El Fin de la Democracia Occidental: La Agonía de una Élite Financiera en Declive  

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El paradigma de la democracia occidental, defendido durante décadas como el modelo político y económico ideal, enfrenta su crisis más profunda.

Nota: Alfonso OssandónDiario la Humanidad – Corresponsalía (Milano – Italia)

Las élites financieras que controlaron los destinos de Occidente desde las sombras, en complicidad con actores clave como las monarquías del Golfo Pérsico, ahora enfrentan un colapso inminente. Sus mecanismos de poder, antaño sofisticados, han quedado expuestos, y su capacidad de maniobra parece reducirse a un desesperado recurso al caos.  

El colapso de la narrativa democrática

Durante años, Occidente promovió la democracia como el único camino hacia la libertad, mientras utilizaba esta bandera para justificar intervenciones, sanciones y guerras.

Sin embargo, la realidad subyacente era diferente: una élite financiera anglo-sionista que operaba en beneficio propio, respaldada por corporaciones transnacionales, sectores militares y las oligarquías petroleras del Golfo.  

Hoy, esa narrativa está rota. Escándalos recientes han dejado en evidencia las contradicciones inherentes a este sistema: la complicidad de la UE en validar regímenes autoritarios en Medio Oriente, el silencio frente al genocidio en Gaza y los intereses económicos detrás de conflictos como el de Ucrania. La supuesta lucha entre «democracia y autocracia» ha quedado desacreditada, revelando un sistema que prioriza el control de recursos y la protección de una élite sobre los derechos humanos y la justicia.  

La desesperación de las élites financieras

El ocaso de estas élites no es un accidente; es el resultado de una serie de fracasos estratégicos:  

1. Desdolarización progresiva:

   China, Rusia y otros actores del Sur Global han desafiado con éxito la hegemonía del dólar, debilitando el principal pilar del poder financiero occidental.  

2. Crisis internas en Occidente:

   – La polarización política en EE.UU., con acusaciones de corrupción dentro del Partido Demócrata.  

   – El debilitamiento de la Unión Europea, dividido entre intereses nacionales contradictorios y una creciente insatisfacción social.  

3. La exposición de dobles estándares:

   El reconocimiento de que los contribuyentes europeos financiaron operaciones encubiertas, como el asesinato de líderes extranjeros, y la explotación de conflictos para asegurar recursos energéticos en Gaza y el Líbano, ha erosionado aún más la legitimidad moral de estas élites.  

Ante este panorama, estas estructuras de poder han optado por una estrategia desesperada: sembrar el caos. La fragmentación de sistemas políticos, la manipulación de crisis sanitarias y económicas, y la intensificación de conflictos regionales son ahora herramientas para evitar su caída total.  

El caos como arma de supervivencia

Las élites no solo buscan mantener el control; aspiran a arrastrar al mundo al caos si esto asegura su supervivencia. Este patrón puede observarse en diversas áreas:  

1. Conflictos militares:

   La escalada de tensiones en Medio Oriente, la prolongación de la guerra en Ucrania y el respaldo a regímenes represivos en Siria y otros países son claros ejemplos de cómo se utiliza la violencia para desviar la atención y mantener intereses estratégicos.  

2. Manipulación económica:

   – Las crisis energéticas en Europa son instrumentalizadas para justificar aumentos en gastos militares y nuevas inversiones en armamento.  

   – Los mercados financieros, controlados por esta élite, se ajustan para proteger activos clave mientras el resto de la población enfrenta inflación y recesión.  

3. Control narrativo:

   – Los medios de comunicación continúan justificando acciones controvertidas bajo la excusa de «proteger la democracia».  

   – Las disidencias internas son criminalizadas, mientras se promueve una narrativa de miedo ante el ascenso de potencias rivales como China y Rusia.  

Un nuevo orden en gestación

Mientras Occidente se sumerge en el caos, potencias emergentes como China, Rusia y sus aliados en el Sur Global están configurando un nuevo orden multipolar. Este modelo desafía la centralidad de Occidente, promoviendo acuerdos bilaterales en monedas alternativas al dólar, bloques económicos como BRICS, y una narrativa que denuncia el colonialismo económico occidental.  

Sin embargo, este cambio no estará exento de conflictos. La transición de un sistema unipolar a uno multipolar será larga y, en muchos casos, violenta. Las élites occidentales, lejos de aceptar su declive, lucharán hasta el final para preservar su poder.  

El fin de la democracia como la conocemos

El modelo democrático occidental ha sido secuestrado por intereses financieros y geopolíticos que lo han convertido en una herramienta de control más que en un sistema genuino de representación. Con cada crisis revelada, se hace más evidente que este sistema no es sostenible.  

El futuro de Occidente dependerá de su capacidad para reinventarse, desmantelando estructuras corruptas y abrazando un modelo verdaderamente democrático, basado en la transparencia, la justicia social y la cooperación internacional. Sin embargo, mientras estas élites desesperadas sigan aferrándose al poder, el caos seguirá siendo la norma, y el mundo pagará el precio de su resistencia al cambio.  

La pregunta que queda es: ¿estamos preparados para enfrentar la tormenta y construir un nuevo futuro sobre las ruinas de este sistema en declive?

Mientras tanto en América Latina, la escuela del «wokismo» tipo Boric y sus ONG’s insisten adoptar el modelo europeo que muere de maravillas pareciendo democraticos, y el anarco capitalismo tipo Milei seguirá en su show para terminar irrelevante en el extremo diestro. Hambre, dolor, e irrelevancia para los tibios de la revolución, al parecer hacen falta Chávez, Fidel, y El Ché para estos tiempos de actores mediocres.

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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad

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Imagen tomada de: OTAN

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