Argentina: Imaginemos un candidato presidencial

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Un imaginario sobre las elecciones del gigante del Rió de la Plata

Diario La Humanidad – Información de Primera – Nota: El Ruso Otero – Uruguay

Imaginemos por unos instantes que yo fuese un político que me encuentro con usted y le brindo un emotivo discurso.

Le digo por ejemplo, que en estos tiempos de una acelerada desdolarización en el mundo, pretendo dolarizar el país al máximo. Imagine que continuo y  le digo que lo mejor a partir de ahora es que cada una de las personas de este país obtenga una prestación de salud acorde a sus posibilidades (mientras tanto usted seguramente pensara en como los préstamos del FMI y la crisis del covid 19 dejaron una pobreza mayor al 40% de la población).  Digamos que yo me tomara el atrevimiento de decirle a usted que la solución es liberar el mercado totalmente para que fluctúe a su antojo en el país (luego de ver como durante y después de  la  covid 19 empresas grandes y pequeñas se enriquecieron y muchas otras se desaparecieron dejando un tendal de gente sin nadie a quien reclamar). Pensemos por un rato que yo presento en mi alocución  como una gran solución a algunos problemas, privatizar las empresas públicas (mientras ya sabemos que hoy en Europa los estados gastan millones y millones en subsidios y apoyos a las empresas privadas para que no dejen de funcionar o se vayan del país). Imaginemos ahora, que  yo continuando con mi afán por conquistarle, le siguiera contando y le dijera que voy a reducir el gasto social al mínimo (sabiendo que el gasto social es una parte ínfima del gasto fiscal, cuando en realidad la mayoría de este ultimo gasto es  por lo general resultado de  subsidios a empresas o privilegios de la élite de  la nación entre otros tantos) y además le digo que  voy a modificar las leyes para encarcelar niños, despedir empleados públicos sin ninguna razón aparente y para que cualquier persona pueda portar un arma mientras pasea por las calles de la ciudad de Buenos Aires (aquí en esta parte, si le daría la razón a la teoría de la jungla de la que habla Josep Borrel). Pero mejor aun, imagine que me siento envalentonado y que decido ya decirle a usted que el problema aquí es la “casta política” y que la quiero hacer desaparecer, pero a su vez además quiero colocar en los primeros lugares del gobierno a la más perversa  casta militarista, para militarizar los centros de estudio y dar “seguridad” a las empresas e instituciones (y para ello tendría la notable colaboración de  mi segunda al mando en mi lista, que sería casi que una vocera de la casta militarista, que defiende a los genocidas dictadores y hasta ha escrito varios libros en sus intentos por justificarlos). Suponga usted que quiero continuar explicandole la distopía que tengo programada por si gano las elecciones y le digo que voy a barrer con el sistema público de jubilaciones y pensiones (sabiendo que hay una larga y extensa lista de países en los que se ha estafado en general a las personas por parte de las empresas privadas, uno de esos es Chile que cuando comenzaron con estos seguros privados, el país era considerado un “ejemplo para el mundo” con sus privatizaciones de todo tipo, pero que luego llevaron a la crisis y el estallido social que duró años de miseria y desencadenó entre el 2019 y el 2020 en una explosion social dejando decenas de fallecidos a manos de policías y militares y dejando también un estado fallido sin posibilidad de generar ni siquiera una nueva constitución real que beneficie al país y a su pueblo, para asi dejar atras de una vez los tiempos dictatoriales de Pinochet). Supongamos que en mi yo más íntimo siento que lo estoy convenciendo a usted poco a poco y entonces decido retorcer aún más mis dedos mientras gesticulo con mis manos y exagerar al máximo mis facciones gritando y salpicando gotículas de saliva como forma de dar una imagen de violencia total e irrefrenable que vendría a ser el producto de la situación política actual. Para luego continuar diciéndole ya con mis ojos inyectados en sangre que voy a eliminar el banco central y seguramente lo prenda fuego como un símbolo de los nuevos vientos libertarios. Le digo además que voy a eliminar todos los planes de ayuda social, pero también voy a reducir los impuestos a todas las empresas (a esas mismas empresas que les voy a dar libertad total para que se manejen en el mercado a su gusto, tomando gente, despidiendola, humillandola o destratándola sin que estas tengan la posibilidad de iniciar ningún reclamo a nadie y si no les gusta que renuncien, porque a partir de ahora la prioridad para el estado son las empresas privadas y no el factor humano). 

