La arquitectura digital que redefine la política en Chile
 
                En pleno año de campaña presidencial, las redes sociales se consolidaron como armas de destrucción política.
Nota: Diario La Humanidad – Alfonso Ossandón – Corresponsalía Milano- Italia
Rumores fabricados, noticias falsas y operaciones coordinadas desde la sombra digital golpearon la imagen de candidatos y desfiguraron el debate democrático. Una de las víctimas más visibles fue la candidata Evelyn Matthei, objeto de una ofensiva que la presentaba falsamente como enferma de Alzheimer.
La investigación televisiva de CHV Noticias reveló la existencia de líderes de bots de odio. Entre los nombres filtrados apareció Patricio Góngora, director de Canal 13, medio controlado por el grupo Quiñenco, propiedad de Andrónico Luksic. Aunque Góngora negó cualquier relación con las cuentas que operaban desde la oscuridad digital, documentos filtrados y testimonios anónimos sugieren vínculos con la cuenta influyente “Patito Verde”, que supera los diez mil seguidores y habría servido como nodo de propagación de contenidos falsos.
Una abogada infiltrada en los grupos de trolls obtuvo información clave. Su testimonio indica que operativos como Góngora podrían estar conectados con otros personajes y altos ejecutivos, supervisando grupos de entre diez mil y más de 500 mil cuentas. Su objetivo sería generar una hiperrealidad política capaz de moldear la percepción pública y el comportamiento social, replicando mecanismos documentados en estudios internacionales sobre el Brexit en el Reino Unido. Allí, Cambridge Analytica y redes de bots emplearon perfilado psicográfico y microsegmentación para dirigir mensajes políticos específicos a distintos segmentos del electorado, alterando decisiones de votantes y polarizando la opinión pública.
El modus operandi chileno se remontaría a los días previos al estallido social de 2019. Las redes de desinformación fueron desplegadas para desactivar movilizaciones, instalar miedo y sabotear el proceso constitucional que buscaba reemplazar la carta fundamental. Las mismas estructuras resurgieron durante la campaña presidencial actual con mayor sofisticación y escala.
El material filtrado, se suma y nos recuerda a otros casos como el llamado Informe Bigdata , entregado a la presidencia durante la administración de Sebastián Piñera.
El reporte de ese entonces señala la participación de la agencia extranjera de inteligencia Mossad, articulada en alianza con un influyente exministro del Interior, y reconocido sionista chileno Rodrigo Hinzpeter, y respaldada por el conglomerado financiero del grupo Luksic – Canal 13. Según los documentos, esta coordinación buscaba maximizar el impacto de los mensajes digitales y controlar la narrativa pública, replicando tácticas comprobadas en contextos internacionales de manipulación electoral e inteligencia y contrainteligencia militar .
Las revelaciones dibujan un cuadro inquietante: la convergencia de poder político, corporativo y mediático para moldear la opinión pública a través de la manipulación digital.
Lo que comenzó como rumores en redes sociales terminó desnudando una arquitectura de control que trasciende elecciones, constituciones y gobiernos, configurando una hiperrealidad política en la que la percepción de la ciudadanía es cuidadosamente dirigida y modelada.
© Thieme desde Santiago de Chile / Corresponsalía Milano / Diario La Humanidad
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