Armas, religión, Amazonia, fake news y esperanza en Brasil
En este artículo la autora analiza la campaña extremadamente agresiva e violenta del bolsonarismo.
Escenas de violencia política aparecen casi todos los días en medios y redes sociales de Brasil. Ataques de evangélicos a religiosos católicos. El racismo exacerbado. Circulan abundantes fake news. En esta última etapa electoral, previa a la segunda vuelta entre Lula y Bolsonaro, la estrategia bolsonarista es la más visible y agresiva.
Ese es el estado aparente que se puede observar, a tan solo días de los comicios. Algunos analistas consideran que se ha desplegado la campaña más violenta para llamar la atención de simpatizantes e indecisos, bajo el lema “hablen mal, pero hablen de mí”. Esa máxima pretende atraer toda la atención hacia el candidato “todopoderoso”, el “mesías”, quien además cuenta con el financiamiento estatal a su favor.
Otros periodistas, en cambio, advierten que el uso desmedido de las armas, el ataque a católicos, pobres, la homofobia y el racismo, son pautas de comportamiento que la ultraderecha pretende instalar en la cotidianidad de millones de brasileños. Tal como se denuncia en el movimiento de artistas a través de la música, las historietas, la pintura, entre otras expresiones, se trata de pautas de un modelo con carácter fascista en la sociedad.
Por ello, en los últimos días una corriente persiste en afirmar que votar contra Bolsonaro es recuperar la democracia. Este discurso resume la historia de estos últimos cuatro años, cuando Brasil fue preso de las decisiones de su gobierno que abandonó al pueblo en la pandemia, resultando más de 600 mil fallecidos, con casos de corrupción denunciados públicamente en la compra de vacunas a última hora.
Fue el gobierno que propugnó la más grande devastación de la Amazonia, hasta convertirla en tierra sin ley, donde las quemas permitidas a los hacendados, la contaminación, la cacería, son incalculables. Sin ningún respeto por los territorios, se persiguieron a las familias indígenas, activistas y periodistas que en varios casos resultaron heridos o muertos por las “milicias bolsonaristas”. Los pueblos indígenas lanzaron un grito silencioso para proteger los biomas que Bolsonaro destruye y que los medios de comunicación poco o nada muestran.
El retroceso en las conquistas sociales del gigante latinoamericano son incontables. Después de haber alcanzado niveles de superación de la pobreza, en estos últimos años Brasil volvió al mapa del hambre de Naciones Unidas. Basta dar unas vueltas por las calles paulistas o baianas para ver sendos ejércitos de familias callejeras que acarrean no solo hambre, sino desempleo, problemas crónicos de salud y otros males graves.
La pérdida de derechos afecta con mayor impacto a mujeres, niñas, afros y LGTBI. Les dicen “minorías”, pero en realidad son poblaciones mayoritarias que hoy atraviesan las situaciones de mayor vulnerabilidad. Esto se agrava con la liberación del uso de armas en la sociedad. Crímenes de odio y feminicidios constituyen el amén todos los días.
La escena absurda del ex diputado Roberto Jefferson, declarado seguidor bolsonarista, quien disparó y lanzó granadas a la policía que fue a entregar una citación, muestra lo errático de las políticas públicas. Quien tiene autorización de manejar armas, ahora recibe a la policía a tiros. Jefferson fue detenido, tras ocho horas, dejando heridos a dos policías. El bolsonarista cumplía detención domiciliaria por otros delitos y burló la ley al atacar a una magistradra del Tribunal Supremo Federal en sus redes sociales.
Ese es el otro eslabón de la política actual. Las fake news abundaron en esta campaña electoral, como sucedió en las elecciones pasadas, pero esta vez, los tribunales de justicia y electoral tomaron algunas medidas para frenar la campaña de desinformación bajo la figura de atentado a la democracia, al Estado de Derecho y al proceso electoral.
El Tribunal Supremo de Justicia ratificó, estos días, una medida específica para eliminar fake news que desinforman y confunden al pueblo, tras la petición que hiciera la Procuraduría del Estado, en sentido de levantar la resolución, argumentando censura previa. Los magistrados no aceptaron esa posición.
Para millones de electores y electoras, todavía pesa la amenaza de la desinformación hasta el día de la segunda vuelta. También ronda la amenaza de la violencia que pueda suceder en caso de la victoria de Lula, tal como indican las encuestas. Para América Latina y para el mundo, el 30 de octubre aún consiste en ser el día de la esperanza, cuando por fin se pueda restituir el derecho a la libertad, a la cultura, a la dignidad y el derecho a tener derechos.
Escrito por: Claudia Espinoza I. es periodista de Bolivia
Publicado originalmente en Rebelion
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