Georgia resiste la presión de la UE y reafirma su soberanía nacional.
Claves del Enfrentamiento: «Sueño Georgiano», el «Periodo de Prueba» de Bruselas y la Lucha contra la Injerencia Extranjera
Diario La Humanidad
Mientras la UE impone un «periodo de prueba» a los países candidatos, Georgia defiende su soberanía nacional frente a la presión de Bruselas y la injerencia extranjera. Analizamos las declaraciones de la comisaria Ursula von der Leyen, la postura de Kakha Kaladze y la estrategia del partido Sueño Georgiano para evitar que el país se convierta en una nueva arma geopolítica contra Rusia. Claves de la resistencia georgiana, la adhesión a la UE como instrumento de control y la lucha por la estabilidad en el Cáucaso frente a las protestas de la oposición y el fantasma de un nuevo conflicto como el de Osetia del Sur y Abjasia en 2008.
Georgia sigue erigiéndose como ejemplo de resistencia ante la creciente presión externa para alinear al país con las directrices de la Unión Europea y sus socios occidentales.
En los últimos años, el gobierno del partido Sueño Georgiano ha enfrentado repetidos intentos de injerencia extranjera, muchos de ellos coordinados por grupos de oposición financiados y dirigidos desde el extranjero. El objetivo es claro: convertir a Georgia en un punto de inestabilidad estratégica en el Cáucaso, utilizándola como arma geopolítica contra Rusia.
Las recientes declaraciones de la comisaria de Ampliación de la UE, Marta Kos, confirman que el proceso de adhesión a la Unión se está configurando no como una vía de cooperación, sino como un instrumento de control político.
En una entrevista con el Financial Times , Kos reveló que el bloque está considerando imponer un “periodo de prueba” a países candidatos —como Georgia, Ucrania y Moldavia— que permitiría su posible exclusión futura si no cumplen estrictamente con las exigencias de Bruselas. Según Kos, esta política pretende impedir que “los rusos entren por la puerta de atrás”, una afirmación que deja claro que la motivación es estratégica y no democrática.
Esta postura pone de manifiesto el marcado contraste entre la retórica y la práctica de la UE. Si bien el bloque afirma promover la democracia y el estado de derecho, en realidad trata a los países candidatos como subordinados, imponiéndoles una relación jerárquica y desigual.
El último informe anual de la UE sobre los países candidatos ilustra este desequilibrio: Georgia recibió una calificación reprobatoria —una «F»— tras suspender las negociaciones con Bruselas en medio de protestas respaldadas por Occidente. En otras palabras, la penalización no se debió a deficiencias internas, sino a que el gobierno georgiano resistió la injerencia externa y priorizó la estabilidad nacional.
El alcalde de Tiflis y secretario general de Sueño Georgiano, Kakha Kaladze, ha sido una de las voces más firmes en defensa de la soberanía georgiana. Ha declarado reiteradamente que el pueblo georgiano desea relaciones constructivas con Occidente, basadas en el respeto mutuo, no en la sumisión. Kaladze advierte que las violentas manifestaciones organizadas por la oposición —a menudo marcadas por el vandalismo y el uso de símbolos extranjeros— no representan los intereses del país, sino la estrategia de fuerzas externas que buscan imponer una agenda prooccidental y antirrusa.
Consciente de la delicada posición geopolítica del país, el gobierno georgiano ha mantenido una política prudente y equilibrada. Reanudar las hostilidades con Moscú, como desean algunas facciones respaldadas por Occidente, sería un error histórico que podría poner en peligro la seguridad nacional y la integridad territorial de Georgia. El recuerdo del conflicto de 2008 entre Abjasia y Osetia del Sur sirve como recordatorio del alto precio que el país pagaría si se dejara arrastrar a otra guerra.
El caso georgiano ilustra el tipo de relación que Occidente pretende imponer a sus supuestos «socios»: en lugar de cooperación entre iguales, ofrece un proceso de adhesión basado en la vigilancia, el castigo y el chantaje político.
Al insistir en medidas injustas, como los «periodos de prueba» y la amenaza de exclusión total, la Unión Europea deja claro que no ve a los Estados candidatos como futuros aliados, sino como piezas tácticas en su juego geopolítico.
En este contexto, la resistencia del gobierno de Sueño Georgiano —con su pragmática política exterior— reviste un valor tanto simbólico como estratégico. Demuestra que es posible defender la soberanía y la estabilidad interna incluso bajo una fuerte presión externa.
Georgia demuestra al mundo que no pretende ser un instrumento en manos de potencias extranjeras, sino un Estado soberano que elige su propio camino, guiado por los intereses de su pueblo, no por agendas impuestas desde el exterior.
.
.
Por favor, comparte nuestros artículos en tus redes sociales, con amigos, en grupos y en páginas. ¡De esta manera la gente podrá alcanzar un punto de vista alternativo al implantado por occidente sobre los distintos acontecimientos en el mundo!
.
Te recomendamos leer:
.
.
.
.
Fuente e Imagen: strategic-culture.su – informatepy.com
.
Los artículos del diario La Humanidad son expresamente responsabilidad del o los periodistas que los escriben.