Llegar desde Venezuela a Uruguay, fue uno de los más anhelados sueños que tenía, sentía que venía a la pequeña “Suiza” de América, me imaginaba y soñaba con toda la fusión de modernidad e historia de las calles de Europa, de vivir la experiencia de las cuatro estaciones, de ver las vestimentas invernales que atavían a las mujeres y hombres de un aire de gran elegancia y distinción, muchas cosas confluyeron en mi mente sobre “El Paisito” como muchas veces escuché que le decían los “Charrúas” a su Madre Patria.
Al llegar, nos instalamos en un pueblo que se llama Joaquín Suárez, la primera reacción que tuve fue la de buscar en el mapa para poder precisar dónde quedaba, ya que por cuestiones de popularidad siempre reconocía a Montevideo y Punta del Este, dos de los lugares predilectos para el turismo internacional.
Pero, y ¿Joaquín Suárez dónde queda? Pues, así me enteré que el pueblo se encuentra ubicado en la zona Sur del departamento de Canelones y que también limita con Montevideo, 27.35 kilómetros es la distancia que separa a ambas ciudades.
Mi esposo que es uruguayo y venía conmigo desde Venezuela, hago un inciso para decir que la historia de amor y encuentro se las contaré en otra oportunidad, por ahora retomemos… mi compañero por tener familia residente en Suárez combinó que era un punto interesante para vivir ya que la ciudad se encontraba anclada entre Montevideo y Pando, dos de los núcleos y órbitas laborales más importantes de la zona.
Y así fue, nos quedamos viviendo en Suárez, para mí fue una alegría conocer este pueblo rural y con ese espíritu campestre, me sentía curiosa por explorar todos sus lugares, visibles, recónditos y ocultos, quería adentrarme, sumergirme y empaparme de la cultura local, para mí era una necesidad urgente.
Como buena pseudo investigadora, comencé a caminar, porque como decía el poeta español Antonio Machado “Caminante, se hace camino al andar”, pues inicié mi recorrido.
Muchas veces pregunté a los habitantes con los que me topaba: “No soy de aquí y ando de paseo, ¿qué puedo conocer en Suárez?”, muchos se me quedaban mirando con cara de asombro, desviaban mi consulta y querían saber acerca de mi nacionalidad, luego de leer mi cartilla de identidad y hacer conversa, volvía a consultar:” ¿qué me recomiendas visitar en el pueblo?”, La respuesta era un silencio prolongado e incómodo, me mencionaban la Iglesia, la estación del tren o los viñedos, pero la conclusión era que “había cosas más bonitas en Montevideo”.
Lo primero que pensé y después confirmé es que una sensación de desarraigo ha calado fuerte en las nuevas generaciones que viven en Suárez, pero este fenómeno no ha sido espontáneo, tiene unas raíces profundas que tienen que ver con las oportunidades.
Cuando se coloca al pueblo de Joaquín Suárez en motores de búsqueda, es poca o nula, la información que se consigue a no ser por su mención en escuetas notas informativas de eventos puntuales realizados por el Municipio, que se encuentran en la página web de la Intendencia de Canelones, ¿qué quiere decir esto? ¿No pasa nada en este pueblo?
La concepción local es esa, “en Suárez no hay nada ni se visualiza nada nuevo”, es como si la potencialidad de esta zona radicara en ser una ciudad “dormitorio”, un lugar donde sus habitantes se entregan a los brazos de “Morfeo” al llegar de sus trabajos ubicados en Montevideo o Pando.
Revisemos la historia, esta ciudad lleva el nombre de uno de los próceres de la Independencia, que también llegó a ser presidente de Uruguay, se trata de Joaquín Luis Miguel Suárez de Rondelo y Fernández, que por cuestiones de evolución de la humanidad y facilidades de nombramiento, se le conoce por Joaquín Suárez.
Esta ciudad fue planeada por Francisco Piria, hijo de inmigrantes italianos, quien en sus años mozos se dedicaba al remate de solares, su negocio consistía en la compra de grandes extensiones de terrenos, los dividía y los vendía en “cómodas” cuotas.
En este ir y venir comercial, esquematizó la ciudad de Suárez, fraccionó los terrenos ubicados entre el Arroyo de Meireles y el Arroyo Magariños, propiedad que pertenecía a su empresa “La Industrial”. La visión inicial de este tasador es que la ciudad se desarrollara alrededor de la actual Estación de Trenes, se mapearon espacios para la ubicación de la plaza principal, la comisaría, la iglesia y la escuela.
