Carta de Pablo Hasél desde la prisión de Ponent

Diario La Humanidad – Información de Primera

Tras un largo medio año de intensificación de la ocupación genocida contra Palestina, resulta evidente que la respuesta popular en las calles ha sido floja ante la grave proporción de lo acontecido.

Cartas desde prisión:

Pablo Hasel.

Prisión de Ponent, Abril 2024

Tras un largo medio año de intensificación de la ocupación genocida contra Palestina, resulta evidente que la respuesta popular en las calles de este Estado ha sido floja ante la extremadamente grave proporción de lo acontecido. Con honrosas excepciones de personas y organizaciones que trabajan tenazmente para que la barbarie sionista amparada por la OTAN, tope con una oposición más firme y extendida. La falta de movilizaciones más potentes y frecuentes -entre otras tantas acciones- es más preocupante dadas las simpatías mayores que siempre ha despertado Palestina respecto a otros territorios. Esta tibia resistencia materializada -hay un rechazo mayoritario a la actuación del sionismo que no suele cristalizar en práctica- se explica por varios factores: falta de más organización revolucionaria, bajo nivel de conciencia generalizado, la nefasta influencia de la «izquierda» domesticada … y por la normalización del genocidio, de la barbarie en general, que a la vez condiciona el resto de factores.

Incluso la ONU asquerosamente sometida al sionismo, ha reconocido que este «está siendo un genocidio retransmitido en directo». Día tras día todo tipo de medios muestran fotografías y vídeos de miles de niños brutalmente asesinados, barrios enteros arrasados, hospitales y colegios bombardeados, heridos gritando de insoportable dolor y un extenso etcétera de atrocidades. Eso sí, dejando la diseñada conclusión de que no podemos hacer nada para detenerlo, blanqueando la criminal colaboración europea-estadounidense y criminalizando la legítima e imprescindible resistencia palestina. Es decir, propagando el derrotismo, la sensación de que lo único que se puede hacer ante otro holocausto es sentir pena mientras se sigue votando a los culpables y a sus cómplices. Cosa que supone un enorme freno para la persistente y contundente movilización y señalamiento de quienes en nuestro territorio facilitan el genocidio desde las instituciones. Algo que desconocen amplios sectores que dicen oponerse al genocidio cuyo ejecutor no es solo Israel como interesa propagar a sus socios y medios de manipulación.

La «izquierda» del régimen solo pregona la caridad mientras silencia el gran aumento de la compraventa de armamento con el sionismo por parte del anterior Gobierno del PSOE-UP. Son tan escandalosas sus mentiras cuando dicen haberla detenido, que hasta su diario afín el Periódico denunciaba a fecha 3 de abril:

«España sigue exportando lo comprometido con anterioridad y mantiene las compras y adjudicaciones».

Por no ahondar en su actual y estrecha colaboración en materia represiva y empresarial. Con razón no han expulsado ni a la embajadora de Israel. ¿Se puede ser más cínico? Quieren que nos limitemos al lamento estéril, pero Palestina no necesita nuestra pena, necesita nuestra solidaridad de la que forma parte la lucha contra quienes ayudan al sionismo en el Estado español.

Como decía el comunicado que publicó este diciembre el Frente Popular para la Liberación de Palestina:

«Hacemos hincapié en que la introducción de ayuda humanitaria es importante y vital, pero pierde su importancia en el contexto del actual Holocausto que la ocupación perpetra. Consideramos que las posiciones y declaraciones estadounidenses y occidentales sobre la protección de los civiles son engañosas, su objetivo es absorber la indignación pública internacional y encubrir la continuación de la agresión».

También en el mismo comunicado, el FPLP añade:

«Hacemos un llamado a todas las instituciones, universidades, sindicatos, comités, clubes, personalidades, escritores, periodistas, artistas, profesionales de los medios y atletas, a boicotear a la entidad de ocupación, a sus partidarios y a quienes encubren sus crímenes y masacres. (…) A intensificar sus movimientos de solidaridad con nuestro pueblo, en todos los campos y arenas, frente a las embajadas y a los intereses de las empresas e instituciones que apoyan la agresión y a asediar puertos y aeropuertos para presionar por el cese de las exportaciones de armas».

Acciones solidarias que se producen constantemente a lo largo y ancho del globo pero que a todas luces es palpable que son insuficientes y que urge multiplicar. En una interesante y recomendable entrevista a Jaldía Abubakra, activista de Gaza en el Estado español, apunta: »Si el genocidio no se detiene, deberíamos recurrir a la desobediencia civil. (…) Si los gobiernos siguen sin escuchar a la gente que dice ‘¡basta!’, tendremos que ir a donde están: a las sedes de los gobiernos de las comunidades autónomas, a las diputaciones, a las sedes de los partidos políticos, a los ayuntamientos … Tenemos que ir a sus puertas para pedir medidas concretas cuanto antes». Un ejemplo de las voces que intentan que la respuesta adquiera mayor contundencia para ser más efectiva.

Conscientes del potencial que posee el enorme rechazo a la barbarie sionista, el Estado colaboracionista español quiere evitar que se desarrolle un potente movimiento solidario que apunte a las causas y las combata. De ahí la represión que ha ejercido contra numerosos militantes pro Palestina. Mientras el Gobierno que la avala propone como «solución» la creación de un Estado palestino que no pondría fin a la ocupación criminal, a los miles de presos políticos palestinos, al apartheid y a todo tipo de bloqueos y opresiones. Como recuerda Jaldía en la misma entrevista:

«Los principales promotores y justificadores del genocidio israelí son los mismos que proponen una y otra vez la solución de los dos estados. (…) No quieren renunciar a que Israel esté en territorio palestino porque Israel forma parte de Occidente y seguirá defendiendo sus intereses. Ni siquiera quieren escuchar hablar de la descolonización. (…) Para uno el 80% del territorio robado y para los palestinos el 20%». Esta es la forma de fingir que apoyan a Palestina como con la farsa de la ayuda humanitaria y así tratar de anular la oposición popular.

Este está siendo uno de los genocidios más explícitos, pero el capitalismo implica un genocidio diario asesinando de múltiples maneras por todo el planeta. Aún más normalizado que este, que a la vez forma parte de todos los perpetrados por el capitalismo imperialista. Unos crímenes y una violencia sistemática para imponer la acumulación de riqueza por parte de una ínfima minoría, que apenas escandalizan con el consecuente perjuicio para la resistencia. Igual que la resistencia palestina ha quebrado la normalización de la ocupación con sus acciones militares, las acciones solidarias que también apunten a los culpables más cercanos, contribuyen a que puedan normalizar menos un genocidio que grita desesperadamente que lo detengamos.

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Imagenes tomadas de: izquierdadiario

Fuente: La Haine

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