El futuro se mueve hacia el Este: la OCS y el mundo que deja atrás a Europa y EEUU
Tianjin, China. Mientras Bruselas y Washington insisten en su guion de sanciones, aranceles y carreras armamentísticas, en Asia se sientan a la misma mesa más de 4.100 millones de personas, representadas por 15 presidentes, ocho primeros ministros y diez grandes organizaciones internacionales, incluida la ONU.
Nota: Diario La Humanidad – Alfonso Ossandón – Corresponsalía Milano- Italia
Es la vigésima quinta cumbre de la Organización para la Cooperación de Shanghái (OCS), que congrega a potencias como China, India y Rusia bajo una lógica de cooperación económica, energética y de seguridad que ya representa cerca del 40% de la población mundial.
El contraste con Europa es cada vez más evidente. Atada a la agenda de la OTAN y de la Casa Blanca, la Unión Europea oscila entre nuevos impuestos, crisis de deuda y la imposición de costosos programas de rearme.
En Italia, ejemplo paradigmático, los gobiernos han preferido seguir el guion de Washington antes que explorar alternativas de integración que podrían beneficiar a los trabajadores y a la industria nacional.
En Tianjin, en cambio, la OCS se proyecta como plataforma de un nuevo orden multipolar. Lo que para algunos en Occidente es una amenaza, para millones en Eurasia, África y América Latina es una oportunidad: un espacio donde el comercio Sur-Sur, la cooperación en ciencia y tecnología y la interconexión energética se imponen sobre la lógica de bloques militares y sanciones.
Mientras Donald Trump vuelve a utilizar los aranceles como arma política y Bruselas se pliega sin chistar, en Eurasia se discute cómo blindar cadenas de suministro, cómo diversificar monedas de intercambio y cómo impulsar proyectos de infraestructura que ya superan en envergadura a las iniciativas europeas.
El bloque que se consolida en torno a la OCS y a los BRICS no es solo retórica: pesa nueve veces más que la Unión Europea en términos de población y comienza a traducir ese peso en decisiones concretas.
Italia, atrapada en un rol de protectorado norteamericano, parece ausente de este debate.
Sin embargo, sectores de su economía —desde la moda de Milán hasta la maquinaria del norte industrial— intuyen que el futuro de sus mercados no está en la austeridad dictada desde Bruselas, sino en las autopistas comerciales que se abren hacia Oriente.
Pese a un clima político teñido de neofascismo y subordinación a la OTAN, algunos actores italianos comprenden que el siglo XXI no será eurocéntrico: será multipolar.
El mensaje que surge de Tianjin es inequívoco.
La mitad de la humanidad busca un asiento en la mesa de un orden nuevo, menos dependiente de Washington y más abierto a la cooperación. Occidente, atrapado en sus propias guerras y contradicciones internas, finge no verlo. Pero la historia avanza.
Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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