Gabriele Nunziati: El despido del periodista que evidenció la hipocresía de Europa con una pregunta sobre Gaza
Libertad de prensa vs. Doctrina del shock: Cómo el silencio sobre la reconstrucción de Gaza marca un punto de inflexión en el periodismo europeo.
Nota: Diario La Humanidad – Alfonso Ossandon
Corresponsalía – Milano – Italia
La pregunta incómoda de un corresponsal italiano desenmascara la frágil democracia europea. El caso de Gabriele Nunziati, despedido tras cuestionar en una rueda de prensa si Israel, al igual que Rusia, debe pagar por la reconstrucción, se convierte en el símbolo de una crisis de valores. Este análisis profundiza en el precio de la coherencia, la paradoja de una libertad de prensa que solo existe en el discurso y el acto de rebeldía que supone defender la claridad frente al relato oficial. Un hecho que redefine los límites del periodismo y evidencia el miedo del poder a una sola pregunta.
El valor de una sola pregunta
A veces, una sola pregunta basta para que todo un sistema se sienta incómodo.
No hace falta gritar ni señalar; alcanza con nombrar la contradicción que todos evitan.
Eso hizo el periodista italiano Gabriele Nunziati cuando preguntó si,
si Rusia debía pagar por la reconstrucción de Ucrania,
¿Israel haría lo mismo con Gaza?
No hubo respuesta.
Solo un silencio cuidadosamente diplomático.
Y días después, la noticia de su despido.
No se castigó una falta.
Se castigó una coherencia.
El oficio y la herida
El periodismo no debería ser una carrera para agradar,
sino un camino para comprender.
Quien pregunta con honestidad sabe que, a veces, el precio será la soledad.
Pero también sabe que esa soledad vale más que cualquier sueldo o reconocimiento.
Nunziati no perdió un empleo:
se cruzó una frontera invisible, la que separa a los que sirven al poder
de los que sirven a la verdad, aunque duela.

Europa, la paradoja
Europa habla de libertad de prensa con el mismo tono con que se habla del pasado:
como si ya estuviera garantizada.
Pero la libertad no se mide por los discursos,
sino por la posibilidad de dudar sin miedo.
Un continente que calla a un periodista por una pregunta
no está defendiendo la democracia;
está administrando la apariencia de tener una.
Detrás de los comunicados y los gestos diplomáticos
late una fragilidad que se disfraza de autoridad:
el miedo a que la verdad desordene el guion.
La raíz del gesto
Preguntar sigue siendo un acto de fe.
Fe en que alguien escuche.
Fe en que la palabra todavía pueda abrir un espacio distinto.
Nunziati no levantó una bandera:
levantó un espejo.
Y en ese espejo, Europa vio lo que no quería ver:
que incluso sus instituciones más nobles pueden temer a una pregunta justa.
La dignidad como frontera
Hay quienes viven cuidando su puesto.
Y hay quienes cuidan su voz, aunque eso les cueste el puesto.
El periodismo, cuando es honesto, no defiende causas:
defiende la claridad.
Y la claridad, en tiempos de ruido, es un acto de rebeldía.
Gabriele Nunziati no es un mártir ni un héroe.
Es simplemente un hombre que hizo su trabajo sin agachar la cabeza.
Y eso, hoy, parece una rareza.
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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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Iimagen: libertadinformacion
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