La fecha de fundación como localidad de Joaquín Suárez fue aprobada por decreto el 21 de julio de 1866, pero fue inaugurada oficialmente el 15 de octubre de 1882, hace 140 años exactamente.
Regresemos al año 2022, la planificación inicial de Piria para que la ciudad tuviese apertura económica, comercial y desarrollara sus potencialidades agropecuarias en torno al “tren” quedó en el olvido.
El desarrollo industrial de la actividad ganadera y la agricultura quedaron relegados como potenciales actividades para la generación de fuentes de empleo para la población, con la pérdida del tren, se dificultó el transporte, la actividad comercial y la evolución económica de la ciudad.
Luego de su fundación, de acuerdo a datos estadísticos oficiales para el año 1908 la población residente era de 425 habitantes, para el año 2004 ascendía a 6.124 habitantes y según cifras del Observatorio del Territorio del Uruguay del Censo realizado en 2011, el municipio alcanzó una población de 18.153 habitantes.
Hablamos entonces de más de 18 mil almas, sueños, bocas que precisan de alimentos y dinero para poder conquistar la utopía del “vivir bien”, pero la realidad indica que pocos son los que han podido construir esa realidad.
No hay trabajo
Como migrante, una de las principales preocupaciones es la de encontrar un empleo digno en mi zona de residencia, hasta el momento (luego de un año y medio) esto ha sido imposible, luego de incontables búsquedas me he topado con que la realidad de Suárez es que la gran mayoría de sus habitantes no tienen trabajo en el pueblo. Me preguntaba: ¿Y cómo hacen las personas?
La respuesta es sencilla y me tocó experimentarla en carne propia: hay que buscar trabajo en Montevideo o Pando. Comencé la búsqueda de trabajo y conseguí afortunadamente un puesto en Ciudad Vieja (Montevideo), me sentí feliz de haber sido seleccionada para la vacante, pero no contaba con el suplicio al que me sometería.
Cuando encuentras un trabajo en otra ciudad, viviendo en Joaquín Suárez, una se plantea la movilidad para llegar a la oficina, el tiempo de traslado, el tipo de transporte que debes utilizar y las paradas que debes tomar para ir y venir desde y hasta tu hogar.
El tiempo destinado entre la toma del autobús “bondi” desde Suárez a mi lugar de trabajo y viceversa es de una hora y 30 minutos, esto implica 3 horas o más (dependiendo del tráfico montevideano) para ir y volver del “laburo”. Este período de tiempo es el que la gran mayoría de la población de Suárez ocupa en el traslado, sin contar las horas anteriores que lleva el desayuno y la llegada a la parada antes del inicio del viaje. Es decir que la jornada de trabajo inicia mucho antes de lo establecido en el anuncio de la vacante.
Los suareños realizamos (digo realizamos porque ya me siento una) un esfuerzo indescriptible, primero en conseguir un trabajo y luego en sostenerlo dada las condiciones de lejanía en la que vivimos.
En un estudio realizado por la Dirección de Descentralización e Inversión Pública del Uruguay (OPP) para la implementación del programa cultural “Uruguay Integra” en Joaquín Suárez, detallan como rasgo cultural de la población “su gran capacidad de adaptación a las contingencias”, esto último me pareció una forma políticamente correcta para denominar la realidad que no es más que el pueblo se está comiendo siempre “las verdes”, y yo me pregunto: ¿Y las maduras para cuándo llegan?
El Observatorio del Territorio del Uruguay en 2011 determinó que la tasa de desempleo en Suárez era de 8.2%, éste era un panorama similar al que se vivía en el resto del departamento de Canelones y a la realidad nacional de ese año.
Datos del Instituto Nacional de Estadística uruguayo (INE) revelan que la tasa de desempleo nacional para el mes de Junio de 2022 se situó en 8.4% y a nivel departamental específicamente en Canelones, para el mes de Mayo del presente año el desempleo alcanzó el 10.2%.
Esto quiere decir que desde 2011 hasta 2022, la tasa de desempleo en el departamento de Canelones aumentó un 2% en el transcurso de 11 años. Este incremento de 2% se evidencia en el estado actual y flujo económico en Suárez. Los residentes no consiguen empleo en la zona y es imperativo la búsqueda de ingresos en Montevideo o Pando.
