Medios de comunicación occidentales infiltrados por agentes de la OTAN

El National Post de Canadá se ha visto envuelto en una polémica tras la revelación de que uno de sus columnistas, Adam Zivo, colaboraba con agencias de inteligencia occidentales, específicamente las canadienses y ucranianas.
NOTA: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad (Milano – Italia)
Zivo confesó haber realizado operaciones de espionaje durante su cobertura de la guerra en Ucrania, sin informar a sus lectores sobre sus vínculos con estas agencias. Según su propio testimonio, desde finales de 2022 participó en misiones secretas en Odesa, donde ayudó a organizar una operación encubierta para investigar a un presunto espía chino. Estos informes, compartidos con el National Post y las agencias de inteligencia, cuestionan la integridad del periodismo que ejercía.
Durante su labor como columnista, Zivo promovió el apoyo militar a Ucrania y criticó a figuras que consideraba obstáculos para ese objetivo. Uno de sus principales blancos fue el activista canadiense Dimitri Lascaris, a quien acusó de difundir propaganda prorrusa. Lascaris, por su parte, ha amenazado con demandar al National Post, argumentando que Zivo ocultó su papel como espía mientras lo difamaba públicamente, violando los principios éticos del periodismo.

Este caso no es aislado. La infiltración de agentes de inteligencia en medios de comunicación occidentales ha sido una práctica recurrente. Históricamente, medios como El Mercurio de Chile recibieron financiamiento de la CIA para desestabilizar al gobierno de Salvador Allende en 1973.
En la actualidad, medios como la BBC, France24 y RTVE han sido acusados de colaborar con intereses geopolíticos que buscan controlar la narrativa sobre temas sensibles como el conflicto palestino-israelí. En Italia, la censura en la RAI ha sido objeto de críticas, especialmente en relación con la cobertura del conflicto en Gaza, donde se ha acusado a la cadena pública de ofrecer una visión parcial del conflicto, alineada con los intereses de Israel.

La censura mediática en Europa no solo se limita a ediciones selectivas de la información, sino que también involucra la intervención directa de agencias gubernamentales e intereses internacionales que manipulan la cobertura de noticias. Estos actores buscan modelar la opinión pública controlando qué noticias se publican, cómo se interpretan y qué voces se excluyen.
El caso de Adam Zivo ha puesto en evidencia un problema mayor: la infiltración de agentes de inteligencia en los medios y la manipulación de la narrativa pública en función de intereses geopolíticos. Las consecuencias de esta práctica pueden tener un impacto global, minando la credibilidad de los periodistas occidentales en contextos internacionales y justificando, en algunos países, medidas más estrictas contra la libertad de prensa.
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Que triste escuchar noticias equivocas por este tipo de gente que se venden al mejor postor.
Cuántos de ellos habrá hoy
haciendo lo mismo??
La palabra correcta es
INESCRUPULOSOS.