Operación : Crimen, poder y recolonización encubierta en América Latina

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América Latina, lugar donde se cruzan intereses geopolíticos, redes de narcotráfico, alianzas militares transnacionales y estructuras gubernamentales que operan en la frontera entre la legalidad y la colusión.

Nota: Diario La Humanidad  Alfonso Ossandón – Corresponsalía Milano- Italia

Una serie de documentos filtrados, testimonios judiciales, operaciones encubiertas y decisiones políticas coordinadas desde antes del 2019 hasta hoy revelan un complejo engranaje de desestabilización regional en América Latina, donde se cruzan intereses geopolíticos, redes de narcotráfico, alianzas militares transnacionales y estructuras gubernamentales que operan en la frontera entre la legalidad y la colusión.

En el centro de esta trama emergen los gobiernos de Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador, México y Argentina, junto con figuras como Sebastián Piñera, Juan Guaidó, Iván Duque, Mario Desbordes, Genaro García Luna y Javier Milei, Jair Bolsonaro entre otros, todos vinculados —por acción, omisión o complicidad estructural— a una estrategia hemisférica para sofocar las rebeliones populares, habilitar rutas de criminalidad organizada y reconfigurar el orden geopolítico de la región.

2019: el año en que todo estalló

La caída de Evo Morales en Bolivia; las protestas sangrientamente reprimidas en Quito; el estallido social en Chile que dejó miles de mutilados; la puesta en escena de Cúcuta con Guaidó, Piñera y Duque en primera fila; y la expansión del Tren de Aragua desde Venezuela a todo el continente. Todo ocurrió casi al mismo tiempo. No fue casual.

Nuevas investigaciones basadas en filtraciones del colectivo Guacamaya, archivos judiciales y fuentes de inteligencia coinciden en que el Grupo de Lima, creado formalmente para «restaurar la democracia en Venezuela», operó en la práctica como el brazo político-diplomático de una operación continental de contrainsurgencia e intervención encubierta, con asesoría directa de la DEA y otras agencias estadounidenses.

Chile: de Cúcuta al caos interno

En Chile, el gobierno de Sebastián Piñera no solo fue uno de los artífices del Grupo de Lima, sino que jugó un rol central en la contención continental del progresismo mediante mecanismos de seguridad interna, represión planificada e infiltración policial. De la mano de su entonces aliado Mario Desbordes, ex carabinero y figura clave del bloque de seguridad, se desplegaron tácticas de contrainsurgencia urbana con entrenamiento en doctrinas de guerra no convencional.

Desbordes, sin vínculos judiciales probados, fue sin embargo pieza política clave para blindar institucionalmente a Carabineros durante las masacres de 2019, mientras múltiples informes internacionales confirmaban el uso excesivo de fuerza, mutilaciones oculares y tortura sistemática.

La muerte de Piñera: ¿accidente o ejecución encubierta?

En febrero de 2024, Sebastián Piñera murió en un supuesto accidente aéreo. Sin embargo, las versiones contradictorias entregadas por su escolta, la falta de informe técnico completo y la omisión de datos clave por parte de la Dirección de Aeronáutica Civil han alimentado la hipótesis de que no se trató de un accidente fortuito, sino de un posible ajuste de cuentas interno dentro de una red fracturada de poder.

Fuentes de inteligencia chilena y colombiana señalan que Piñera habría intentado romper ciertos pactos que lo vinculaban con sectores ligados a operaciones encubiertas y rutas de narcotráfico. En ese contexto, nombres como Mario Desbordes y Juan Guaidó aparecen como actores con conocimiento directo de redes criminales como Los Rastrojos y el Tren de Aragua, que habrían servido como infraestructura de operaciones paralelas durante la expansión de la “doctrina Cúcuta”.

Nuevas filtraciones: la FACh y el Ejército bajo sospecha

En 2025, una serie de filtraciones revela que aviones de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) fueron utilizados para el transporte de cargamentos sospechosos, en el marco de maniobras militares en el norte del país. La Fiscalía Militar ha iniciado investigaciones reservadas que implican a altos mandos operativos y redes de logística compartida con civiles, en lo que podría ser la primera evidencia formal del uso de infraestructura estatal para fines narco en Chile, a las usada por la familia Pinochet en tiempos de la Dictadura.

Boric y la OTAN: la continuidad bajo otro relato

Pese a haber llegado al poder con un discurso transformador, el gobierno de Gabriel Boric firmó recientemente un acuerdo de cooperación de “Nivel 2” con la OTAN, el mayor grado de vinculación que un país latinoamericano puede alcanzar sin ser miembro pleno. Oficialmente, la firma busca “modernización y cooperación en ciberseguridad”, pero expertos advierten que la entrada de Chile en la órbita atlántica profundiza su rol subordinado en la arquitectura de seguridad occidental.

Este acuerdo se firma mientras aún no se esclarecen las denuncias sobre narcotráfico en las Fuerzas Armadas ni las violaciones de derechos humanos cometidas bajo Piñera. Lejos de cerrar el capítulo de la represión, el acuerdo con la OTAN puede significar su profesionalización y legitimación externa.

Argentina: el narco-capitalismo desregulado

Bajo el gobierno ultraliberal de Javier Milei, Argentina ha iniciado una dolarización de facto y desregulación total de mercados, lo que ha convertido al país en un paraíso para el lavado de dinero ilícito. Expertos alertan que organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico están ingresando al sistema financiero argentino mediante fondos opacos, compra de activos públicos y uso de criptomonedas, aprovechando la falta de controles y la ideología anti-Estado que domina la administración.

Mientras se destruyen los mecanismos de control estatal, el crimen organizado encuentra su mejor momento para operar como “inversor extranjero”, sin armas pero con liquidez.

Conclusión: entre la ocupación encubierta y la rebelión social

América Latina vive una encrucijada. Los estallidos sociales fueron respondidos con violencia estatal; la crisis económica fue aprovechada por capitales ilícitos; y la militarización del continente avanza bajo nuevas formas de subordinación geoestratégica. La región no enfrenta solo una disputa ideológica, sino una lucha por la soberanía frente a la convergencia de crimen transnacional, poderes fácticos y aparatos militares usados como fuerzas de ocupación interna.

A medida que se destapan piezas del rompecabezas —de Piñera a García Luna, de Guaidó al Tren de Aragua, de la DEA a la OTAN— la pregunta ya no es si hubo una operación continental. La pregunta es cuánta verdad estamos dispuestos a aceptar.

Este informe es parte de una serie coordinada por periodistas independientes en América Latina, Europa y EE.UU., con apoyo de fuentes judiciales, militares, comunitarias y documentos clasificados obtenidos por vía legal y filtraciones.


Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera – Italia  /  Béa Powels – Bélgica / © Diario La Humanidad 2025

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Imagen: interferencia.cl

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