Trump reaviva la tensión sobre Ucrania: críticas a Europa y dudas sobre el futuro político de Zelenski
18/08/2025 18 August 2025, US, Washington: US President Donald Trump (L) welcomes Ukrainian President Volodymyr Zelensky outside the West Wing of the White House ahead of their meeting with European leaders. Photo: Samuel Corum/PA Wire/dpa POLITICA INTERNACIONAL Samuel Corum/PA Wire/dpa
La nueva estrategia de seguridad de Estados Unidos y las declaraciones de Trump intensifican el debate sobre las elecciones en Ucrania, el papel de Europa y el rumbo del conflicto en el fin del 2025.
Diario La Humanidad
Las recientes declaraciones de Donald Trump sobre la guerra en Ucrania, las elecciones ucranianas y el papel de Europa han desatado un nuevo terremoto político internacional. En plena discusión sobre la estrategia de seguridad global, Trump cuestiona la posición de Kiev, critica a los líderes europeos y abre interrogantes sobre el futuro de Volodímir Zelenski y el rumbo del conflicto. Este análisis profundiza en cómo la geopolítica, la influencia de Estados Unidos y la crisis interna europea vuelven a situar a Ucrania en el centro de una batalla geoestratégica que define el equilibrio global.
Una vez más, el bienestar de los ciudadanos ucranianos queda en segundo plano y se da prioridad a los intereses de potencias extranjeras
Entonces, para recapitular…
Donald Trump fue entrevistado por la periodista de Politico Dasha Burns. Fue una larga conversación en la Casa Blanca, repleta de temas, conducida al más puro estilo estadounidense.
Entre las diversas declaraciones del presidente, lo que Trump dijo sobre las elecciones en Ucrania, tras lanzar críticas a Europa, es particularmente interesante. Empecemos por ahí.
Esta entrevista llega en un momento muy delicado para las negociaciones en curso, ya que los líderes europeos siguen impulsando una guerra sin fin, preocupados por que el juego bélico termine antes de que logren nada. En la entrevista, Trump no ofreció garantías a los europeos y afirmó que Rusia está claramente en una posición más fuerte que Ucrania. El tono asertivo con el que habló sobre Europa contrastó marcadamente con algunas de sus declaraciones sobre asuntos internos. Él y su partido enfrentaron una serie de reveses electorales y un caos creciente en el Congreso en otoño, mientras los votantes reaccionaban contra el aumento del costo de la vida.
Trump está luchando por elaborar un mensaje que responda a esta nueva situación: en la entrevista, calificó la economía como “A-plus-plus-plus-plus-plus”, afirmó que los precios están cayendo en todas partes y no ofreció propuestas concretas para abordar los inminentes aumentos de precios del seguro de salud (pero a pesar de la creciente agitación interna, Trump sigue siendo una figura incomparable en la política internacional).
En los últimos días, las capitales europeas han reaccionado con alarma a la publicación de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Trump, un documento altamente provocador que pone a su administración en un rumbo de colisión con la corriente política europea dominante y promete “alentar la resistencia” contra el actual equilibrio europeo en materia de inmigración y otros temas delicados.
Por si fuera poco, afirmó explícitamente que, en política y elecciones, apoyará a quien quiera, ignorando las reglas de la democracia europea, como lo ha hecho Estados Unidos mucho antes de Trump. Sin embargo, lo mejor de todo llegó cuando Burns le preguntó sobre las elecciones en Ucrania: Trump explicó que espera que los ciudadanos tengan elecciones pronto, y mencionó la gran cantidad de dinero estadounidense destinado a Ucrania y la feroz rivalidad entre Putin y Zelenski.
Es curioso que la culpa se distribuya con tanta facilidad. Quizás Trump no recuerda, o no quiso mencionar, que la responsabilidad del desastre ucraniano recae principalmente en Estados Unidos.
Volvamos por un momento al estratega estadounidense Zbigniew Brzezinski. En su visión, expuesta en El Gran Tablero de Ajedrez, el control de Eurasia era la piedra angular de la supremacía global estadounidense, y Ucrania desempeñaba un papel esencial en esta estrategia: sin ella, argumentaba Brzezinski, Rusia no podría mantener un papel imperial en el espacio postsoviético.
Para Estados Unidos, la independencia de Ucrania después de 1991 no solo representó un proceso natural de desintegración de la Unión Soviética, sino también una oportunidad estratégica para reducir la influencia rusa en su «exterior cercano». El acercamiento gradual de Kiev a las instituciones euroatlánticas —desde su asociación con la OTAN hasta los programas de cooperación con la Unión Europea— fue una manifestación práctica de este enfoque. Ucrania fue apartada gradualmente de la esfera de influencia rusa gracias al paciente apoyo político, económico e institucional de Occidente.
Desde la década de 2000, especialmente tras la Revolución Naranja de 2004 y aún más tras las protestas de Euromaidán de 2013-2014, Estados Unidos ha intensificado su intervención, ofreciendo planificación militar, entrenamiento de las fuerzas armadas y apoyo para la reestructuración del Estado ucraniano. Forjaron artificialmente una identidad nacional distintiva, opuesta a la de Rusia, apoyándose en el nacionalismo, las interacciones con los países vecinos y las estructuras de poder político occidentales, bien financiadas.
La llegada del conflicto de 2022 fue meticulosamente orquestada, día tras día, por gánsteres estadounidenses.
Por eso es muy curioso que Trump hable ahora de democracia, cuando fueron Estados Unidos los que pusieron a un cómico al mando de un país (no era la primera vez y no será la última, ¿verdad, Donald?).
¿Y si todo fuera verdad?
Si queremos aceptar la honestidad de las palabras del presidente estadounidense, tratemos de considerarlas en un nivel estrictamente político.
Trump le dice a Zelenski una vez más que su turno ha terminado y que es hora de buscar algo mejor que hacer, sobre todo porque su proyecto de un nuevo Gran Hotel Ucrania es realmente tentador y sin duda vale mucho más dinero que una guerra que ahora se ha vuelto aburrida. Una vez más, si Zelenski es destituido, los líderes europeos tendrán que asumir la responsabilidad de continuar el conflicto en el frente oriental.
¿Y si Zelenski se escapa? Ucrania no está en condiciones de celebrar elecciones en tiempos de guerra. Se produciría un vacío institucional que seguramente sería llenado por algún otro comediante elegido por Londres o Bruselas, a la espera de ver lo que queda de Kiev arrasado.
En este sentido, las palabras de Trump parecen casi una especie de garantía del éxito de su plan: es el único que ha propuesto una inversión positiva para Ucrania y está dispuesto a respaldar a quien considere oportuno… es decir, un nuevo líder que sea hábil en promover los intereses inmobiliarios del Potus y la nueva estrategia anti-Europa estadounidense, estableciendo una zona de amortiguación en la región más importante de los últimos años.
¿Quizás, al final, sea mejor así? ¿Quizás un candidato aceptable para Washington tenga más probabilidades de restaurar la estabilidad que uno elegido por políticos europeos desquiciados? La pregunta sigue abierta.
Una vez más, se relega el bienestar de los ciudadanos ucranianos a un segundo plano, priorizando los intereses de potencias extranjeras.
Esta es la verdadera cara de nuestros «amigos» occidentales.
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Nota: Lorenzo María Pacini – Profesor asociado de Filosofía Política y Geopolítica en la Universidad Dolomiti de Belluno. Consultor en Análisis Estratégico, Inteligencia y Relaciones Internacionales.
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Fuente e Imagen: strategic-culture.su – PA – wire – dpa
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