Nota: Valentina Enriquez Moldez – Bolivia

Es la primera vez que escribo una columna en primera persona, los motivos se deben a la cercanía en lo que confiere este tema a mis vivencias que en realidad llegan a ser un pequeñísimo ejemplo acerca de los dilemas teóricos con los que convivimos en la “posmodernidad”. 

Hace unas cuantas semanas en la universidad que estoy, llevaron como invitado al encargado de prensa de la embajada estadounidense para dar un “conversatorio” sobre el papel humanitario que supuestamente Estados Unidos ofrece al mundo, mostrando así desde cifras de la cantidad de vacunas “donadas”, becas universitarias y hasta el posicionamiento estadounidense en el conflicto ruso- ucraniano.  Como esta actividad era en un horario de clase, la asistencia era obligatoria. Por los valores y formas de pensar que tengo, no pude de la indignación y me fui de ese auditorio. Acto siguiente, puse en hojas de cuaderno pegadas con cinta adhesiva mensajes interpelando a la política exterior norteamericana, tales como: “El plan cóndor no se olvida, Afganistán no se olvida, Irak no se olvida”; “Cuando quiten los bloqueos a Cuba pueden intentar hablar de paz”. Debido a esta acción que tomé, recibí ataques en redes sociales y claras actitudes de odio, pero eso no me importa ni es el punto de este texto. Lo que más me llamó la atención es que el hecho de pegar hojas de 20 cm x 15 cm, haya sido tomado como un acto de rebeldía y desobediencia extrema en la universidad, recipiente de juventud. Esto, claramente nos quiere decir algo, y es que hay una ausencia de cuestionamiento a lo verdaderamente real.

Irak luego de los bombardeos de Estados Unidos Maya Gebeily | AFP

Una semana después de lo sucedido, en una clase surgió el tema de los valores democráticos, en los que fungía una palabra clave, la tolerancia. Quienes una semana atrás expresaron su odio hacia mí y mi forma de pensar, fueron quienes más defendieron a la tolerancia como un indispensable valor democrático. Aunque esto suene paradójico, no lo es tanto. Explico el porqué:

La idea de la tolerancia se estudió desde distintas academias por ser una palabra polémica que inevitablemente conlleva relaciones de poder. A mi criterio, el debate con respecto a la tolerancia se resume en las siguientes preguntas: ¿Quién tolera?; ¿Quiénes son tolerados?; ¿Dónde se tolera?

Cuando actualmente los defensores del liberalismo económico hablan y defienden la tolerancia nos encapsulan en un mundo aparente donde la derecha y la izquierda ya se superaron y estamos, supuestamente, en “una realidad en la que se respetan todas las formas de vida, ritos, sexualidades, humanismos”, hasta que a alguien se le ocurre cuestionar la estructura económica capitalista. Ellos creen en una libertad aparente, en una tolerancia represiva. Por eso es que a los poderosos no les importa que hablemos de “nuestros ritos interesantes” o libertades sexuales, siempre y cuando hablemos dentro de la burbuja capitalista, dentro de esa imposición económica de quienes aparentemente “nos toleran”.

Es decir, toleran al otro mientras el otro no sea real, sino el de las ceremonias rusticas e interesantes. Por eso hablar discutir de ritos, sexualidades, ecologismo, humanismos, sin osar hablar del factor económico, es asumir abiertamente que la derecha y su libre mercado nos ganó, ya que la tolerancia despolitizada es el modus operandi del capitalismo actual. Es tan paradójico el capitalismo que pregona respeto en un sistema que explota, en el que existe plusvalor.  

Nuestras acciones no son verdaderas si no son imposibles.  Son verdaderas si salen de las normas aceptadas, son verdaderas si incomodan.     

.

.

.

Imagen: canarias-semanal.org

Los articulos del diario La Humanidad son expresamente responsabilidad del o los periodistas que los escriben

About Author

Spread the love

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RSS
Follow by Email
Facebook
Twitter