Nota: Sandra Acosta Kiefer.- Licenciada en Psicologia – Uruguay
Por qué alguien intentaría suicidarse?
No voy a enfocarme en porcentajes ni estadísticas, sino en elementos comunes y motivos más frecuentes. Nunca se debe a una sola razón, hay desde factores biológicos, a psicológicos, sociales, culturales y ambientales. Se puede visualizar alguno mas preponderante, pero nunca es un solo factor,
A esta pregunta hay tantas respuestas como individuos en el mundo. Sin perder esto de vista podemos encontrar un elemento común en todos los suicidas, es el deseo del cese de la conciencia, evadirse de algo intolerable.
Es un mito muy común el pensar que el suicida no quiere vivir más (pues se ve que guarda una relación ambivalente con la vida) sino que no quiere vivir más, así, padeciendo (Salvo excepciones específicas, donde la muerte se transforma en un recurso humanitario cierto, léase enfermos terminales por ejemplo.)
De manera secundaria pueden aparecer otros objetivos relacionados con la carencia o frustración, ante un “otro”.
Este sería el aspecto social del suicidio, la toma de posición respecto a un “otro”; así el intento de suicidio aparece como una forma de expresar rabia, culpa, inconformidad, frustración, agresión, reclamo de apoyo, petición de ayuda o venganza.
Así como existen factores de riesgo, existen también factores protectores. Se trata de características y recursos que se pueden potenciar, o poner en marcha para contrarrestar la conducta suicida.
Todos podemos hacer algo al respecto, como familiares o amigos, como profesionales y como sociedad.
Qué pueden hacer los familiares y amigos ante un intento de suicidio?
Tratar de entenderlo. Se sabe que las personas suicidas mantienen una perspectiva pesimista sobre su futuro, su entorno y sobre ellos mismos, así como un estilo de esquema depresivo.
Este componente “atribucional depresivo” significa que establece una causa interna, arraigada y global sobre los eventos.
Por lo cual se reduce la percepción de soluciones disponibles y esto conduce a la indefensión. Es decir, se anulan los intentos de buscar alternativas para resolver una situación (o conjunto de situaciones) y esto produce mucho malestar, porque se genera la sensación de que haga lo que haga, no va a poder cambiar el curso de las cosas.
Tenemos que actuar, desde el respeto, no intimidar ni intervenir desde la sanción moral.
Pensar y percibir que la persona, está pasando por una situación muy difícil y que no tiene los recursos suficientes para afrontarla.
Desde su lógica, el suicidio se le presenta como la única alternativa posible, por lo que se recomienda no reprocharle su manera de pensar o actuar.
Tomar en serio las ideaciones suicidas y amenazas.
No es conveniente desafiarlo, ni utilizar sarcasmos. Tampoco presuponer que lo que quiere es llamar la atención (esto puede aparecer de manera secundaria, porque por el hecho de utilizar el suicidio como medio, para este fin, de todas formas muestra, una marcada desvalorización de la propia vida).
Preguntar directamente sobre los pensamientos suicidas, sin temor, con aceptación.
Contrariamente a lo que se cree, hablar acerca del suicidio puede reducir el riesgo de otro intento.
El “efecto Werther” (creer que hablar del suicidio, produce contagio) toma su nombre de la novela de Goethe: “Las penas del joven Werther”, publicada en 1774, donde el protagonista se suicida. Posteriormente se prohibió el libro, en varios países europeos por razones de imitación.
El nombre de este efecto de contagio e incluso una tendencia auto destructiva, la acuñó el sociólogo David Phillips en 1974, cuando demostró que el número de suicidios se incrementaba en todo EEUU. tras alguna noticia dedicada a un suicidio.
Este contagio a través de los medios de comunicación, deja al descubierto la falta de ética, en cómo deberían publicarse las noticias de suicidios para que no resulten tan potencialmente “contagiosas”. Por ejemplo, omitiendo todos los elementos personales, que pudieran inspirar la compasión del lector. Tampoco se debe sugerir, el hablar de un suicidio en particular.
Nada ha contribuido hasta ahora, en modo alguno, a resolver los problemas que llevan a la auto eliminación.
Sin embargo hablar abiertamente sobre el “suicidio” como un serio problema, nos permite conocer los motivos que les llevan a querer acabar con sus vidas.
Barajar alternativas de solucionar ese “problema” inductivo, o brindar apoyo emocional; si lo que dio origen, a tal decisión, ya no tiene solución.
Privilegiar la escucha activa. Esto implica escuchar con atención y empatía, facilitar el uso del discurso de desahogo, no impedir el llanto o la expresión de emociones.
