¿Por qué los barcos de guerra no están frente a Colombia, Perú o Panamá?

Estados Unidos ha movilizado barcos y miles de efectivos al Caribe bajo el relato de “cortar las rutas del narcotráfico” y colocar a Venezuela en la mira como epicentro del problema.
Nota: Diario La Humanidad – Alfonso Ossandón – Corresponsalía Milano- Italia
Pero algo no calza: si la preocupación fuese realmente la cocaína, la flota debería estar frente a Colombia y Perú, que producen más del 90 por ciento de la droga mundial, o en Panamá, donde en los últimos meses se han incautado cargamentos que ya suman más de un millar de toneladas.
Esos decomisos, por falta de garantías para ser trasladados a Estados Unidos, se han ido acumulando y ya generan problemas de seguridad en Washington: el riesgo de filtraciones, desvíos o pérdida de control preocupa más que la retórica de la “guerra contra las drogas”. ¿No será que la verdadera urgencia de esta operación militar es asegurar que esa droga llegue rápido y bajo custodia a territorio estadounidense, donde una parte se exhibirá en incineraciones televisadas para el show mediático, y otra seguirá alimentando los circuitos financieros que dan oxígeno a Wall Street?
Pero como si el teatro militar y mediático no bastara, detrás de esta farsa se esconde algo mucho más siniestro: un genocidio silencioso, donde los responsables son los mismos actores —Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea— que hoy levantan el dedo acusador contra Caracas.
Sus decisiones bélicas y financieras han sembrado miles de muertos en Medio Oriente, África y ahora en Ucrania. Esas vidas perdidas no desaparecen: siguen a la élite decadente europea en sus pasillos diplomáticos y en la intimidad de sus vidas privadas, manchando cada discurso sobre “derechos humanos” con la hipocresía de la sangre derramada.
Lo que se presenta como una ofensiva contra “Los malvados venezolanos” es, en realidad, una operación de propaganda: petróleo, control de rutas, titulares fáciles y la necesidad desesperada de tapar el fracaso brutal de Occidente en Ucrania.
Venezuela funciona como villano de utilería, mientras el negocio real —el del dinero sucio convertido en capital especulativo— sigue moviéndose en Nueva York y Londres.
La pregunta queda en pie, más incómoda que nunca: si la droga está en Colombia, Perú y Panamá, ¿por qué los barcos de guerra no están allí?
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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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Imagen : infodefensa.com
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