Advertencia: Ridiculizar a Kast puede ser el peor error de la izquierda
 
                En la arena política chilena, José Antonio Kast ya no es un outsider pintoresco, sino un favorito real en las encuestas. El error recurrente de la izquierda y del centro ha sido ridiculizarlo, tratarlo como un simplón, un político sin fondo ni preparación.
Nota: Diario La Humanidad – Alfonso Ossandón – Corresponsalía Milano- Italia
Sin embargo, lo que para sus detractores es motivo de burla, para su electorado es motivo de adhesión: Kast sabe que lo ridículo emociona y conecta con un sector amplio de la ciudadanía.
Ese electorado, al que en el argot chileno se le ha llamado despectivamente el “perraje” —el analfabeto político que en tiempos de crisis se multiplica por millones—, ha encontrado en Kast a un referente que habla su lenguaje. Su comunicación caótica, plagada de frases impactantes, cifras sin fuente y promesas maximalistas, no busca convencer con argumentos técnicos, sino provocar emociones, reforzar identidades y canalizar la rabia contra la élite política.
Comunicación caótica como arma política
Kast aplica la misma técnica que otros líderes de la nueva derecha global. El caos comunicativo es su estrategia: lanzar mensajes desordenados, sin rigor técnico, pero cargados de fuerza emocional, de modo que la discusión pública se descentre y sus críticos, al intentar desmentirlo, solo amplifiquen su mensaje. Lo que parece ignorancia, es en realidad un método calculado para conectar con la indignación social y la frustración acumulada.
Respaldo de las Fuerzas Armadas y de Orden
En Chile, la apuesta de Kast tiene un componente adicional: el respaldo tácito de las Fuerzas Armadas y de orden, que históricamente no han sido neutrales en la política nacional.
Con su discurso de “orden y seguridad”, Kast no solo conquista a los votantes descontentos, sino que envía señales directas a los uniformados, presentándose como la figura capaz de devolverles protagonismo. En un país marcado por el recuerdo de la dictadura, esa alianza no es menor: es la base para consolidar un proyecto autoritario con apariencia de legalidad.
La alianza con Kaiser y el juego de roles
En este tablero, Johannes Kaiser cumple un papel clave: es el “malo oficial” de la derecha, el que lanza frases aún más extremas, atrayendo el repudio social y mediático. Esa sobreactuación le despeja el camino a Kast, quien aparece como la alternativa “razonable” y “moderada”, aunque ambos compartan el mismo ideario. Se trata de una estrategia en tándem que fortalece al candidato republicano.
Neofascismo con rostro chileno
Kast ha aprendido de Trump en EE.UU., de Milei en Argentina, de Bukele en El Salvador y de Meloni en Italia. Todos ellos comenzaron siendo ridiculizados y terminaron ganando elecciones. La lección es clara: subestimar y caricaturizar a un candidato con comunicación caótica solo fortalece su narrativa. En el caso chileno, el riesgo es aún mayor: la consolidación de un neofascismo que, una vez en el poder, podría salir con todo a “limpiar las calles” de protestas sociales y no dudar en justificar una “depuración social”, como se vivió con la presidencia de Iván Duque en Colombia.
Una advertencia para la oposición
La izquierda y el centro político deben comprender que el humor, la ironía y la ridiculización no detendrán a Kast.
Al contrario, refuerzan su conexión con un electorado que se siente despreciado por las élites y no lo siente como desprecio ideológico.
El peligro real es que, esta vez, el candidato republicano tiene la cancha abierta para ganar.
Y si lo hace, su victoria no será un chiste: será el inicio de un proyecto autoritario que podría transformar a Chile en un laboratorio más del neofascismo del siglo XXI.
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Corresponsalia Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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Imagen: AFP – MARTIN BERNETTI, Claudio REYES
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