«Entre Sotanas y Compases: Cómo la Iglesia y la Masonería Fueron Serviles a la CIA y el MI6 en la Era de Pinochet»

Durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, la lucha por el poder y la influencia en Chile no solo se libró en las calles y los despachos del gobierno, sino también en los espacios de instituciones que, a primera vista, parecían comprometidas con valores éticos superiores: la Iglesia Católica y la masonería.
Nota: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad – Corresponsalía (Milano – Italia)
Lejos de ser ajenas al conflicto político, ambas organizaciones desempeñaron roles clave en el entramado de espionaje y control social, estableciendo nexos con agencias de inteligencia extranjeras como la CIA y el MI6.
Este artículo expone cómo el pragmatismo político y los intereses particulares convirtieron a estas entidades en serviles herramientas de influencia internacional.
La Iglesia Católica: Del púlpito a la sala de operaciones
En el centro de esta trama destaca la figura de Renato Poblete, un sacerdote jesuita que se movió como pez en el agua entre los círculos de poder militar, político y económico. Oficialmente conocido por su labor social a través del Hogar de Cristo, Poblete fue un intermediario estratégico entre el cardenal Raúl Silva Henríquez y la dictadura de Pinochet, así como un informante clave de la CIA.

Documentos desclasificados revelan que Poblete transmitía información sobre reuniones confidenciales entre el cardenal Silva Henríquez y Pinochet, en las que se discutían temas como las torturas, los derechos humanos y las desapariciones forzadas. Mientras el cardenal intentaba moderar los excesos del régimen, Poblete informaba a la embajada estadounidense sobre el contenido de estas conversaciones. Según los cables enviados a Washington, el jesuita no solo servía como un canal de información, sino que también se reunía directamente con altos mandos militares para influir en decisiones políticas.
Poblete no solo colaboró con la dictadura en la esfera política, sino también en momentos de crisis como el secuestro de Cristián Edwards, heredero de uno de los mayores conglomerados mediáticos de Chile. Su habilidad para negociar y moverse entre bandos opuestos consolidó su reputación como un operador multifacético, pero también como un hombre profundamente vinculado a intereses internacionales.
La masonería: Idealismo y pragmatismo en juego
Por su parte, la masonería chilena, históricamente asociada con la defensa de la democracia y los valores laicos, también quedó atrapada en el juego de poder. Aunque algunos masones se opusieron activamente a la dictadura, otros aprovecharon sus posiciones de influencia para colaborar con el régimen y establecer vínculos con agencias de inteligencia extranjeras.

El MI6 británico, interesado en mantener a Chile como un aliado estratégico durante la Guerra Fría, encontró en la masonería un aliado útil. A través de sus redes internacionales, la masonería facilitó la circulación de información y el establecimiento de canales de comunicación entre el régimen de Pinochet y las potencias occidentales.
Esto no solo fortaleció la posición del régimen en el plano internacional, sino que también permitió a ciertos líderes masónicos consolidar su influencia local.
La masonería chilena actuó como un puente entre los intereses económicos, políticos y diplomáticos del régimen.

Organizaciones como la Unión Social de Empresarios Cristianos, donde convergían masones y católicos, sirvieron como plataformas para canalizar apoyo financiero y estratégico tanto al gobierno militar como a los intereses de la CIA y el MI6 en la región.
Iglesia y masonería: Rivales en lo público, aliados en las sombras
Aunque históricamente enfrentadas en el ámbito ideológico, la Iglesia Católica y la masonería compartieron un pragmatismo que las llevó a colaborar en silencio.
En nombre de la estabilidad y la lucha contra el comunismo, ambas instituciones dejaron de lado sus diferencias para servir como intermediarias entre el régimen de Pinochet y las agencias de inteligencia extranjeras.
La CIA y el MI6 utilizaron a estas organizaciones como herramientas clave para recopilar información, gestionar crisis y garantizar la continuidad de un modelo económico y político que favoreciera sus intereses. Este servilismo mutuo revela cómo el poder y la influencia pueden corromper incluso a las instituciones «más respetadas».
La doble moral y el legado de la complicidad
Tanto la Iglesia Católica como la masonería construyeron su legitimidad sobre ideales elevados: la primera sobre la fe y la justicia social, la segunda sobre los principios de igualdad y fraternidad. Sin embargo, durante los años de la dictadura, ambas traicionaron estos ideales en favor de un pragmatismo político que las alineó con regímenes autoritarios y potencias extranjeras.
Hoy, el legado de esa colaboración sigue siendo un tema de debate. Mientras algunos defienden la necesidad de haber actuado en un contexto de Guerra Fría, otros denuncian la hipocresía de instituciones que, en lugar de proteger a los más vulnerables, priorizaron sus propios intereses. En última instancia, la historia de la Iglesia y la masonería en Chile durante la dictadura es un recordatorio de cómo el poder y la influencia pueden subvertir incluso los principios más sagrados.
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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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