El Fin del Streaming Ilegal

La Revolución que Redefinirá el Valor del Entretenimiento

El mundo audiovisual, como cualquier otra industria tecnológica, está sujeto a transformaciones inevitables que terminan por desbancar modelos previamente dominantes.

Nota: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad

Corresponsalía (Milano – Italia)

Tal como ocurrió con el alquiler de películas en VHS, cuyo final llegó con la aparición de los DVD, el streaming ilegal podría estar enfrentando su fecha de caducidad.

La reciente operación «Takendown», coordinada por la Fiscalía de Catania junto a Europol y Eurojust, es una prueba de cómo los avances tecnológicos, la cooperación internacional y la aplicación estricta de la ley están desmantelando uno de los mecanismos ilegales más sofisticados del sector.

Esta organización criminal, responsable de la distribución ilícita de contenidos de plataformas como Sky, DAZN, Amazon Prime y Disney+, ofrecía servicios piratas a más de 22 millones de usuarios en Europa, generando ganancias ilícitas superiores a 250 millones de euros al mes.

Además, se estima que el daño económico causado a la industria audiovisual supera los 10 mil millones de euros anuales. La operación involucró a más de 270 agentes y resultó en 102 sospechosos identificados, la incautación de criptomonedas y dinero en efectivo, y el cierre de más de 2,500 canales ilegales y servidores utilizados para transmitir contenido protegido por derechos de autor.

Sin embargo, más allá del éxito de esta operación, es evidente que las necesidades del mercado están cambiando. A medida que el modelo tradicional de «pagar por ver televisión» se enfrenta a la competencia del streaming ilegal y las nuevas tecnologías, se vislumbra un posible futuro donde los espectadores no pagarán por consumir contenido, sino que serán compensados por hacerlo.

Este cambio radical podría estar fundamentado en sistemas que combinan blockchain, criptomonedas y publicidad personalizada, donde los usuarios sean recompensados por su tiempo y datos personales.

Las señales son claras: cada formato tiene su apogeo y eventual declive.

Si bien el streaming ilegal ofreció una alternativa accesible, su naturaleza insostenible y los riesgos asociados, como el robo de identidad y fraudes financieros, lo convierten en un modelo destinado a desaparecer.

La industria audiovisual debe adaptarse a un consumidor cada vez más consciente y exigente, ofreciendo experiencias que trasciendan la mera transacción económica y recompensen la interacción del usuario.

La industria debe estar preparada para un sistema que no solo supere a la piratería, sino que redefina cómo valoramos el entretenimiento.

Tal vez, en un futuro cercano, la pregunta ya no sea cuánto estamos dispuestos a pagar por la televisión, sino cuánto vale nuestro tiempo frente a la pantalla.

Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad