Allende

Memoria y advertencia

La mañana del 11 de septiembre de 1973, mientras el Palacio de La Moneda era bombardeado por el ejército chileno con el apoyo de la CIA, Salvador Allende se dirigió por última vez al pueblo chileno a través de Radio Magallanes. Lo hizo con serenidad y firmeza, consciente de que sus palabras serían un testamento político y humano. Medio siglo después, ese mensaje sigue resonando como advertencia para América Latina.


NOTA: Andrés Silva, Diario la Humanidad

Montevideo, Uruguay


Desde Honduras llego a nuestro equipo redactor este documental que muestra el testimonio de quienes ejercían funciones diplomáticas en la Embajada de Honduras en Chile en el momento del Golpe de Estado y Bombardeo a la Moneda.

DOCUMENTAL VIVENCIAS DE LA EMBAJADA DE HONDURAS EN CHILE PARA EL AÑO 73

A continuación, la transcripción íntegra del último discurso de Salvador Allende:

Habla el presidente de la República, Salvador Allende Gossens, desde el Palacio de La Moneda.

«Esta Será Seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.

Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron… soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero… que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.

Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.

Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha.

Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos… porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder, estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será callada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición».

Un país en llamas

El discurso fue transmitido entre las 9:10 y 9:15 a.m., mientras las fuerzas golpistas rodeaban y atacaban La Moneda. Con sus palabras, Allende denunció la traición de altos mandos militares, reafirmó su decisión de no renunciar y dejó un mensaje de dignidad para los trabajadores y el pueblo chileno.

El bombardeo de emisoras y del Propio Palacio de la Moneda, la casa del gobierno chilena,  buscaba no sólo quebrar un mandato presidencial, si no que sirviera como ejemplo en lo que sería después el epicentro del Plan Cóndor. El testimonio de Allende sobrevivió el terror y la censura y se convirtieron en un testamento histórico.  

Medio siglo después Venezuela en la mira

Las palabras de Allende no son un mero recuerdo, son una advertencia. Documentos desclasificados confirman que la desestabilización de su gobierno contó con apoyo externo, lo que derivó en uno de los golpes más sangrientos de la región. Hoy, el acoso a Venezuela, con sanciones, bloqueos, maniobras militares en el Caribe y amenazas explícitas a su soberanía, evocan que el enemigo es el mismo y Cóndor sigue al acecho.

Así como Chile fue laboratorio de la intervención extranjera en los años 70, Caracas enfrenta en 2025 una presión internacional que, como asegura su gobierno, busca forzar un cambio de Gobierno.

El legado

El último discurso de Salvador Allende fue más que una despedida. Fue una lección de dignidad democrática frente a la violencia extrema y una advertencia a los pueblos de América Latina, de que cuando un pueblo decide caminar su propio rumbo, desde la  soberanía nacional, desmarcándose del modelo imperialista, será criminalizado, amenazado y en una etapa final atacado.  

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