Ayudarle a explorar otras opciones más allá de la idea suicida, aunque en este momento les parezcan inverosímiles. Acompañarlos a buscar ayuda profesional. No dejarlo solo (pero que tampoco sienta que se lo está controlando todo el tiempo) y restringirle el acceso a medios letales.
Estar atento a las señales de alarma.
Hacerle ver que no está solo, transmitir solidaridad, perspectiva hacia el futuro; sirve mucho hacer planes o proyectos (a corto plazo) con el entorno. Idear juntos un plan de acción en caso de que se vuelva a sentir mal, etc.
Conocer los Mitos y Realidades sobre el Suicidio
¿Qué podemos hacer como sociedad para prevenir el suicidio?
Un programa de prevención debe proporcionar las herramientas para evitar el primer intento suicida, su desenlace fatal y su repetición.
Para esto es necesario:
- Capacitar a profesionales de atención primaria, en detección del potencial riesgo suicida, y posterior derivación a profesionales de la salud mental.
- Poner en marcha programas de prevención para toda la comunidad ya que cualquiera puede transformarse en agente de salud (ver que pueden hacer familiares y amigos etc ).
- Erradicar mitos, educando a la sociedad. Por qué no mediante campañas masivas?
Se sabe que la divulgación sensacionalista por parte de los medios de comunicación acerca de los suicidios (especialmente si se trata de celebridades) tienen un impacto directo en la población mas joven. “Efecto Werhter”. La conducta suicida de una persona puede desencadenar otra similar entre su grupo de pertenencia.
Los medios deberían abstenerse de publicar fotos y hacer sensacionalismo al respecto.
¿Qué podemos hacer los profesionales de la salud mental?
- Detección y elementos de evaluación psicológica
- La herramienta más importante para la evaluación del riesgo suicida es la entrevista clínica, en donde se hace un screening de la situación del paciente. Se trata de detectar patologías, en especial depresión, bipolaridad, abuso de sustancias y trastornos de la personalidad, discriminación, acoso, bullyng etc. ya que constituyen un factor de riesgo importante.
- Se evalúa si el paciente presenta ideación suicida, y en tal caso, se deberá abordar qué tan frecuente e intensa es la misma, si planificó una situación específica (si es así indagar cómo, dónde y cuándo), el método y su accesibilidad al mismo, además del motivo que lo lleva a tomar semejante decisión.
- Evaluar grado de desesperanza en relación al futuro y antecedentes propios (si hubo intentos previos, frecuencia y severidad) o familiares. Prestar atención a las fechas, aniversarios, fiestas tradicionales de finales de año, sentimiento de culpa, desvinculación social (en la medida de lo posible real y percibido), valores y creencias.
Otras herramientas que evalúan riesgo suicida son: historia clínica de depresión, desesperanza, escala de evaluación del suicidio, escala de intención suicida, escala de riesgo suicida, etc.
Factores protectores
Elementos que no pueden faltar en un tratamiento en personas con conductas suicidas.
Foco en la perspectivas alentadoras de futuro. La desesperanza es la variable más peligrosa, por lo que resulta conveniente el estímulo positivo.
Búsqueda de alternativas y nuevas formas de afrontar con resilencia, ante los focos estresantes de la vida. Desarrollar empatía.
Trabajar de manera interdisciplinaria. Interconsulta psiquiátrica y psicológica (psicodiagnóstico). Hay guías disponibles con protocolos terapéuticos.
Las ideaciones y los comportamientos suicidas tienden a recurrir (aunque no necesariamente), por lo que el seguimiento se vuelve imprescindible.
Adquisición de competencias tales como: Trabajar sobre la asertividad para el manejo, no violento, de conflictos y la expresión adecuada de las emociones.
Autoestima. Estimular la confianza en sí mismo y en sus logros.
Búsqueda de apoyo social y actividades programadas, (si es actividad física mejor) que resulten gratificantes.
Establecimiento de un plan de acción para recaídas.
En nuestro país se hace imprescindible la prevención. Idóneos en suicidio en institutos de enseñanza, empresas, médicos de familia (instruidos en el tema) y otros, serían un excelente método.
Pero como genera gastos médicos, psicológicos, sociales, culturales, ambientales farmacéuticos y mediáticos. Para qué invertír plata en campañas? Si no va redituar en capital.
“Total de algo hay q morir”
Mejor nos amparamos en el “Efecto Werhter”. Y evitamos contagiarnos de humanidad.
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Último recurso: línea para prevención del suicidio
- – 0800 8483 (gratis, de 19 a 23 horas)
- – 095 738483 (24 horas)
- – *8483 (24 horas, gratis, por Movistar y Ancel).
Línea de prevención del suicidio 0800 0767 – GUB.UY
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Imagenes: Cortesía Steemit – globalpsy.org.ar
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