Reflexiones: “A propósito del Covid-19” (por Pablo Jofré Leal)
Nota: Pablo Jofré Leal – Analista internacional. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb – Chile
En estos días, en el plano personal, he sufrido los efectos de la enfermedad que ha llenado las noticias, las preocupaciones y que ha tensionado a nuestro mundo en forma catastrófica.
El Covid-19 me golpeó y ha sido una experiencia dolorosa, triste, preocupante, de fuerte tensión y pensamiento respecto a las injusticias en el acceso a la solución cuando nos contagiamos. Ha sido una experiencia de reconocerse como ser humano, de ver en el otro un hermano que se preocupa de ti con sinceridad y real deseo que salgas adelante. Ha sido, dentro de las dificultades, una experiencia maravillosa sentir el aliento desde Irán, Cuba, México, Argentina, Suiza, Palestina, Azerbaiyán, Colombia y lógicamente desde mi país entre otros sitios. Hombres y mujeres que me han expresado por centenares su apoyo.
El mundo está convulsionado y lo sigue estando a pesar de esta pandemia global. Crisis políticas, económicas, relaciones internacionales, donde el marco de confrontación sigue siendo la disputa hegemónica entre las grandes potencias. Todo ello bajo la influencia de una pandemia sanitaria, que ha afectado la esencia de la vida humana: las relaciones sociales, interpersonales, la desconfianza en las autoridades, la pugna por acceder a fármacos, tecnología de primer nivel, para la atención de millones de personas afectadas por el Sars Cov-2 e incluso sus mutaciones. Vacunas, intereses empresariales por encima de las necesidades de la población, son una muestra de la profunda crisis de valores que estamos experimentando.
La pandemia del Covid -19 expresa en su carga más negativa , a una humanidad que toca fondo, que requiere un cambio medular como conducta vital, que necesita un viraje, que centre el desarrollo de nuestra condición de ser humano hacía, precisamente, conseguir resolver nuestros derechos sociales, económicos, sanitarios, laborales, en la defensa de la vida por sobre el capital y los intereses de una parte mínima de nuestra humanidad, que según datos entregados por la ONU sólo el 1% más rico tiene más del doble de la riqueza que 6.900 millones de personas y que además ha generado, que en esta época de dificultades, precisamente, las mayores fortunas del mundo incrementen en forma obscena sus riquezas. Tal situación insta a una revisión profunda de la manera que nos comportamos, de la visión de mundo que nos debe animar del darnos cuenta, pero también hacer un viraje radical de nuestras vidas.
La solidaridad parece ser un concepto que se ha vaciado de contenido. Es exitoso el país que logra vacunar más de sus habitantes, incluso si ello implica privar a una parte de la humanidad de ese acceso a vacunas, que podría dar alivio a parte del sufrimiento de sociedades que llevamos largos meses de padecimientos. Esa deshumanización se vive, con todos aquellos que son sometidos a políticas de máxima presión, a sanciones, bloqueos, embargos, donde en función de intereses políticos, energéticos, ideológicos, de dominio de un ser humano contra otro se es capaz de bloquear en forma terrestre, naval, aérea a millones de habitantes, para incrementar el sufrimiento. Impedir la entrada de alimentos, fármacos, criticar incluso la previa de brigadas médicas de países que van en apoyo de otras sociedades.
Tal es el caso de Yemen, por ejemplo, el país más pobre del mundo árabe, sometido ya 6 años de agresión a manos de la monarquía saudí. O Siria atacada en forma sostenida en todos los ámbitos en 11 años de agresión terrorista donde Occidente ha jugado de aval, financista, patrocinador en función de llevar adelante los intereses de los lobbies estadounidense, principalmente, expresados en los grupos de presión energéticos, Saudí-Sionista y complejo militar industrial. No es casual que la región de Asia occidental sea hoy expresión del mayor mercado de armas en beneficio de empresas norteamericanas, francesas, británicas, españolas, alemanas, que cifras multimillonarias, que dinamizar las economías capitalistas, generando esta línea de hipocresía de hablar de paz, democracia, defensa de derechos humanos y al mismo tiempo beneficiarse de la muerte y el dolor.