La “contingencia” como mencionaba anteriormente es que ante la falta de fuentes de trabajo los suareños deben resignarse a buscar ingresos en otros departamentos a costa de dejar la vida en viajes interminables, dejar a sus familias, salir del territorio, soportar las inclemencias climáticas de las estaciones y en resumen dejar de habitar la ciudad que los vio nacer, es aquí donde inicia el desprendimiento y la separación del pueblo, ya éste no es un lugar que se siente propio, es un lugar de paso nomás.
¿Por qué no te mudas?
Esta es una de las preguntas que me hacen mis compañeros de trabajo que residen en Montevideo, la verdad me gustaría aunque le haya tomado cariño a Suárez, pero la realidad indica que mis ingresos actuales no son suficientes para vivir en la capital.
La situación de la vivienda tiene un patrón regional, vivir en las grandes capitales requiere un mayor flujo de dinero, los alquileres, los servicios y el costo de la canasta básica son mucho más elevados que en la periferia.
Esta situación aplica para Uruguay también, los alquileres de viviendas en Joaquín Suárez rondan los 7 mil y 10 mil pesos, las casas tienen dos o tres cuartos, cocina, comedor, baño y algunas cuentan con espacio trasero (patio), mientras que en Montevideo el costo de los alquileres se sitúa desde los 16 mil pesos en adelante y las casas son cajas mortuorias donde pocas veces entra viento y luz solar.
Vivir en Montevideo para un ciudadano que perciba por lo menos 20 mil pesos de salario se hace inviable, pero en Suárez puede ser más llevadero, asimismo, los costos de los servicios y la comida son menores, así la población puede hacer malabares para cumplir con los gastos.
Joaquín Suárez tiene una extensión de 44.0 KM2, un territorio vasto y con grandes potencialidades para la construcción de complejos habitacionales, pero que por motivos ajenos a nuestro conocimiento no se han concretado proyectos de gran envergadura.
Las edificaciones de las casas están hechas de bloques en formato sencillo e intentan equiparse con precariedad para sobrevivir los embates del clima, se prevén que sean frescas en verano y calientitas en invierno, aunque muchas veces no sea del todo eficaz.
La construcción de viviendas por los suareños corre por cuenta propia, muchas de las personas a las que consulté pidieron créditos bancarios o a financieras por sumas importantes para poder hacerse “la piecita” o pasaron años ahorrando y construyendo la casa por partes. Los ingresos de los asalariados o trabajadores independientes no da para construir una casa completa, equiparla con electrodomésticos (Línea Blanca y Marrón) y comer de una sola vez, debe hacerse fraccionado, dados los altos costos de los materiales, mano de obra y acceso al terreno.
Para muchos, migrantes o no, el acceso a la vivienda es un tema complicado, según datos del Censo de 2011 de la OPP en Suárez, un 52.7% de la población no contaba con sus Necesidades Básicas Satisfechas, entre las que cuentan el acceso a: viviendas decorosas, agua potable, servicio higiénico y confort. He aquí la evidencia de que muchos suareños no se sienten a gusto en las viviendas que tienen.
En este punto, no podemos hacer vida en Suárez porque no hay trabajo y las viviendas alquiladas nos sirven solo para el descanso y para soñar con un futuro mejor.
Vida cultural y acceso a la educación
En el ínterin en el que no conseguía trabajo en Joaquín Suárez, me planteé estudiar, aprender nuevos oficios y por qué no, acceder a nuevas herramientas que me abrieran campo laboral en Uruguay, me dije a mi misma: ¡Vamos a buscar un curso para hacer en el pueblo!
Me puse los tenis y salí a buscar en los espacios gubernamentales algún cronograma de cursos que estuviese abierto al público, fui al Municipio, a la Casa de Cultura y a la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay) y como ya se deben imaginar, no conseguí mucho para hacer.
En la UTU con sede en Suárez, son pocos los cursos disponibles para la población, me dijeron que de acuerdo a la ubicación geográfica abrían carreras para el desarrollo territorial, acá sólo habían talleres de mecánica, electricidad y estudios relacionados con la ganadería, como no me llamaban mucho la atención, por venir del área de las Comunicaciones y el Periodismo, dije éste no es mi lugar, busquemos en otro lado.
