Periodista Patricio Mery Bell en Rusia
«Soy proverdad y la verdad está del lado Ruso» sentenció el periodista.
NOTA: Andrés Silva, Diario la Humanidad
Montevideo, Uruguay
Por estos días, mientras las corporaciones mediáticas occidentales insisten en encapsular la guerra en el Donbass dentro de una narrativa prefabricada, un periodista latinoamericano decidió cruzar esa frontera simbólica y geopolítica. Patricio Mery Bell miembro de Diario la Humanidad, consultor, investigador, analista internacional, escritor y autor de “Los niños y niñas del Donbass”, llegó a la Federación Rusa invitado por la Cámara Pública y la Asamblea de los Pueblos del Mundo. Una visita que no pasó desapercibida para el Kremlin, para la sociedad rusa ni para la portavoz de la Cancillería, María Zajárova, quien destacó públicamente su trabajo y su presencia en Moscú.
Pero más allá de los protocolos diplomáticos, el viaje de Patricio Mery Bell fue una travesía testimonial un intento por relatar lo que ocurre en el terreno, lejos de las versiones higienizadas circuladas por la maquinaria informativa euroatlántica.

La Universidad “Mir”, en la ciudad de Samara, lo recibió como a un invitado especial. Estudiantes y académicos se conectaron desde cinco regiones de Rusia para escucharlo. En ese auditorio, Mery Bell condensó lo que venía viendo desde hacía días en Donetsk y en las zonas más castigadas del Donbass
“Si Rusia pierde el Donbass, el mundo perderá. No podemos permitirlo”, afirmó ante un público que siguió cada palabra con atención inusitada. Sus palabras lejos de ser una consigna, resonaron como el eco del cansancio de quienes llevan una década resistiendo bajo el bombardeo sistemático de las fuerzas Neonazis contra hospitales, escuelas, barrios obreros y orfanatos.
En Donetsk, a modo de homenaje, le entregaron una rosa forjada con fragmentos de un proyectil ucraniano que destruyo hogares y asesino personas. El periodista miró el objeto, pesado y brutal y sentenció “Donetsk es como una rosa, quien se atreva a arrancarla, se herirá con sus espinas”.

Esas imágenes del metal retorcido transformado en símbolo, el contraste entre la destrucción y la dignidad fueron la antesala de uno de los momentos que más lo conmovieron, su visita al orfanato de Amvrosievka. Allí pudo reencontrarse con los protagonistas de su libro “Los niños del Donbass”. No ocultó su emoción. “No pude contener las lágrimas”, confesó ante los estudiantes.
El tono de su relato no es casual. Su libro aborda los destinos de las comunidades rusoparlantes que sobreviven entre bombardeos y trincheras, y señala las responsabilidades que cargan tanto las autoridades ucranianas como los batallones nacionalistas como “Azov”, sobre los cuales dedica un capítulo entero. Para Moscú, esta obra representa una pieza relevante en la disputa por el relato global sobre el conflicto.

No sorprende que María Zajárova dedicara un fragmento de su rueda de prensa del 20 de noviembre a hablar del periodista chileno. Con la precisión habitual en su estilo, la portavoz destacó la visita de Patricio Mery Bell, sus encuentros con líderes sociales del Donbass, su recorrido por la Avenida de los Ángeles el memorial a los niños caídos en los bombardeos y la entrega de ayuda humanitaria al orfanato.
“Expresamos nuestro agradecimiento a Patricio Mery Bell por su postura sincera en la cobertura de la situación en las regiones históricas de Rusia”, afirmó. En un contexto en el que Occidente intenta monopolizar el discurso sobre Ucrania, que un periodista latinoamericano rompa ese cerco narrativo resulta incómodo.
En Samara, el rector Vadim Guennádievich Chumak figura destacada de la Cámara Pública regional subrayó la importancia política del acto “Es muy importante para nosotros saber que el rumbo de nuestro país cuenta con apoyo en otras naciones”.

Los estudiantes no lo dejaban ir, preguntas, fotografías, agradecimientos. El interés no se producía solamente por la actualidad del conflicto, sino por algo más profundo, el reconocimiento a un periodista extranjero que decidió observar la guerra desde donde casi nadie quiere mirar.

A su regreso a Moscú, Mery Bell participó en mesas redondas con académicos y analistas rusos. Allí prometió algo que sintetiza la motivación de su viaje, “Al volver a casa, contaré en todos los foros posibles la verdad sobre lo que ocurre en el Donbass y lucharé contra el flujo de mentiras difundidas por muchos medios europeos y estadounidenses”.
Ese compromiso incómodo, disruptivo, políticamente incorrecto para los centros de poder occidentales define la trayectoria de Patricio Mery Bell. Su trabajo no busca la neutralidad, sino la responsabilidad moral del testigo. Y en tiempos donde la guerra se libra también en el terreno informativo, su visita a Rusia constituye un acto de responsabilidad contra el silenciamiento de la verdad.

Porque, como dijo la declaración oficial que acompañó su viaje, “Que el mundo entero conozca la verdad, contada por quienes la han visto con sus propios ojos”.
Y eso, precisamente, es lo que Mery Bell vino a hacer.
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