¿Por qué a los sionistas no les conviene la “asimilación” judía, y sí el antisemitismo?
Nota: Nicola Hadwa y Silvia Domenech- Analistas Internacionales- Expertos en Medio Oriente
Hablar de “sionista” o “sionismo” no es algo que se dé mucho en nuestros días.
Es necesario recordar, entonces, que “sionistas” es el nombre que adoptaron los representantes y partidarios del “sionismo” [1]: ideología y movimiento político creado oficialmente por un grupo de intelectuales de origen judío en Alemania que, respaldados por la gran burguesía bancaria judía europea, e influenciados por el carácter popular del nacionalismo alemán, tomó sobre sí la tarea de inventarse un pueblo y una historia herencial, como prueba de que ellos – afirman los sionistas -, los judíos, habían existido como una nación separada e identificable ya desde los albores de la civilización, y de que, por lo tanto, tenían derecho a un “territorio nacional” [2].
Las ideas sionistas, expuestas en 1896 por el Theodor Herzl en su libro El Estado judío, no obstante, no salieron de la iluminada cabeza de este periodista austrohúngaro, sino que venían de mucho más atrás, del movimiento protestante cristiano y una de sus facciones radicales, los puritanos, y sobre todo de los intereses del imperialismo británico en el siglo XIX. Ideas que han sido el reflejo en el pensamiento político de la realidad de esa época, en la cual se abrían paso los intereses de la burguesía imperialista, en especial de los ricos judíos occidentales asociados a la burguesía británica. Y hoy más que nunca sigue siendo el reflejo de la realidad del mundo actual, dominado por las transnacionales y el capital financiero internacional que imponen sus condiciones y reglas a países, gobiernos y organizaciones, y de los cuales es parte insoslayable la oligarquía judía que lo sostiene, siendo el sionismo parte consustancial de la ideología imperialista predominante.
Esas ideas consecuentemente sirvieron para que, al coincidir sus intereses con los de las grandes potencias y el gran capital financiero internacional, pidieran apoyo que el imperialismo les permitió para hacerse del territorio de los palestinos y crear artificialmente en 1948, en él, una entidad que denominaron “Estado de Israel”, el cual les ha permitido a todos ellos, y en particular a Estados Unidos, posicionarse en el Oriente Medio e impedir la unidad árabe con el fin de dominar los recursos, en particular los petroleros, e imponer su hegemonía de la región.
El sionismo, sin embargo, necesitaba utilizar a los judíos para colonizar a Palestina, lo que no les ha resultado tan fácil, pues la mayor parte de los judíos estaban plenamente integrados de una u otra forma en la vida normal de los países donde habían nacido o vivían. Y en los cuales, al igual que los demás ciudadanos, se realizan como trabajadores, obreros, estudiantes, comerciantes, industriales, banqueros, etc. Esta integración por ende, no determinaban ni determina su rol dentro de las clases sociales, estando su realidad relacionada con su rol y su función social en esas sociedades en la que viven, y no con sus conceptos religiosos. Resultaba imprescindible por ende para lograr sus objetivos, revertir esa situación, la que definen como “asimilación” [3].
Había que convencer a los judíos por consiguiente, como expresó muy claro el, el Rabino sionista Zvi Yehuda Kookde de que, “Donde esté un judío, él pertenece a Eretz Israel. Este es su hogar permanente. Fuera de la tierra, tenemos la condición de huéspedes. La finalidad de Nuestra vida es estar aquí” [4], convirtiéndose para el sionismo la lucha contra la “asimilación judía” en un objeto vital.
¿Por qué? Porque el sionismo, ayudado de cerca por la iglesia anglicana cristiana, tiene que hacer creer de plano a los judíos que, simplemente por tener esa religión o haber nacido en el seno de una familia judía, el judío es miembro de por sí de un “pueblo” especial, el “pueblo judío”, elegido por Dios, expulsado de su “hogar” – que sería Palestina – y obligado a vivir en la diáspora. Supuestos aspectos a los que han llamado poseer “calidad de judío”. Por lo que, cualquiera que sea el país donde hayan nacido o viven, e independientemente de que sean religiosos activos o laicos, los judíos, según lo que pretenden los sionistas, sólo son huéspedes en ese país, sólo son extranjeros allí.
