«Javier Milei y Giorgia Meloni: Citas, motosierra y desamores en tiempos de crisis»

Italy's Prime Minister, Giorgia Meloni welcomes Argentina's President Javier Milei at Palazzo Chigi prior their meeting in Rome on December 13, 2024. (Photo by Andreas SOLARO / AFP)
Una de las ciudades más románticas del mundo fue testigo de un encuentro que, si no fuese real, podría pasar por un capítulo de Black Mirror
Nota: Alfonso Ossandón, Diario la Humanidad – Corresponsalía (Milano – Italia)
Giorgia Meloni, la recién separada líder italiana, recibe al autoproclamado anarco-capitalista Javier Milei, el hombre que predica la destrucción del Estado con la misma pasión con la que su ex organizaba orgías.
¿Coincidencia o necesidad? Quizás Meloni, todavía lidiando con los ecos de un escándalo sentimental, encontró en Milei un interlocutor ideal para olvidar las penas de amor: un hombre que no cree en los Estados, mucho menos en los matrimonios.
Porque si algo quedó claro en esta visita, es que Milei no vino a hablar de soluciones prácticas, sino a dejar claro que lo suyo es el show.
Su discurso fue una mezcla entre una clase de economía, un stand-up de humor negro y un karaoke libertario.
Subió al escenario armado con sus clásicos: el ataque visceral al keynesianismo, la denuncia del “estatismo cancerígeno” y su receta de dinamitar todo lo que huela a regulación.
Todo esto, claro, dicho con esa teatralidad que hace que hasta los aplausos suenen nerviosos.
De orgías políticas y motosierra ideológica
Mientras Meloni busca reestructurar su vida personal y mantener a flote su gobierno, Milei aparece con su motosierra metafórica, listo para cortar todo lo que se interponga entre él y su visión de un mundo gobernado por el mercado.
Para Milei, los problemas de Europa no tienen nada que ver con la desigualdad creciente o los conflictos geopolíticos, sino con la «sobrecarga estatal».
Según él, Meloni debería hacer lo que él promete en Argentina: privatizar, despedir burócratas y reducir todo a un sistema donde el Estado no sea más que una sombra.
Pero, si tomamos en serio su receta, Italia quedaría menos como un país y más como una zona de libre comercio con monumentos históricos.
¿Quién pagaría por mantener el Coliseo?
¿Qué mercado adoptaría las ruinas de Pompeya como modelo de negocio?
¿Y quién subsidiaría los trasplantes de corazón de los ancianos?
Para Milei, la respuesta es simple:
«No es problema mío».
Su teoría de la autosuficiencia individual suena convincente, siempre y cuando ignores que la mayoría de la humanidad no puede comprar una motosierra y empezar a talar obstáculos metafóricos en su camino.
¿Meloni, buscando consuelo o inspiración?
La líder italiana, probablemente agotada tras meses de lidiar con un partido en constante tensión y una reciente ruptura con su pareja, parece haber encontrado en Milei algo que escapa a la lógica de su cargo.
Tal vez lo ve como un espíritu libre, un hombre que no se ata a nada, ni a la realidad.
Después de todo, ¿qué mejor compañía en tiempos difíciles que alguien que promete dinamitarlo todo, incluso los problemas?
Por supuesto, no faltan los rumores de que esta visita tiene más de distracción que de diplomacia. Porque mientras Milei habla de acabar con la deuda y el papel moneda, Meloni enfrenta una crisis económica doméstica que no se resuelve con motosierra.
Los subsidios que Milei denunciaría como «esclavitud moderna» son, para Meloni, la única manera de mantener a los votantes relativamente tranquilos mientras Europa le exige miles de millones para armas y planes de recuperación.
El narco-capitalista y el drama italiano
La visita de Milei a Italia es, en el fondo, un espectáculo más que una cumbre política.
Su discurso no ofrece soluciones reales a los problemas de un continente atrapado entre la deuda, las armas y un mercado que nunca parece equilibrarse.
Pero lo que sí ofrece es un escape teatral: un hombre que habla de libertad mientras ignora la historia, que promete un futuro dorado mientras describe un presente en llamas.
Meloni, tal vez, entiende que Milei no tiene respuestas.
Pero en estos días, una dosis de caos y cinismo puede ser más fácil de manejar que las complejidades del amor… o de la política europea.
Entre la motosierra y las orgías, el romance ideológico entre ambos deja algo claro: Italia, como Europa, tiene problemas demasiado serios como para ser resueltos por personas que solo saben hablar de sí mismos.
Pero al menos, por un rato, dieron el espectáculo que ambos necesitaban.
Milei buscaba simplemente hacerse el italiano, ya se hizo el hebreo una vez en el muro de los lamentos, y quizás mañana se vuelva comunista chino, en una iluminada de sus canes parlantes que lo guían, y que ese es el camino final.
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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad
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Imagen tomada de: AFP
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