Trump, Bukele y la criminalización de los migrantes venezolanos
Una política de exterminio sin juicio

NOTA: Andrés Silva, Diario la Humanidad
Montevideo, Uruguay
El éxodo forzado por las sanciones y el bloqueo
La crisis migratoria venezolana ha sido utilizada como arma política por Estados Unidos para justificar su injerencia en América Latina. Sin embargo, la raíz del problema está en el bloqueo económico y las sanciones coercitivas impuestas por Washington, que han asfixiado la economía venezolana. Estas medidas ilegales, denunciadas incluso por organismos internacionales, han forzado a millones de venezolanos a salir en busca de mejores condiciones de vida. Es hipocresía pura que EE.UU. utilice la crisis migratoria como excusa para reforzar su narrativa de “Estado fallido”, cuando es precisamente su política de asfixia la que empuja a la gente a abandonar su país.
La farsa del Tren de Aragua y la criminalización de la migración
La justificación oficial de la administración de Donald Trump para deportar a los venezolanos a El Salvador fue que eran presuntos miembros del Tren de Aragua. Sin embargo, no hubo pruebas concluyentes que respaldaran esta acusación. La estrategia de vincular a los migrantes con el crimen organizado responde a una agenda de criminalización sistemática, similar a la que se ha aplicado a mexicanos y centroamericanos en EE.UU.
Esta narrativa ha sido convenientemente amplificada por Nayib Bukele, quien usa el discurso de la “guerra contra las pandillas” para justificar encarcelamientos masivos sin pruebas ni juicios. La deportación de venezolanos sin derecho a defensa es parte de este esquema de represión, donde se vulneran derechos humanos fundamentales y se normaliza el estado de excepción permanente.
Bukele y el modelo del “Estado carcelario”
El Salvador ha pasado de ser un país con altos niveles de violencia a un Estado donde las cárceles se han convertido en la principal herramienta de control social. Bajo el gobierno de Bukele, se han encarcelado a decenas de miles de personas sin juicio previo, en un sistema que prioriza el espectáculo mediático sobre la justicia.
Los venezolanos deportados no fueron la excepción, sin pruebas de que pertenecieran a una organización criminal, fueron enviados directamente a las mega cárceles de Bukele, donde se reportan torturas, desapariciones y condiciones inhumanas. Se trata de una vulneración flagrante del derecho a un debido proceso, un principio básico del derecho internacional que Bukele ha decidido ignorar en nombre de su “mano dura”.
La ilegalidad de la deportación y el desprecio de Trump por la ley
Para justificar la deportación masiva, Trump invocó la Ley del Enemigo Extranjero de 1798, una norma creada en un contexto de guerra con Francia que permite al presidente expulsar a ciudadanos de países hostiles sin juicio previo. Sin embargo, aplicar esta ley a ciudadanos venezolanos que ingresaron legalmente a EE.UU. y que además no tenían cargos criminales es una violación del debido proceso y del derecho internacional.
La Corte Suprema de EE.UU. había emitido una orden explícita bloqueando la deportación, argumentando que no había base legal para expulsar a los migrantes sin un juicio adecuado. Trump, en uno más de sus actos de autoritarismo y desprecio por la ley, ignoró el fallo y ordenó el vuelo de deportación de todos modos. Esto no solo representa una grave violación del sistema legal estadounidense, sino que sienta un precedente peligroso para futuras políticas de inmigración.
Ver la entrevista:
Entre todas estas ilegalidades es importante mencionar que muchos de los venezolanos deportados al momento de firmar la deportación estaban firmando un documento en el cual decía que el país de destino era Venezuela, por lo tanto al ser llevados a un destino desconocido para ellos, estamos ante un tercer país involucrado en lo que legalmente podría entenderse como un secuestro, algo a lo que EE.UU. esta acostumbrado a hacer en Guantánamo.
El aislamiento de Venezuela: la verdadera agenda imperial
Este episodio no es un hecho aislado, sino que es parte de una política de aislamiento sistemático contra Venezuela. EE.UU. no solo impone sanciones para destruir su economía, sino que también persigue a los venezolanos que intentaban sortear una crisis creada por Washington, crisis que el Estado Venezolano a logrado superar. Deportarlos a un país donde serán encarcelados sin juicio es una forma de castigo colectivo, diseñado para enviar un mensaje de que no hay escapatoria para quienes vienen de un país que desafía el orden imperial.
Lo que ocurrió con estos migrantes es una advertencia para el resto de América Latina. La criminalización de la migración, la represión sin juicio y la manipulación del discurso de seguridad son herramientas que EE.UU. y sus aliados están perfeccionando. Hoy son los venezolanos, mañana pueden ser los ciudadanos de cualquier otro país que desafíe el poder de Washington.
El silencio de muchos gobiernos ante esta injusticia demuestra que la sumisión sigue siendo la norma en la región. Pero la historia ha demostrado que los pueblos no callan para siempre. ¿Cuánto tiempo más podrá sostenerse este modelo de represión y exterminio antes de que América Latina despierte y diga basta?
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