Dicho en otra forma, la concepción sionista intenta establecer que aunque los judíos hayan nacido en Francia, Inglaterra o Yemen, ellos no son franceses, ni ingleses, ni yemenitas. Allí simplemente son extranjeros que, debido a que supuestamente sus antepasados fueron expulsados de su tierra, se han visto obligados a vivir ahí. Por ello, para los sionistas y sus planes, no es posible tolerar que se integren en esos países, pues los judíos deben emigrar y asimilarse a Israel, que sería su tierra por designios divinos. Todo ello, a pesar de que los judíos de Europa son en su enorme mayoría conversos, especialmente Jazaros y no tienen relación alguna con la tierra de Palestina.
La estrategia sionista consiste entonces en convencer a los judíos de que deben “evitar la asimilación”. Es decir, que deben dejar de ser ciudadanos de aquel país donde han nacido, puesto que allí a través del tiempo su principal e inminente peligro ha sido y es la intolerancia gentil (de los no judíos) hacia ellos. Intolerancia que según ellos se ha materializado en el antisemitismo, o sea, el odio y hostigamiento a los judíos, siendo esto lo que ha ocurrido a través de toda la historia.
Esta lucha, luego de crearse el artificial “Estado de Israel”, ha seguido siendo un objetivo primordial. Y ha sido así porque la “asimilación” según su concepción, condiciona continuamente y constantemente que se pierda la “calidad de judío”. Lo que se debe, entre otros aspectos, a que la “asimilación” hace que los judíos sean proclives a fundirse con la población de los lugares en que viven y a convertirse en parte de ella, proceso que han llamado licuación demográfica. Y también, según ellos, que se produzca lo que denominan la desilustración judía [5], que se expresa en el hecho de que los judíos laicos están sufriendo la pérdida de su historia como parte del “pueblo judío”. Todo lo cual lleva a que estos judíos se estén alejando del “Estado de Israel”, el “Hogar del pueblo” judío. Lucha tan cardinal para la entidad sionista que, entre otras instituciones para su ejecución, tienen hasta un Ministerio [6] para ocuparse especialmente de este asunto, priorizado por su gobierno y el actual primer ministro [7], y la política y las acciones a desarrollar para evitar la “asimilación” se discuten en el Parlamento Israelí (ver Ilustración 1 [8].
Cuando los sionistas dicen que quieren evitar la “asimilación judía”, como vemos, lo que afirman es que los judíos nunca han sido nacionales de ninguna parte. Lo que hace del término “asimilación” un concepto mentiroso y malévolo. Y la estrategia de la lucha contra ella, por consiguiente, lo que apunta es a desnaturalizar a los judíos, estimular su emigración para usarlos como instrumento de colonización, ocupación y destrucción. Y lo más importante, asimilarlos a su entidad para integrarlos como células conformantes de la misma, justificando así su propia existencia como principal aliado – cada vez más importante – de Washington como ha subrayado la nueva administración norteamericana, y gendarme en el Medio Oriente.
Ese antisemitismo del que hablan los sionistas, igualmente, no ha sido el producto de simples reacciones religiosas ni tampoco, como dicen, “una reacción instintiva” ante las características exclusiva y especiales de los judíos. El antisemitismo es un acto consciente, condicionado dirigido objetivamente como tendencia y en cada momento por motivaciones e intereses reales. Acto que desde finales del siglo XIX se convierte en un instrumento premeditado de violencia de connotación política, como medio de gobierno o para alcanzarlo. Lo que reconoce el mismo Padre del sionismo, Theodor Herzl, en su libro [9] cuando señala que es una poderosa fuerza que no reportará daños al sionismo siendo, al contrario, un movimiento útil a sus fines, dado que provoca situaciones de inseguridad y clima de desconfianza interna contra ellos y, mientras más discriminación contra los judíos haya, más aumenta la emigración.
