La Farsa de la Polarización
Cómo las Elites y sus Aliados Traicionan el Cambio en Chile y EE.UU.
En Chile y EE.UU., la política parece marcada por una aguda polarización, demócratas contra republicanos, derecha pinochetista contra la Concertación en los 90 y sus actuales variantes
NOTA: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad
(Milano – Italia)
Sin embargo, esta lucha es solo una ilusión. Las elites financieras y económicas que controlan el poder en ambos países promueven esta disputa ficticia para distraer a la clase trabajadora y proteger sus propios intereses. Detrás de las aparentes divisiones, tanto el sistema económico como el político se mantienen intactos, favoreciendo siempre a las mismas minorías privilegiadas.
En Chile, se suman figuras clave, traidores a las ciencias sociales, como Enrique Correa, Eugenio Tironi, y más recientemente Darío Quiroga y Alberto Mayol, quienes recorren los pasillos de la televisión, universidades y directorios de empresas, ofreciendo asesorías para sostener el statu quo. Estos “transversales” son esenciales en la estrategia de que todo cambie para que nada cambie.
La Falsa Polarización en EE.UU. y Chile
En EE.UU., la división entre demócratas y republicanos parece profunda, pero estructuralmente, ambos partidos responden a los mismos intereses financieros y corporativos. Ni los demócratas, con su retórica progresista, ni los republicanos, con su discurso conservador, alteran las bases del sistema que permite a las elites acumular poder y riqueza. Las disputas electorales y mediáticas no son más que distracciones para ocultar que las estructuras del poder económico siguen intactas.
En Chile, la historia es similar. La transición de la dictadura a la democracia trajo una aparente lucha entre la derecha pinochetista y la Concertación. Sin embargo, al pactar con los herederos de Pinochet, ambos bloques aseguraron que el modelo neoliberal impuesto por la dictadura se mantuviera. Aunque el país parece tener una democracia vibrante, en el fondo, las elites económicas y políticas siguen operando en las sombras, preservando sus intereses.
Los “Transversales”: Traición a las Ciencias Sociales
Un componente clave de esta farsa son los llamados “transversales”, intelectuales y exmilitantes de izquierda que, lejos de desafiar al sistema, lo perpetúan. Profesionales que en su momento tuvieron posiciones críticas, ahora son operadores del poder, ofreciendo asesorías a gobiernos, corporaciones y elites empresariales. Son expertos en ingeniería política y diseño de campañas mediáticas, clave para manipular el debate público.
Enrique Correa, exministro de la Concertación, es un claro ejemplo. Dirigió una de las consultoras más influyentes de Chile, sirviendo de intermediario entre el poder político y económico. Correa ha sido crucial para mantener el statu quo, facilitando la relación entre empresarios y gobiernos. Eugenio Tironi, exasesor del gobierno de Aylwin, es otro actor que, traicionando su formación en ciencias sociales, ha contribuido a estabilizar un sistema profundamente desigual.
Más recientemente, Darío Quiroga y el “Edipo”, Alberto Mayol, se han sumado a este grupo de “transversales”. Aunque en sus discursos parecen abogar por una transformación social, su verdadero rol es neutralizar las demandas populares y ofrecer explicaciones sistémicas para encontrar “salidas” a las crisis.
Globalismo y Antiglobalismo: Falsa Disputa para Desviar la Atención
El conflicto entre globalismo y antiglobalismo es otra cortina de humo utilizada por las elites para dividir a las masas y mantener el control. El globalismo, promovido por las elites liberales, parece ser una apuesta por la apertura económica y la cooperación internacional, pero en realidad favorece a grandes corporaciones transnacionales. El antiglobalismo, por su parte, capitaliza el resentimiento popular hacia la globalización, sin desafiar las estructuras reales de poder.
Ambos discursos sirven para distraer a la clase trabajadora de la lucha verdadera: la lucha de clases. Mientras unos se enfrascan en discusiones sobre fronteras o integración económica, las grandes capitales siguen acumulando riqueza y controlando recursos. Esta falsa disputa solo perpetúa la dominación de las elites, desviando las demandas legítimas de justicia económica y social.
La Crisis del Poder Judicial y la Universidad San Sebastián: Simulación de Cambios
Un ejemplo reciente de cómo las elites chilenas manipulan las instituciones para mantener su poder es la crisis del poder judicial, expuesta por el caso Hermosilla. Este escándalo ha revelado una red de corrupción judicial y el uso de la Universidad San Sebastián como fachada para el blanqueo de dinero, evidenciando el profundo nivel de corrupción en las instituciones del país. Sin embargo, este caso, lejos de provocar cambios reales, es parte de la estrategia de las elites para simular una transformación mientras las verdaderas estructuras de poder permanecen intocadas.
Al igual que en otras ocasiones, esta crisis judicial está siendo gestionada para dar la impresión de que se están tomando medidas, pero en realidad, las redes de poder económico continúan operando a plena capacidad.
Los Movimientos Sociales Cooptados y el Caso Chileno
En Chile, los movimientos sociales también han sido desactivados y cooptados por las elites y sus operadores “transversales”. La Revolución Pingüina de 2006 y el movimiento estudiantil de 2011 demostraron gran potencial revolucionario, pero fueron rápidamente absorbidos por la política institucional, donde figuras como Giorgio Jackson, Camila Vallejo y Gabriel Boric fueron incorporados al sistema.
Lo que inicialmente prometía un cambio estructural acabó reduciéndose a reformas menores que no alteraron las bases del modelo neoliberal heredado de la dictadura.
Estas figuras, que se presentaban como revolucionarias, terminaron jugando el juego de las elites, desactivando el potencial transformador de los movimientos que lideraban. Este fenómeno no es aislado, sino parte de una estrategia recurrente de las elites para evitar que las demandas populares desmantelen el sistema que sostiene su poder.
La Revolución como Única Alternativa Real
El ciclo de falsa polarización, cooptación de movimientos y simulación de crisis no puede romperse dentro de los límites del sistema actual. La verdadera lucha sigue siendo la lucha de clases, y la única solución real es la revolución. Mientras las elites económicas y sus aliados controlen las instituciones, las reformas serán insuficientes para desafiar el poder que acumulan.
Solo mediante una organización consciente de las clases trabajadoras, dispuestas a romper con la narrativa impuesta por los “transversales” y las elites, se puede abrir el camino hacia una transformación estructural.
Conclusión: Desenmascarar la Farsa y Organizar la Revolución
El conflicto entre globalismo y antiglobalismo, o entre partidos tradicionales, es una distracción diseñada para dividir a las masas y proteger los intereses de las elites. Los traidores “transversales”, como Correa, Tironi, Quiroga y Mayol, juegan un papel central en esta manipulación, ofreciendo asesorías que suavizan las luchas sociales y mantienen el statu quo.
La lucha de clases sigue siendo la confrontación real, y la única vía para un cambio significativo es la revolución. Las clases populares deben unirse, romper con la narrativa de falsa polarización y organizarse para una lucha consciente y radical que transforme las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad.
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