La Encrucijada Palestina (Por Nicola Hadwa y Silvia Domenech)

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Nota: Nicola Hadwa y Silvia Domenech – Analistas Internacionales – Expertos en Medio Oriente

Las potencias occidentales llevan desde hace muchos años tratando de trocear el Medio Oriente para dominarlo. Una de sus primeras acciones fue insertar una entidad sionista en parte del territorio que era de los palestinos, y doblegar luego la otra parte poniendo allí una Autoridad Nacional Palestina supeditada, alimentada con falsas promesas, logrando dividir su resistencia. Hoy el pueblo palestino está en un punto crucial. Ha sido traicionado por las monarquías árabes, ocupado y dividido entre dos cárceles por los sionistas y todos ellos, junto al imperialismo norteamericano, apuestan a su desaparición. Pero Palestina se prepara para seguir luchando.

En efecto, las potencias occidentales llevan desde hace muchos años tratando de dominar el Medio Oriente. Así, como sabemos, terminada la Primera Guerra Mundial, dos de ellas – Gran Bretaña y Francia – se dividieron y repartieron las provincias y comunidades del imperio otomano sin respetar sus características históricas y culturales, trazaron fronteras donde no las había, crearon monarquías e inventaron nuevos países. Y, después de la Segunda, con el imperialismo norteamericano a la cabeza, además de insertar allí una entidad artificial a la que llamaron Israel, han utilizado distintos métodos – que van desde el empleo de las fuerzas militares de dicha entidad, pasando por el de tropas propias hasta la utilización de grupos terroristas de todo tipo -, para intentar desmembrar los países árabes e islámicos, particularmente la parte que incluye a países tales como Líbano, Irak, Siria, Irán, y destruir sus estructuras, mientras fortalecen y estrechan sus relaciones con las ricas y reaccionarias monarquías feudales árabes del Golfo que, como, Arabia Saudita, Bahréin y Emiratos Árabes son las que dan el apoyo financiero y logístico a sus planes de balcanización.

En este contexto y en medio de estos procesos, el objetivo perseguido con la política hacia Palestina, ante la heroica rebeldía de su pueblo, la imposibilidad de hacerlo desaparecer a pesar de las acciones emprendidas contra él, y el ejemplo que constituye para el resto de los países árabes, fue tratar de “comprarla”, asesinando su espíritu de resistencia, instalando un gobierno colaboracionista, corrompiendo la ANP creada, y dividiendo al pueblo, mientras lo adormecían con cantos de sirena sobre un estado irrealizable en largas y vacías negociaciones. Hablamos, por supuesto, de los Acuerdos de Oslo, los que hace ya casi 30 años mostraron que no respondían a los intereses del pueblo palestino.

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la elevación del nivel de influencia del poder sionista dentro de él, creo, sin embargo, condiciones para que ese país se convirtiera en el musculo de hierro y político que posibilitara el triunfo de esa ideología, aún a costa de los propios intereses del pueblo norteamericano. Ello ha conducido necesariamente a Estados Unidos a dar pasos para lograr que la entidad sionista sea aceptada públicamente en una alineación regional junto a las naciones árabes reaccionarias y monárquicas más fuertes. Lo que, como dijimos en un artículo anterior, tiene un doble fondo pues, con ella, se pretende también hacer ver al mundo islámico chiita como el principal enemigo de los pueblos árabes, y no el estado sionista y su aliado norteamericano. Pero la normalización de las relaciones con la entidad sionista tiene también un gran obstáculo, sobre todo desde el ángulo de su apoyo por los pueblos árabes. Y ese obstáculo se llama la lucha y la resistencia contra la ocupación del pueblo palestino.

Es este, precisamente, uno de los elementos, quizás el central que ha estado en la base de la respuesta que la administración de Trump ha dado al descalabro de la política de dominio norteamericana del Medio Oriente desarrollada hasta ese momento. Respuesta que tiene como núcleo la alianza estadounidense-árabe-sionista como instrumento para contrarrestar la cada vez mayor influencia de Irán en la región y, con ello, debilitar a Rusia, país con el cual Irán tiene amplia cooperación, y también impedir el desarrollo de la nueva ruta de la seda de China. Y respuesta que ha venido implementando desde el inicio de la administración a través de un conjunto de acciones que, si bien aparentemente pudieran aparecer como sucesos circunstanciales aleatorios desconectados entre sí, forman parte en realidad de un plan preestablecido, cuyos pasos están siendo meticulosamente cumplidos, a saber: 1- Reconocimiento de Jerusalén como la capital de la entidad sionista 2- El Acuerdo del Siglo 3- Restablecimiento de relaciones entre Emiratos Árabes y dicha entidad…………… 4- Normalización (convivencia en todos los campos) de las relaciones con la entidad sionista.

Del cumplimiento del plan se encarga, por cierto, su diseñador, un siniestro agente sionista que, antes en las sombras, y hoy abiertamente y contra el tiempo, aparece siempre tras Trump, como muestra una foto patética ampliamente difundida por la prensa occidental  sobre la firma de un seudo acuerdo entre Kosovo y Serbia mediado por Estados Unidos que, al parecer, tenía como condición el traslado de sus embajadas a Jerusalén. Y Kushner, que no es diplomático, ni cumple rol alguno en el ministerio de relaciones exteriores de Estados Unidos, es posible que tuviera la tarea de asegurarse, por encargo de la entidad sionista, que todo fuera bien con el impredecible Trump.

Lo cierto es que en la medida que el imperialismo norteamericano ha perdido posiciones en el Medio Oriente, mayor ha sido la ofensiva imperialista y sionista contra la lucha palestina y mayores cada vez los esfuerzos por liquidar su resistencia. En ese sentido, como señalábamos al inicio, hay que decir que el pueblo palestino está dividido hoy en dos partes que, a fin de cuentas, resultan ser dos grandes cárceles.