En el Municipio me derivaron a la Casa de la Cultura, que funciona en la antigua estación del tren, cuando fui allí no estaba abierta, pero vi unos carteles de un taller literario, esto era perfecto, pero para mí mala suerte ya había concluido. Un espacio adjunto a la Casa de Cultura, es el vagón cultural, un antiguo coche de tren que acondicionaron para dictar talleres y charlas, me acerqué y habían habilitado dos talleres para el mes de Julio (2022) uno de Ajedrez para niños y uno de “Introducción al Sonido”, el último fue fantástico y me dispondré a formalizar mi inscripción próximamente.
La realidad es que la Dirección de Cultura de Canelones y el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay (MEC) tienen limitado el abanico de cursos y talleres en la ciudad.
Suárez cuenta con un Liceo (Nº 7), tres Escuelas (Nº 212, Nº 124 y Nº 228), un CAIF (Festichicos) y una sede de la UTU. Aparentemente, la educación primaria y secundaria están garantizadas, los “gurises” van a la escuela y continúan sus estudios en el liceo, aunque las cifras dicen lo contrario.
Volvemos al último censo realizado en la zona para el año 2011, que indica que en la población de 25 años o más solo culminaron la “Primaria Común” un 47.7% y terminaron el “Bachillerato” un 13.4%, en español común esto significa que 34.4% de los niños y niñas se quedaron sin hacer la secundaria, un dato alarmante para la localidad.
¿Y qué pasa con la educación universitaria o terciaria?, pues según cifras del mismo censo muestran que sólo 0.2% tienen “Estudios terciarios no universitarios” y el 2.9% tuvo estudios en “Universidades o similares”.
Actualmente, la UTU cuenta con pocas áreas de estudio, si un joven tiene inclinación por otra carrera (Artes, Ciencias, Ingeniería,Medicina, etc) no puede desarrollarla en la zona, nuevamente tiene que optar por salir de la ciudad hacia otros departamentos para estudiar.
Observando las cifras de la población con estudios terciarios o universitarios, podemos inferir que la falta de instituciones educativas de tercer nivel en Suárez influye en el abandono de los estudios de los jóvenes, por consiguiente al no estar preparados lo suficientemente limita el encuentro de nuevas fuentes de empleo en otros departamentos, donde el acceso a la educación está dispuesto al alcance de las juventudes.
El retroceso es evidente y nuevamente la centralización gubernamental queda expuesta, para el desarrollo de las potencialidades de una localidad como Suárez las herramientas y su fácil acceso está negado.
La vida en el pueblo
Veo con ternura a los suareños y suareñas, son personas en extremo solidarias, trabajadoras y con una gran resiliencia, una de las características con la que encaran la vida en el pueblo. Más allá de las dificultades y obstáculos, hay unas ganas indomables, de esas que vienen de lo profundo de las entrañas y el corazón, que no les da cabida a la derrota, ni da espacio para el amilanamiento, los veo a diario y aprendo de ellos.
Algunos laburan el campo desde muy temprano, otros van a tomar el autobús a Montevideo, otros abren sus pequeños almacenes en el barrio, van estudiar y más, se van en la oscuridad de la madrugada y regresan con la negrura de la noche, con niebla, lluvia y helada de por medio, son más fuertes que el clima que los reta.
El verde de los campos, el olor a tierra, la panorámica de los animales pastando, la motosierra del vecino cortando leña, las cumbias domingueras a todo volumen, la risa de los niños al volver de la escuela, son parte del retrato y del espíritu que motiva a estos “canarios”. Se sueña y se mantiene la esperanza de que los tiempos venideros sean mejores, que la desidia gubernamental acabe, que se descentralicen las oportunidades para vivir bien y mejor.
Los anhelos de los suareños y los míos como migrante son los mismos, nos hemos fusionado, estamos cortados con la misma tijera, padecemos las mismas situaciones, queremos sentir que pertenecemos a esta tierra, queremos trabajar, queremos estudiar, queremos progresar, en fin queremos vivir realmente aquí.
La conexión de los habitantes con Suárez va a suceder, el progreso del pueblo es posible, debemos recuperar nuestra identidad, es lo que repetimos como mantras diariamente mientras nos trepamos en el bondi hacia Montevideo.
Escrito por: Alicia Ortega / @aliortegar
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