició otra ronda de reformas cuyo éxito radica en el equilibrio entre el desarrollo abierto de la “zona costera” y la atracción de inversiones extranjeras, manteniendo al mismo tiempo un control político estricto por parte del Partido Comunista sobre todo el territorio de China con el fin de preservar la unidad del país. Esta fórmula sigue definiendo la geopolítica de la China moderna.

China continental y China costera

La identidad de China es doble: continental y costera. La China continental se centra en sí misma y en la preservación de su paradigma social y cultural; la China costera se está integrando cada vez más en el mercado global y, en consecuencia, en la sociedad global (es decir, está asumiendo gradualmente las características de la Civilización del Mar).

Estas contradicciones geopolíticas son suavizadas por el Partido Comunista Chino, que tiene que operar según el paradigma de Deng Xiaoping: la apertura garantiza el crecimiento económico, pero el rígido centralismo ideológico del partido, basado en las zonas rurales continentales, que tienden a ser más pobres, mantiene el relativo aislamiento de China respecto del mundo exterior. China intenta tomar del atlantismo y la globalización lo que puede fortalecerla, mientras que deja fuera y descarta lo que puede debilitarla o incluso destruirla.

Hasta ahora, Pekín ha logrado mantener este equilibrio, lo que la convierte en líder mundial, pero es difícil decir hasta qué punto se pueden combinar lo incompatible (la globalización de un segmento de la sociedad y la preservación de otro segmento y el modo de vida tradicional): la solución de este sistema extremadamente complejo de ecuaciones predeterminará el destino de China en el futuro y, en consecuencia, formará el algoritmo de su comportamiento.

En cualquier caso, China insiste hoy en un orden mundial multipolar y, en la mayoría de los conflictos internacionales, se opone al enfoque unipolar de Estados Unidos y los países occidentales. Sólo Estados Unidos representa hoy la única amenaza seria para la seguridad de China: la marina estadounidense en el océano Pacífico puede establecer en cualquier momento un bloqueo a lo largo de toda la costa china y, con ello, colapsar instantáneamente su economía, que depende completamente de los mercados extranjeros. En relación con esto está la tensión en torno a Taiwán, un Estado poderoso y en rápido desarrollo con población china, pero que es una sociedad puramente atlantista integrada en la globalización liberal. En el modelo de un orden mundial multipolar, a China se le asigna el papel de polo de la región del Pacífico: una especie de compromiso entre el mercado global, en el que China existe y se desarrolla hoy, suministrando allí una enorme parte de los bienes industriales, y el aislamiento completo. Esto está en gran medida en línea con la estrategia china de maximizar el potencial económico y tecnológico del Estado antes de que llegue el momento del inevitable choque con Estados Unidos.

El papel de China en el modelo de un mundo multipolar

En las relaciones entre Rusia y China hay una serie de cuestiones que podrían obstaculizar la consolidación de los esfuerzos por construir una estructura multipolar. Una de ellas es la expansión demográfica de los chinos hacia los territorios escasamente poblados de Siberia, que amenaza con cambiar radicalmente la propia estructura social de la sociedad rusa y supone una amenaza directa para su seguridad. Una condición necesaria para una asociación equilibrada debería ser el control estricto por parte de las autoridades chinas de los flujos migratorios hacia el norte. La segunda cuestión es la influencia de China en Asia Central, una región estratégica cercana a Rusia, rica en recursos naturales, vastos territorios pero bastante escasamente poblada, y los intereses chinos en esta región podrían ser un obstáculo. Ambas tendencias violan un principio importante de la multipolaridad: la organización del espacio a lo largo del eje Norte-Sur, y no al revés.

La dirección en la que China tiene todas las razones para desarrollarse es el Pacífico, situado al sur de China, y cuanto más fuerte sea la presencia estratégica de China en esta zona, más fuerte será la estructura multipolar. El fortalecimiento de la presencia china en esta región choca directamente con los planes estratégicos de la hegemonía mundial estadounidense, ya que desde el punto de vista de la estrategia atlantista, asegurar el control de los océanos del mundo es clave para todo el marco estratégico de los Estados Unidos. La Marina estadounidense en el océano Pacífico y el despliegue de bases militares estratégicas en sus diversas partes, así como en el océano Índico en la isla de San Diego, que permitan controlar el espacio marítimo de toda la región, se convertirán en el principal problema en el camino hacia la reorganización del espacio de esta región según el modelo de un orden mundial multipolar. La liberación de esta zona de las bases militares estadounidenses puede considerarse, por tanto, una tarea de importancia planetaria.