La primera, Gaza, un territorio asediado que, paralelo a la ocupación y represión militar constante, ha sufrido tres ofensivas sionistas que han tenido consecuencias devastadoras para su población. Territorio que tiene el triste mérito de haber sido convertido en la cárcel más grande del mundo a cielo abierto. Su pueblo, que está a punto ya de una profunda catástrofe humanitaria, ha sido sometido a un bloqueo compartido entre los sionistas y la complicidad de los traidores árabes. Su objetivo es sofocar, ahogar y despoblar Gaza para entregarla al gobierno colaboracionista palestino, o sea, a la ANP, la cual está dispuesta a tomar nuevamente ese territorio y establecer los acuerdos necesarios para la explotación de los enormes yacimientos de gas frente a sus costas por un consorcio sionista- norteamericano-egipcio con participación del Reino Unido; yacimientos para los cuales actualmente el gobierno palestino de Gaza ha establecido acuerdos para su explotación en forma paritaria con la compañía Gazprom de Rusia.

La segunda cárcel es Cisjordania. Formada por un rompecabezas de pedazos fraccionados sin coherencia territorial ni continuidad, bordeado de todo tipo de muros infranqueables y sometida a cientos de por puntos de control sionistas (check points) y obstrucciones, que hacen muy difícil y dura la vida de los palestinos; con una economía en manos de una burguesía Palestina atada al ocupante con un cordón umbilical indisoluble, asociada a la ANP, puesta ahí para administrar la ocupación sionista, y reprimir al pueblo palestino, destinado a servir como mano de obra barata de por vida a los colonos extranjeros.

A pesar de todo ello, Palestina no ha dejado y no deja de luchar. Y lo ha hecho en las cambiantes y cada vez más difíciles condiciones de  un mundo árabe que también se ha divido, pues también en la medida que el imperialismo y el sionismo han arreciado su ofensiva contra Palestina, los gobiernos de algunos países de ese mundo se han ido sacando la careta que han usado durante muchos años, demostrando que ante el Dios “dinero” y el poder que de éste se deriva, no valen étnicas, culturas ni religiones, por no hablar de ética ni moral.

Palestina y su pueblo se encuentran hoy, en consecuencia, en una situación de ajuste de sus políticas tanto interna como externas para enfrentar esta realidad la cual, a simple vista, parece y es, sin dudas, adversa, pero no irreversible. Una realidad que a la vez muestra amplias experiencias positivas, útiles al analizar las dimensiones del momento político nacional en que se encuentra en la actualidad.

El problema esencial está en que el momento político nacional en que se encuentra en la actualidad es definitorio para el futuro de su pueblo, pues Palestina se encuentran hoy en un punto crucial. Un momento crítico que requiere decidir sobre la dirección y el sentido a seguir en la lucha, dado que Palestina está enfrentando una encrucijada de vida o muerte:  o se convierte en un estado-fragmentado al servicio del imperialismo y, tras él, las transnacionales y la banca sionista terminan por controlar todos los pedazos de Palestina, desapareciendo como tal. O abre una resistencia completa al ocupante y a todas las instituciones atadas al imperialismo y al sionismo para recuperar su territorio del río al mar y, con él, su independencia.

La primera opción, por supuesto, es la que ha venido apoyando la ANP. La verdad tardó, pero llegó su hora definitiva.  Al Fatah y la ANP deben decidir si siguen mendigando o si disuelven sus órganos represores y se acercan al Frente de la Resistencia en Medio Oriente para pasar a la ofensiva, dado que está más que claro que el imperio y los sionistas no desean hacer partícipe a la naciente burguesía palestina, y no está en ningún plan un estado palestino ni el cumplimiento de los acuerdos que les permitió dividir y debilitar al pueblo palestino a favor de los intereses del imperialismo. La ANP debe llamar a elecciones libres y transparente y establecer las condiciones para que así sean

El presidente de la ANP, Mahmud Abbas, no obstante, tras condenar el Acuerdo del Siglo, reiteró la solución de dos Estados, uno israelí y otro palestino en una reciente intervención en Ramallah el 3 de septiembre de 2020,  provocando el rechazo público de varias organizaciones. Ello no asombra, pues no se estaría lejos de la verdad si se afirma que las debilidades del pueblo palestino y su resistencia tiene varios responsables detrás, y el primer lugar lo tendría la ANP y Al Fatah.

El etnocidio ya está en marcha en tierra firme, las monarquías árabes se sacaron la careta y los pueblos requieren guías de acción, el Frente de la Resistencia abre los brazos, las puertas al imperialismo se le cerraran en la cara y el ocupante será enfrentado decididamente con la clara convicción de que se está entre la espada y la pared. El tiempo juega a favor del sionismo y no deben esperarse medidas diplomáticas de europeos y occidentales que ya no sirven, han sido cómplices activos de la actual situación exigiendo cada día más concesiones a la ANP, mientras no hacían ninguna al ocupante sionista. Nunca como hoy ha sido más claro que se está en una encrucijada de vida o muerte. 

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* Nicola Hadwa. Analista internacional chileno-palestino. Especialista en temas principalmente del Medio Oriente. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Ex entrenador de la Selección Palestina de Fútbol. Director de la Liga Latinoamericana por el Derecho al Retorno y coordinador del Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino de Chile. Silvia Domenech. Investigadora cubana con varios libros publicados. Doctora en Ciencias Económicas y Profesor Titular de la Universidad de La Habana y la Escuela Superior del PCC.

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Fotos : radiotunisienne.tn – enredando.org.ar- hispantv.com

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Los articulos del diario La Humanidad son expresamente responsabilidad del o los periodistas que los escriben.

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