Cómo es posible que, al centrar nuestros esfuerzos en salvar vidas, en proporcionar salud, tratar de generar un estado de mejora al mismo tiempo aceptamos, en ocasiones pasivamente, que existan ideologías como esta triada pandémica conformada por el imperialismo, el sionismo y el wahabismo y que hagan de su conducta criminal una práctica cotidiana donde se le niega, por ejemplo, vacunas a aquellos millones de palestinos sometidos ya a 73 años de ocupación y colonización de su territorio. O se agreda a países vecinos como Yemen, por parte de la Casa al Saud, sometida a una crisis sanitaria que ha generado millones de afectados, decenas de miles de muertos, desplazados, refugiados, enfermedad, muerte, dolor.
Cómo es posible seguir aceptando que se trate de doblegar al pueblo sirio, iraquí, presionar al pueblo libanés, afgano, someter a políticas de máxima presión a la República Islámica de Irán en función de líneas de dominio, donde se trata de afectar su soberanía, para seguir cumpliendo ese sueño imperial de dominar Asia Occidental, el Cáucaso (No en balde la guerra de Nagorno Karabaj tiene una connotación geo estratégica indudable) Asia Central y dominar vías de oleoductos, gasoductos, impedir el desarrollo de nuevos ejes de comercio, que afectarían el actual dominio occidental como es la ruta de la seda, por ejemplo.
Las prioridades del imperialismo y sus aliados difieren completamente de aquellas que el 90% de la humanidad persigue en orden a dotarse de perspectivas de vida que satisfagan sus necesidades básicas. No es casual, que mientras se lucha por enfrentar la pandemia, por dotar de algo de seguridad económica a cientos de millones de personas carenciadas, de avanzar en caminos de colaboración, de evitar procesos de dominio destinados a ejercer políticas basadas en mitos, destinos manifiestos y objetivos absolutamente desquiciados. Mientras ello sucede la tríada criminal, el eje Washington, Tel Aviv, Riad se esfuerza en intensificar los esfuerzos bélicos, en generar una economía basada en la destrucción y hacer del mundo un espacio de extinción. Son ellos la pandemia paralela, son ellos la mutación de enfermedades que afectan a nuestra humanidad.
Las cifras que se manejan hasta ahora signa que la colaboración de gobiernos, empresas farmacéuticas, entidades filantrópicas han significado un gasto estimado, para la elaboración de las vacunas, hoy en uso, cercana a los 10 mil millones de dólares, que podría redituar el doble. Una cifra, aparentemente monumental, pero, que representa un ínfimo gasto si consideramos, por ejemplo, lo que significa el presupuesto de la Marina de guerra estadounidense que se está dotando de aquí a junio del año 2022 de tres nuevos portaaviones del tipo USS Gerald Ford (el único operativo hasta el momento) cuyo costo unitario es de 15 mil millones de dólares. Al Ford se unirá el USS John Kennedy y el Enterprise. Todos ellos elevando la cifra de naves de muerte a una flota de 11 portaaviones en uso. Todo ello en un marco presupuestario que superó este año 2021 los 800 mil millones de dólares, superior en 12 veces al presupuesto chino y 14 veces el ruso.
Se trata de un gasto monumental y que genera, igualmente, que las políticas de países rivales de Estados Unidos también desarrollen armas de este tipo, que con presupuestos menores igualmente implican un gasto que podría ser destinado al desarrollo de nuestra humanidad, al combate al hambre, a las enfermedades a desarrollar sistemas de salud solidarios, a pensar el mundo de una forma que se requiere como exigencia de sobrevivencia. Rusia dispone de un único portaaviones el Admiral Kuznetsov optando más bien por buques de clase destructor y cruceros y desarrollo de sistema de misiles, que le dan un gran poder operativo.
China que poseía un portaaviones de origen ucraniano (Liaoning) ha construido el Shanpong y se espera su pronta ejecución del Type 002 Teniendo en cuenta la época, el primer portaaviones chino no deja de ser un buque impresionante. Tiene una eslora de 302 metros y un desplazamiento oficial de 58.000 toneladas. Es de propulsión convencional, dispone de 8 calderas y 4 turbinas y su costo estimado ronda los 9 mil millones de dólares, dotado, además de un buen armamento defensivo de fabricación propia, lo habitual en otros buques de superficie de la potencia asiática.
Los presupuestos bélicos son una pésima señal, representan lo contrario a la solidaridad, la colaboración, el objetivo de vislumbrar caminos de desarrollo que favorezcan a la mayor cantidad de habitantes de nuestro planeta, de la flora y fauna, del medio ambiente. La pandemia del Covid-19 es una oportunidad de dar luces respecto a avanzar en caminos de colaboración. ¿Seremos capaces de aprender de ello o simplemente seguiremos hacia el camino de la extinción como humanidad?
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Pablo Jofre Leal
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