Pero la propagación y fomento consciente de la enemistad hacia los judíos se convierte además en manos de los sionistas en algo de profunda dimensión ideológica, al estar dirigido no sólo a estimular esa emigración, sino también, según sus planteamientos, la conciencia judía como nación. Por ello, habiendo logrado la Declaración de Balfour, era imprescindible que hubiera emigración judía y que ésta se dirigiera concretamente a la anhelada “tierra prometida”.
El antisemitismo, aunque parezca contradictorio, ha sido pues la principal arma empleada por los sionistas en su lucha contra la “asimilación”, con el fin de realizar sus fines políticos. Lo que persigue el sionismo político segregacionista es aislar de sus países de origen y asimilar a los judíos a su nuevo estado. Por ello, puede afirmarse inequívocamente, que los sionistas y el antisemitismo no sólo caminan de la mano, sino que son consustanciales, no pudiendo existir uno sin el otro.
Notas
[1] El término deriva de la palabra Sión que, según se plantea, fue acuñado por el editor austriaco de origen judío Nathan Birnbaum, fundador del movimiento estudiantil judío Kadima, en su diario Selbstemanzipation (Autoemancipación) en 1890.
[2] En palabras de Sholmo Sand, israelí, historiador y profesor en la Universidad de Tel Aviv, el cual ha escrito varios libros, entre ellos La invención del pueblo judío (The Invention of the Jewish People en inglés). http://www.rafapal.com/wp-content/uploads/2012/01/Shlomo-Sand-The-Invention-of-the-Jewish-People-2009.pdf.
[3] Teodoro Hertzl comprendía por “asimilación, y así lo define en su libro, tanto los cambios exteriores que pudieran introducirse en el vestir, en las costumbres, en los hábitos y en la lengua de los judíos, como sobre todo la igualación paulatina de los sentimientos y de su manera de ser al de los demás miembros no judíos de la comunidad. http://masuah.org/wp-content/uploads/2013/12/El-Estado-Judio-Hertzl.pdf.
[4] Zvi Yehuda Kook , rabino, líder sionista cuyas enseñanzas son parcialmente responsables del moderno movimiento de asentamientos ILEGALES En Cisjordania. La cita es del libro Torat Eretz Israel, publicado en Español por el Instituto Beit Yosef de Beer Sheva. http://masuah.org/filosofia-y-preceptos/pensamiento-judio/torat-eretz-israel-2/.
[5] Pablo Bercovich. Una reflexión sobre la asimilación. http://www.delacole.com/cgi-perl/medios/vernota.cgi?medio=comunidades&numero=449¬a=449-8.
[6] Lucha que, luego de crearse la entidad zionista en 1947 sigue siendo por ende tan primordial que, entre otras cosas, tienen hasta un Ministerio para ocuparse especialmente de este asunto, priorizado por su gobierno y el actual primer ministro Netanyahu, y la política y las acciones a desarrollar en este sentido se discuten en el Parlamento Israelí . Ver: Ministerio de la Alía y de la Integración. http://www.moia.gov.il/Spanish/About/Pages/default.aspx: Israel entra en la batalla contra la asimilación en la Conferencia Judía Americana. http://www.enlacejudio.com/2013/11/11/israel-entra-en-la-batalla-contra-la-asimilacion-en-la-conferencia-judia-americana/; El Parlamento judío discute las medidas para evitar la asimilación de los judíos en el mundo. Fuente: Sitio Hasbara Bahía. https://hasbarabahia.wordpress.com/category/asimilacion/.
[7] Ver: Israel entra en la batalla contra la asimilación en la Conferencia Judía A. mericana. http://www.enlacejudio.com/2013/11/11/israel-entra-en-la-batalla-contra-la-asimilacion-en-la-conferencia-judia-americana/.
[8] Fuente: Sitio Hasbara Bahía. https://hasbarabahia.wordpress.com/category/asimilacion/.
[9] Lowenthal. The Diaries of Theodor Herz. N. York. The Deal Press, 1956. Traducción del portal judío de Chile. http://www.anajnu.cl/teodoroherzl.htm.
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Foto: Jewish Encyclopedia
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