La Soledad de Los Juntos: sobre “El Poder de la Soledad o La Soledad Viral” de Carlos Angulo
Nota: Carlos Matute Ron – Periodista – Venezuela
Hace unos días llegó a mis ojos un texto en contexto con la realidad in vitro que muy probablemente han desarrollado desde las lógicas de los lobbys farmacéuticos los imperantes negociantes de la vida desde el capital.
“El poder de la soledad o la soledad viral”, es un texto holográfico del autor Carlos Angulo, el cual nos permite la reflexión desde el individuo hacia los otros, es decir, desde una soledad para ser acompañada en tiempos de pandemia global de la Covid-19.
El ejercicio reflexivo al que nos sume el oriundo de El Tocuyo, permite vernos más allá de las consabidas fugas teóricas muy planteadas en estos días por quienes han jugado posición adelantada en el Parnaso intelectual del ego sin siquiera dar la cara en el espejo del compromiso, ello, ante una soledad involuntaria que en en el fondo nos exige comprender porqué tanta prisa por demostrar cuál o tal teoría tendría más relevancia, o sí con el virus monarca el capitalismo tendrá su estocada final.
Lo cierto, que sobre “El Poder de la Soledad …”, permite vernos desde esa instancia que siempre ha estado allí y a la cual le hemos tenido miedo porque está asociada al fracaso, a la locura, al margen del marginal, al desdén del no ser en un sistema social donde al homo sapiens lo han pretendido sustituir por el homo aeconomicus: al final de cuentas, la sumatoria de la fórmula liberal sólo le ha restado al ser desde la división de la unidad. Las matemáticas de la reserva federal no fallan. El valor del cero de nuestros pueblos ancestrales tampoco: hay una posibilidad de transformanza*.
Y he allí donde radica la importancia del Ser en su soledad en medio de esta crisis sanitaria, económica y humana, que nos sustrae de su propia realidad, pero no para abstraernos hacia el mundo real, el de los valores en lo colectivo de los pueblos en lucha, sino en la soledad solitaria que acompaña al capital desde sus dispositivos mass-mediáticos, promoviendo así la desidia del pensar y repensarnos más allá de la técnica impuesta por el mundo de la ilustración. De allí a la vagancia el no entender que no estamos de vacaciones, sino en plena militancia por lo que nos corresponde de horizonte, sobre todo a nosotros, los que asistimos a este simulacro para acompañarnos en soledad colectiva en un sueño que ya no será individual.
El viejo diablo usó su artimaña: manejó nuestra psiquis haciéndonos creer el más lindo de los sueños que realmente eran carencias: que vivimos bajo nuestras propias creencias cuando en efecto, desde el pánico generalizado, esa ficción de infinitud que opera en el sistema económico liberal sólo ha sustraído al Ser a otra soledad, la ahora viral, que nos condiciona a su modo y conveniencia, inoculando, paralizando al sujeto (hombre y mujer sin distinción de edad, color, creencia) ante un futuro incierto.
Pero hay una verdad más allá de los callejones sin salida que los contratistas de estrategias militares han impuesto para reordenar la vida desde las especificidades orgánicas del llamado ‘Estado Profundo’ (o Deep State, como también gusta de ser llamado) espacio/tiempo desde donde operan las corporaciones, las multinacionales, los organismos multilaterales y las mafias financieras globalistas.
He allí un punto de inflexión: cuestionar la realidad. Dudar para vivir. Avanzar hacia lo más extremo de la realidad que nos imponen desde esos centros de poder y permitirnos cambiar la visión global del Amor en esta soledad de laboratorio que sí, nos puede ayudar a escapar de la ociosidad del consumismo y su moebius.
Y aunque con la razón no se coma, ésta nos mantiene despiertos, lúcidos, en el mundo de pesadillas proyectadas por el capitalismo, lo cual implica soñar otro mundo posible en el aquí y el ahora (nuestra agenda, nuestro espacio/tiempo), para y post-pandemia, no tener excusas de construir en la tierra la agenda que a dios le fue arrebatada el mismo día que registraron sus siglas y privatizaron el planeta tierra.
La miseria de la mala soledad o de la mala compañía, son espacios relativos a nuestro mirar: implica cambiar el ritmo de la velocidad social. De allí, que no debamos atrincherarnos sino justificamos nuestros pasos por lo único que es digno en esta dimensión. Si vamos a morir, seamos dignos en el vivir. Para ello la vacuna es abrir los ojos y abrazar al otro desde la conciencia horizontal de que estamos todos montados en el mismo planeta. Que nuestro único dogma sea lo concreto.
*Transformanza: la transformación que le ocurre al ser en ese momento en que está esperando, porque la esperanza es lo único que se espera, y no hay que esperar ni siquiera por la esperanza. Categoría (o neologismo) acuñada por Carlos Angulo hace unos cuantos textos ya.
Foto:solidaridad.net
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