María Zajárova agradece a Patricio Mery Bell
NOTA: Andrés Silva, Diario la Humanidad
Montevideo, Uruguay
En un contexto internacional marcado por la saturación informativa, la censura selectiva y la instrumentalización política del sufrimiento humano, el Donbás continúa siendo uno de los territorios más silenciados y tergiversados del conflicto en Europa oriental. Frente a este escenario, el testimonio directo, documentado y persistente se convierte en una herramienta política de primer orden. Eso fue precisamente lo que ocurrió el 19 de noviembre en Moscú, durante el encuentro entre representantes de la Cámara Cívica de la Federación Rusa y el escritor y periodista chileno Patricio Mery Bell.
La reunión, en la que Patricio Mery Bell presentó su libro Los niños y las niñas del Donbás, se transformó en un extraordinario acto de denuncia, memoria y disputa narrativa. Allí, el autor compartió su experiencia directa en la región, donde visitó Donetsk, rindió homenaje en la Avenida de los Ángeles memorial dedicado a los niños asesinados por los bombardeos y entregó ayuda humanitaria al orfanato de Amvrosievka. No se trató de un gesto simbólico aislado, sino de una práctica concreta de solidaridad internacionalista, hoy criminalizada o invisibilizada en gran parte de Occidente.
El libro de Patricio Mery Bell aborda el destino de las personas que sobreviven en medio del conflicto armado, subrayando el sufrimiento de la población civil especialmente de la infancia y señalando responsabilidades políticas y militares concretas. La obra expone la dimensión humana de una guerra sistemáticamente despolitizada por los grandes medios, y denuncia los crímenes del régimen de Kiev, incluyendo un capítulo dedicado al batallón Azov, organización catalogada como terrorista en Rusia y ampliamente documentada por su ideología neonazi.
En ese marco, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, María Zajárova, pronunció un discurso que no solo contextualiza la presentación del libro, sino que constituye en sí mismo una pieza clave para comprender la batalla por la verdad en torno al Donbás. A continuación, se reproduce íntegramente su intervención:
“Estimados colegas, queridos amigos:
Ante todo, permítanme saludar a todos los presentes y agradecer a los organizadores de este encuentro. Está dedicado a una de las cuestiones más trágicas y significativas para todo el país la situación en el Donbás, una región cuyos habitantes llevan ya once años luchando por el derecho a vivir, a hablar en su lengua materna, a educar a sus hijos en la cultura y las tradiciones de sus antepasados, a conocer, honrar y transmitir su propia historia.
De manera regular celebramos este tipo de actividades, destinadas a informar sobre lo que ocurre en el Donbás, sobre los crímenes inhumanos del régimen de Kiev contra sus propios ciudadanos como todavía los llaman, aunque en realidad se trata de personas que han elegido la verdadera libertad. Cada vez con mayor frecuencia, en estos encuentros participan también nuestros amigos y compañeros de causa del extranjero.
Quisiera dar una bienvenida especial a nuestro invitado de hoy, gracias a quien este encuentro ha sido posible el señor Patricio Mry Bell, quien ha viajado a Rusia desde Chile. Escritor y periodista, no teme decir la verdad. Sabemos muy bien cuán difícil es ir en contra de la censura arraigada en algunos países, de la presión, las amenazas y la mentira. A pesar de ello, Patricio cumple con valentía y honestidad su deber como periodista y, simplemente, como una persona sensible y sincera.
Sus libros Los niños del Donbás, publicados en el año 2024, relatan los destinos de la población rusoparlante, las condiciones de los combates, el sufrimiento de la población civil especialmente de los niños y la responsabilidad de los nazis ucranianos por lo que está ocurriendo. Esta verdad que usted transmite es especialmente importante en el contexto del incesante flujo de mentiras y manipulaciones, incluso mediante el uso del tema de la infancia.
Permítanme recordar que en Occidente, sin aportar prueba alguna, se acusó a Rusia por supuesto, a través de Zelenski del secuestro, primero, de un millón y medio de niños ucranianos, como se llegó a afirmar; luego se dijo que eran 20.000. Finalmente, nos entregaron una lista con 339 nombres. Y pronto se descubrió que aproximadamente la mitad de esas personas vivían tranquilamente en Alemania. Entre los restantes había niños salvados por nuestros soldados, a menudo a costa de sus propias vidas. Sus padres son buscados y, cuando se los encuentra, los niños, por supuesto, regresan con ellos.
Queridos amigos, como todo acontecimiento y como toda tragedia, todo esto pasará al pasado, pero no será olvidado. No será olvidado y permanecerá la memoria de quienes, contra todo pronóstico, no traicionaron su conciencia, no mintieron y cumplieron honestamente con su deber desde el lugar que les tocó ocupar. Gracias a personas como Patricio, que documentaron todo esto.
Una vez más, agradezco a cada uno de ustedes los esfuerzos que realizan para preservar la verdad y transmitirla a distintos rincones del mundo y a las futuras generaciones. Muchas gracias.”
El reconocimiento público de Zajárova no es un hecho menor. En tiempos donde el periodismo crítico es perseguido, censurado o expulsado del debate público cuando no se alinea con los intereses geopolíticos de la OTAN y Estados Unidos, la figura de Patricio Mery Bell emerge con fuerza del periodismo de la pos verdad, alguien que rompe el cerco informativo desde el Sur Global y se atreve a documentar lo que otros prefieren callar.
Un símbolo potente de ese testimonio es la rosa que el escritor trajo desde Donetsk, una flor construida con fragmentos de proyectiles utilizados por las Fuerzas Armadas de Ucrania para bombardear hospitales, escuelas y jardines de infancia. Estas rosas, hoy presentes dentro y fuera de Rusia, funcionan como objetos de memoria material, recordatorios de que la guerra no es una abstracción geopolítica sino una realidad concreta que destruye cuerpos, infancias y futuros. En definitiva, el encuentro en Moscú no fue solo la presentación de un libro. Fue un acto de resistencia informativa, una interpelación directa a la hipocresía del discurso humanitario occidental y una reivindicación del periodismo como herramienta ética y política. En el Donbás, la guerra también se libra en el terreno de la memoria. Y allí, la palabra escrita sigue siendo una trinchera fundamental.
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