México: “Ojalá esta pesadilla pase lo más rápido posible”
Cartas desde México
Nota: Adriana Esthela Flores – Periodista – México
Escribo desde una posición de congoja; desde el epicentro de un sobresalto.
Me abruma escuchar a mi buen amigo Roger decir que está bien aunque apenas unas horas antes, él y otros 14 compañeros reporteros fueron recibidos con disparos cuando encabezaban una caravana de mil 800 personas desplazadas que se disponían a volver a sus casas en el municipio Leonardo Bravo, del siempre convulso estado de Guerero (sí, el de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Ayotzinapa).
“Estuvimos a punto de perder la vida, debido a que se dispararon más de 30 balazos de rifle AK-47”, relató sobre el hecho Sergio Ocampo, corresponsal de La Jornada. Y sobresalta aún más saber que en la caravana iban también representantes del gobierno estatal, militares y policías. Nada importó. Los disparos se dieron a solo dos kilómetros del poblado de Los Morros, con un fusil de asalto que, se supone, tendría que utilizarse para defender la soberanía del país pero desde hace más de una década, ha servido para ensangrentar la geografía nacional. Un panorama que el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador pretende cambiar con su Plan de Pacificación que, entre sus puntos más polémicos, incluye crear una Guardia Nacional formada por más de 150 mil elementos y adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
La fuerza policial con la que la próxima administración busca mantener el orden interno estará compuesta por policías militares, navales y federales y podrá actuar como auxiliar del Ministerio Público. El plan que esencialmente deja en manos de las Fuerzas Armadas el mantenimiento de la seguridad pública causó polémica de inmediato, al tratarse de una estrategia similar a la que utilizó el ex presidente Felipe Calderón y que fue cuestionada debido a las numerosas violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante su implementación.
Sobre esa postura contradictoria llegaron las primeras críticas. Después, se dirigieron hacia la Constitución Moral que forma parte del mismo plan y con la que AMLO quiere dar a la estrategia un enfoque humanista y de regeneración ética; el plan de ocho puntos también promueve la dignificación de las cárceles , un nuevo enfoque en política de drogas y la creación de un consejo de paz, similar a los formados en Colombia durante el posconflicto.
Considerando la geografía de la barbarie en que la violencia ha convertido a este país (que registra un asesinato cada 20 minutos, más de 37 mil desaparecidos y casi dos mil fosas encontradas en la última década), el plan puede ser visto como un conjunto de buenas intenciones con alternativas aun cortas -o, como señalaron algunos especialistas, equivocadas o no suficientemente analizadas- para enfrentar este panorama.
Puede ser.
Lo cierto es que no había escuchado hablar de paz no como una línea romántica en un discurso gubernamental sino como un proyecto de Estado. Falta ver qué implicaciones tendrá ese concepto. ¿Que garantías y atribuciones tendrá el consejo, quiénes lo integrarán, que podrá hacer, se encargarán de diseñar y participar en el proceso de justicia transicional?
Queda mucho por responder y hacer para el próximo gobierno que estableció altas expectativas de solución al problema que hiere a todo el país.
Ojalá se equivoquen las y los analistas y también, incluso, los neoexpertos en seguridad.
Ojalá no tengamos que lamentar más disparos que lastimen otra vez la ya de por sí maltratada existencia de los desplazados de Guerrero o que maten a cuatro polícias y un paramédico que atendían a la gente en San Juan Tenería, en el mismo estado.
Ojalá, como concluye Sergio en su publicación de Facebook, esta pesadilla sea un sueño y termine lo más rápido posible.
PD. Va una felicitación con mucha alegría para el colega reportero de Proceso, Arturo Rodríguez García, por su nuevo libro “Ecos del 68” basado en los podcast que publicó en Convoy Network. Que sean muchos libros y abrazos más. Que nunca se apague la ternura.