Pero además, para terminar y como broche de oro le lanzo a usted mi frase conquistadora nuclear:

“El mejor presidente de la historia de Argentina fue Carlos Saul Menem, el mejor ministro de economía fue Cavallo y estos politicos que estan ahora y que han estado en los últimos años son todos uno chorros, absolutamente todos, menos mi queridisimo Mauricio Macri” 

Imaginemos ya al final, que cierro todo con una sonrisa similar a la de Benny Hill luego de golpetear la calva de un anciano repetidamente y me vaya alejando de usted dejándole solo con su materia gris encendida al máximo. 

Seguramente y como consecuencia de todo esto, usted piense que más allá de mi peinado al estilo adolescente  japonés fanatico de algun anime, o de la magistral capacidad que tengo de hablar durante dos horas seguidas sin parar, intercalando aire y saliva a mitad de las palabras sin frenar totalmente la oratoria, más allá de todo ese entusiasmo y esa energía producto de distintas recargas nasales con las que me he convidado a lo largo del día y más allá de mi magnífica cara de odio irrefrenable a todo lo que no se identifique conmigo (al mejor estilo colono israeli recorriendo la franja de Gaza), más allá también de mi imagen todopoderosa plasmada en la foto de un león dibujado en fuego describiendo así la más rancia estampa machista que llevo dentro , más allá de todo esto y mucho mas, se que usted quedo pensando que en estos momentos estoy más cerca, mucho, pero muchisimo mas cerca del chaleco cruzado y atado en la espalda y  las paredes acolchonadas, que de recibir la presidencia de manos del simpático  abuelo Gepetto que está por salir de la ballena que se lo engullo hace aproximadamente cuatro años. 

Pero como en esta vida real, no soy un político, prefiero decirle a usted y a los suyos que anden con mucho cuidado! Que no imaginen que todos los políticos son iguales y que más allá de las mentiras de algunos políticos, y de una prensa cómplice que vivió de la dictadura y gracias a la dictadura y que ha representado siempre a los grandes intereses financieros (y que por algo elogia a su político mimado paseandole por todos los canales y diarios). Mas allá de todo esto, no todos son iguales, no todos están en busca de dinero fácil, no todos son corruptos o no todos están tan visiblemente desequilibrados de la cabeza. Y aunque asi fuese en realidad, siempre está la posibilidad de elegir lo que a uno le parezca menos malo o menos destructivo que lo demás, lo que pueda generar al final de todo un daño menor. No puede uno por estar cansado de la política, agarrar a los falsos profetas que llegan con recetas que han fallado en todas las cocinas que las han intentado realizar y menos los que llegan con recetas totalmente destructivas de la contención para los más necesitados, con ideas individualistas que solo quieren separar y dividir a las personas por aquello de tanto tienes tanto vales, creando para ello el sistema más injusto e inhumano que se pueda llegar a implementar, la meritocracia. Eso que les hace sentirse superiores a los demás porque ellos estudiaron o porque ellos recibieron una suculenta herencia luego de haber nacido en un hogar con las necesidades básicas cubiertas y mucho más. Eso que no les deja ver que aquel que se levanta a las 5 de la mañana en un barrio marginal, para viajar kilómetros en bicicleta o en subte para poder  llegar a un puesto de trabajo en una empresa que le paga un salario mínimo en el mejor de los casos, por trabajar desde las 8 a las 20 o más sin parar o apenas parando para almorzar si es que hoy llevo su taper con arroz o fideos, son mas que trabajadores, son héroes de la patria.  Ellos que están tan aferrados a sus ombligos que no pueden comprender que ese inculto marginal ha trabajado mucho más que ellos para alimentar a sus hijos a lo largo de su vida. Ese mismo que podría ser también el que se pasa las 24 horas del día recorriendo basurales en busca de tener algo para vender, que le pueda dar la posibilidad de llevar algo de comida a la mesa donde se sientan  sus hijos. Mientras que ellos imaginan que sus  vidas son casi  perfectas porque ellos si son  personas trabajadoras y perseverantes y se lo merecen, porque a diferencia de esos marginales, ellos son sacrificados y luchadores. 

Mientras “ellos” continúen mirando cada uno su ombligo como hemos hecho durante los últimos siglos, continúaran muriendo más de 700 niños por hora en el mundo solo por la simple razón de no tener ningún tipo de alimento para ingerir.

Y si “ellos” suman a más personas en su afán destructivo e individualista, la civilización merecería ya sin ninguna duda, tener el mismo elegante destino que han tenido los dinosaurios.

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Imágen tomada de:  .infobae.com

Los artículos del diario La Humanidad son expresamente responsabilidad del o los periodistas que los escriben

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