Honduras, otra vez en la mira imperial
¿Intervención militar o continuidad del golpe blando?

En los últimos días, una congresista de Estados Unidos volvió a poner a Honduras en la agenda geopolítica de Washington, solicitando abiertamente una intervención militar en el país centroamericano.
NOTA: Andrés Silva, Diario la Humanidad
Montevideo, Uruguay
Si bien la solicitud de intervenir militarmente en Honduras aún no ha tenido eco oficial, reabre un capítulo oscuro de la injerencia estadounidense en América Latina, donde los golpes de Estado, los intereses corporativos y las redes del poder político-económico de Washington confluyen para sofocar procesos soberanos.
Detrás del pedido, se enmascara una red de intereses que nunca desapareció del escenario hondureño, y que explican por qué Honduras ha sido históricamente una pieza estratégica para el imperialismo norteamericano.
Golpes de Estado y negocios: una vieja receta
El golpe de Estado de 2009 contra el presidente legítimo Manuel Zelaya fue una maniobra orquestada por sectores de poder local, con apoyo encubierto (y luego legitimado) por sectores de Washington. Uno de los aspectos menos visibilizados es que el presidente de facto que asumió tras el golpe, Roberto Micheletti, tenía vínculos directos con las empresas de transporte que operan para Dole y Chiquita, dos gigantes frutícolas con largo historial de intervenciones en Centroamérica.
Estas empresas no son nuevas en la historia de injerencia imperial. Dole y Chiquita son los herederos directos de la tristemente célebre United Fruit Company, compañía que no solo monopolizó tierras y economías locales en el siglo XX, sino que participó activamente en la desestabilización de gobiernos progresistas.
El caso más emblemático fue en 1954, cuando la United Fruit promovió el golpe de Estado contra el presidente guatemalteco Jacobo Árbenz, quien había impulsado una reforma agraria que afectaba sus intereses, principalmente el decreto 900 por el cual se expropió 603.704 hectáreas de tierras agrícolas que la United Fruit Company se había apropiado de forma ilegal.
El hermano del director de la United Fruit era alto funcionario de la CIA, lo que facilitó la intervención encubierta mediante la llamada “Operación PBSUCCESS”. El mismo guion, ajustado a los nuevos tiempos, se repitió en Honduras.
La banana como excusa, la soberanía como objetivo
En Honduras, tanto Dole como Chiquita no solo controlan extensas tierras cultivables, sino que dominan los principales nodos logísticos del país, puertos, transporte terrestre y frigoríficos. Las empresas de transporte vinculadas a estos conglomerados han financiado campañas políticas, y algunos de sus ejecutivos han ocupado cargos públicos en gobiernos posteriores al golpe de 2009.
La cercanía entre estas empresas y figuras políticas estadounidenses también es evidente. Varios congresistas y exfuncionarios del Departamento de Estado han trabajado como cabilderos o asesores de Dole y Chiquita, o bien han tenido participación en Think Tanks financiados por estas corporaciones.
Industria farmacéutica y control social
Otro sector con fuertes intereses en Honduras es la industria farmacéutica, especialmente aquellas compañías estadounidenses que venden medicamentos en toda Centroamérica. Estas multinacionales tienen acuerdos directos con laboratorios y redes de distribución locales, muchas de las cuales fueron financiadoras del golpe contra Zelaya, ante el temor de que el presidente impulsara reformas para garantizar acceso público y gratuito a los medicamentos.
Estos laboratorios operan como parte de un entramado mayor, dominan patentes, controlan precios y condicionan la política sanitaria de países como Honduras a través de acuerdos comerciales asimétricos. Su respaldo al golpe de 2009 no fue ideológico, sino corporativo, necesitaban asegurar un régimen que mantuviera las reglas del mercado a su favor.
¿Por qué una intervención militar ahora?
El actual gobierno de Xiomara Castro, electa democráticamente en 2021, ha intentado recuperar algo de la agenda soberana de su esposo, Manuel Zelaya. Esto ha desatado la ira de sectores conservadores de Estados Unidos, que no ven con buenos ojos el avance de procesos independientes en su «patio trasero».
De ahí el pedido de intervención militar por parte de una congresista republicana, que no actúa sola, representa los intereses de esos grupos económicos que no toleran gobiernos populares en la región.
Honduras como síntoma
Honduras es mucho más que un país pobre y violento como quieren mostrar os grandes medios, es un laboratorio de control imperial, donde se prueban golpes blandos, intervenciones económicas, y ahora, nuevamente, la amenaza de una acción militar directa. Como en 1954 con Árbenz, como en 2009 con Zelaya, lo que está en juego no es solo la democracia, sino que también el control de recursos, puertos, tierras y soberanía.
El Sur tiene memoria y Honduras, desde la resistencia, también.
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