¿Un papa negro? No naranja. Historia, poder y tensiones ideológicas en el Vaticano

La posibilidad de un papa negro trasciende la mera representación racial: es un espejo de las tensiones históricas, teológicas y políticas que definen a la Iglesia Católica.
Nota: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad – Corresponsalía (Milano – Italia)
En el Vaticano, donde la tradición europea se enfrenta a un mundo globalizado, esta pregunta revela luchas por el poder, el legado colonial y la identidad misma del catolicismo.
Una historia africana en el corazón del papado
Contrario a la narrativa eurocéntrica, tres papas de los primeros siglos fueron africanos: Víctor I (189–199 d.C.), Milcíades (311–314 d.C.) y Gelasio I (492–496 d.C.).
Originarios del norte de África —entonces parte del Imperio Romano—, su liderazgo refleja una era de diversidad temprana. Víctor I, por ejemplo, estableció la celebración de la Pascua en domingo, un hito doctrinal. Sin embargo, tras el siglo VI, el papado se enraizó en Europa, consolidando un vínculo que perduraría hasta la era colonial.
La expansión misionera de los siglos XV-XIX, aunque extendió el catolicismo, a menudo legitimó estructuras coloniales, relegando a los clérigos no europeos a roles subalternos.
Este legado persiste: de los 1.300 millones de católicos, el 40% vive en América Latina y el 20% en África, pero solo el 9% de los cardenales votantes son africanos.
¿Estamos listos para un papa negro? Candidatos y contradicciones
Canónicamente, cualquier varón bautizado puede ser papa. África, con un crecimiento católico del 238% entre 1980 y 2020, es un semillero de fe. Sin embargo, la elección de un pontífice negro enfrenta barreras sutiles.
– Cardenal Robert Sarah (Guinea): Teólogo conservador y ex presidente del Vaticano, Sarah defiende la misa en latín y critica la «dictadura del relativismo». Su perfil atrae a tradicionalistas, pero su oposición a reformas como la comunión para divorciados lo aleja de sectores progresistas.
– Cardenal Peter Turkson (Ghana): Ex presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, Turkson simboliza una línea reformista. En 2013, fue considerado papabile, pero su crítica al «capitalismo depredador» y su énfasis en la ecología generaron resistencias entre conservadores.
Como señaló el teólogo nigeriano Stan Chu Ilo:
«Un papa africano no sería un gesto de caridad, sino un reconocimiento de que el Sur Global ya es el centro demográfico y espiritual de la Iglesia».
Cónclave: El tablero geopolítico de la fe
Tras la muerte o renuncia de un papa, los 120 cardenales electores (máximo) se encierran en la Capilla Sixtina.
Requiriendo dos tercios de los votos, el proceso combina oración, negociaciones y lealtades transnacionales.
Hoy, el cónclave es un campo de batalla entre dos visiones:
1. Globalistas: Sinodalidad y periferia
Alineados con el papa Francisco y los jesuitas —una orden con 500 años de historia misionera e intelectual—, promueven una Iglesia descentralizada y enfocada en justicia social. Para ellos, un papa no europeo reforzaría el mensaje de que «la Iglesia no es una ONG piadosa, sino un hospital de campaña» (Francisco, 2013).
Apoyan:
– Diálogo interreligioso (ej.: Pacto de los Documentos de Abu Dabi con el Islam en 2019).
– Reformas administrativas para combatir la corrupción (ej.: Ley de Transparencia Financiera del Vaticano, 2021).
– Priorización de temas como migración y ecología (encíclica Laudato Si’).
2. Soberanistas: Doctrina y tradición
Liderados por cardenales como el estadounidense Raymond Burke, buscan preservar la liturgia preconciliar y una moral sexual estricta. Ven en el multiculturalismo una amenaza a la «identidad católica». Para ellos, un papa africano sería aceptable solo si evita cambios doctrinales, como sugiere el cardenal alemán Gerhard Müller:
«La unidad de la fe no puede sacrificarse en el altar del pluralismo».
¿Qué está en juego? Más allá del símbolo
La elección de un papa negro implicaría una revolución simbólica, pero también práctica:
– Geopolítica: África y Asia podrían exigir mayor representación en curias y sínodos.
– Finanzas: El 60% de los fondos del Vaticano provienen de Europa; ¿cómo reaccionarían donantes tradicionales a un pontífice crítico del neocolonialismo económico?
– Ecumenismo: Un papa africano podría acercar a la Iglesia a comunidades protestantes y anglicanas en crecimiento en el Sur Global, pero tensionar relaciones con ortodoxos y conservadores.
Como advierte la historiadora Martine Droulers: «El Vaticano no elige razas, elige proyectos. Un papa negro no sería el fin de la historia, sino el inicio de una nueva».
¿Un cónclave para el siglo XXI?
En 2023, África tiene 237 millones de católicos, frente a los 285 millones de Europa. Para 2050, se estima que Nigeria sola tendrá más católicos que Alemania. En este contexto, la pregunta no es si habrá un papa negro, sino cuándo y bajo qué proyecto.
Mientras los cardenales debaten en la Sixtina, el mundo observa: ¿Será la próxima fumata blanca un giro histórico o una pausa en la larga europeización del catolicismo?
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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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