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Una reunión con líderes de Oriente Medio y la repetición de experiencias pasadas llenas de contradicciones

Nota: Zoha Abdlchodaci, Diario la Humanidad

Corresponsalía – Irán

Donald Trump, en una visita oficial con un grupo de jueces y personalidades destacadas de Oriente Medio, calificó este encuentro como la «reunión más importante del día» y afirmó que su objetivo principal es poner fin a la guerra en Gaza y repatriar a los rehenes.

Enfatizó que hasta ahora una parte significativa de los rehenes ha sido liberada, pero que aún quedan 20 rehenes y 38 cuerpos en manos de los grupos de resistencia, y sus familias esperan su regreso. Según Trump, este grupo puede lograr resultados más que cualquier otro en el mundo.

Trump también habló de sus llamadas y conversaciones con el primer ministro del régimen sionista, Benjamin Netanyahu, y expresó su esperanza de que estas negociaciones conduzcan a un acuerdo para detener la guerra y devolver a los rehenes. Describió la vida en Oriente Medio como «hermosa» y añadió que, sin guerra, esta vida podría ser aún más hermosa.

Uno de los representantes presentes en la reunión, agradeciendo la hospitalidad de Trump en estas circunstancias críticas, subrayó la necesidad de poner fin a la guerra y ayudar al pueblo de Gaza, describiendo la situación humanitaria en la región como «muy grave». Expresó la esperanza de que el papel de Trump en este proceso contribuya a alcanzar una solución.

Trump, en respuesta, agradeciendo sus palabras, recordó que, aunque hoy había tenido más de 32 reuniones, considera esta la más importante porque su objetivo es poner fin a una guerra que, según él, «nunca debería haber comenzado».

Sin embargo, la experiencia pasada ha demostrado que tales declaraciones por parte de Trump no necesariamente se traducen en un cambio real sobre el terreno. Un ejemplo claro fue cuando anteriormente anunció un alto al fuego en Gaza, pero poco después, Israel reanudó los ataques y, en el mismo contexto, Sayyed Hassan Nasrallah fue atacado y martirizado en el suburbio sur de Beirut. Este evento, para muchos en la región, es un recordatorio de la clara contradicción entre las afirmaciones de Trump y la realidad de los acontecimientos sobre el terreno.

Por ello, algunos analistas ven esta nueva reunión no como un esfuerzo sincero para poner fin a la guerra, sino como una continuación de la antigua política de Trump; una política en la que intenta reunir a los líderes de países islámicos y presentarse a sí mismo en el papel de «salvador». Esta construcción de imagen, aunque pueda parecer efectiva a corto plazo para la propaganda política y la reconstrucción de la imagen de Trump en el escenario internacional, siempre ha sido recibida con escepticismo y pesimismo sobre el terreno por parte del pueblo de Gaza y la región.

Además, se debe señalar un importante error de cálculo entre algunos líderes árabes y turcos. Han intentado repetidamente considerar a Estados Unidos como un actor independiente de Israel, mientras que, en realidad, las decisiones de Washington y Tel Aviv están completamente entrelazadas. El propio Netanyahu ha admitido este hecho. Tucker Carlson, el conocido presentador estadounidense, dice: «Netanyahu les dice directamente a los demás: ‘Yo controlo a Estados Unidos. Yo controlo a Trump’. No es una suposición mía; porque he hablado con personas que han escuchado estas palabras del propio Netanyahu». Calificó estas declaraciones de Netanyahu como «excesivamente despectivas» y dijo que no podía tolerarlas.

Esta realidad se ha demostrado repetidamente sobre el terreno; como cuando Israel atacó Qatar y ninguno de los sistemas de defensa estadounidenses se activó para protegerla. O como cuando Estados Unidos ha vetado repetidamente resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU relacionadas con detener el genocidio en Gaza, impidiendo prácticamente cualquier acción internacional contra Israel. Desde esta perspectiva, esperar que Washington dé un paso real contra Tel Aviv no solo es ingenuo, sino que va en contra de la experiencia histórica y las realidades sobre el terreno.

En otras palabras, la reciente reunión de Trump, más que traer una nueva esperanza para el fin de la guerra, es un reflejo del mismo patrón anterior: promesas grandilocuentes a nivel diplomático y la continuidad de la violencia y la guerra sobre el terreno.

Esta brecha entre las palabras y la realidad es algo que la opinión pública en Oriente Medio recuerda muy bien y recordará una vez más al analizar esta reunión.

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Imagen: bloomberg

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