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Cómo las Políticas Demócratas Llevaron a Europa al Suicidio Económico y Trump Solo Mostró la Verdad Oscura.

Nota: Alfonso OssandónDiario la Humanidad – Corresponsalía (Milano – Italia)

Europa, un continente que una vez fue el faro del progreso y el bienestar, hoy se encuentra al borde de un abismo económico y político, y no es por culpa de las políticas de Trump.

Al contrario, fue la ceguera estratégica y las decisiones económicas y diplomáticas impulsadas por los líderes demócratas de EE.UU. lo que precipitó este colapso silencioso. Trump, con su visión realista y directa, simplemente destapó la cruda realidad y desató lo inevitable: el tiro de gracia a un sistema europeo que se suicidó a sí mismo siguiendo la senda equivocada.

Durante años, Europa se dejó arrastrar por un conjunto de políticas progresistas implementadas por la administración de Barack Obama y continuadas por sus sucesores. Las sanciones impuestas a Rusia, como respuesta al conflicto en Ucrania, fueron un golpe devastador para la economía europea, que dependía de fuentes de energía baratas y abundantes. Sin embargo, los líderes demócratas optaron por alinearse con intereses geopolíticos globales sin considerar el impacto económico inmediato sobre el continente europeo. Europa, que ya enfrentaba una creciente dependencia de las importaciones de energía, vio cómo sus precios se disparaban, arrastrando consigo la inflación, la desaceleración económica y una crisis social cada vez más profunda.

En nombre de la moralidad progresista, los demócratas de EE.UU. pidieron a Europa que tomara medidas drásticas contra Rusia, sin ofrecer compensaciones reales o alternativas viables. Europa, en su deseo de mantener la alianza transatlántica, siguió ciegamente el camino impuesto por Washington, ignorando las advertencias internas sobre los costos económicos. Las sanciones a Rusia, lejos de debilitar a Moscú, fortalecieron su posición, mientras que los europeos sufrían la consecuencia de una economía estancada, una industria debilitada y un gasto gubernamental en aumento.

Pero el verdadero golpe vino con las políticas climáticas y la obsesión por la transición energética, promovidas por el ala progresista en EE.UU. Los acuerdos como el Green New Deal y las políticas medioambientales impulsadas por la administración Biden no solo fueron mal recibidas por los sectores productivos de Europa, sino que llevaron a un aumento vertiginoso en los costos de energía, especialmente tras el cierre de plantas de energía nuclear y carbón en nombre de una «economía verde». Europa, al intentar seguir el ejemplo de un Estados Unidos que no estaba dispuesto a hacer los sacrificios que le pedía a sus aliados, se encontró sin una estrategia energética sólida ni una industria resiliente. Las promesas de energías renovables no se materializaron de inmediato, y Europa se vio atrapada en una transición que la dejó vulnerable.

Mientras tanto, Trump, con su enfoque nacionalista y pragmático, no solo rechazaba las políticas progresistas, sino que advertía de sus consecuencias desastrosas. Su visión de «América First» no era solo un eslogan populista, sino una crítica al modelo globalista que sacrificaba los intereses nacionales en nombre de una moralidad universal y abstracta. Trump sabía que, al presionar a Europa hacia la autosuficiencia energética y hacerle frente a las imposiciones económicas de EE.UU., estaba obligando a los europeos a enfrentar la verdad: su modelo estaba quebrado, y las políticas demócratas solo lo aceleraban.

En lugar de seguir la narrativa progresista de que EE.UU. tenía que ser el líder moral del mundo, Trump mostró la cruda realidad de que Europa, al depender de las políticas demócratas, había estado caminando hacia un suicidio económico. La administración de Trump simplemente fue el espejo que mostró a Europa su debilidad y sus decisiones erradas. En lugar de buscar la confrontación con Rusia, Trump recomendaba una diplomacia realista, que permitiría a Europa mantener sus fuentes de energía y evitar la crisis que ahora enfrenta.

(Reuters)

Trump, lejos de ser el villano que algunos pretendían pintar, fue el que desenmascaró la «buena fe» de las políticas demócratas como un engaño costoso y suicida. El verdadero golpe de gracia llegó cuando Europa, que había confiado ciegamente en las promesas de bienestar globalista, se vio atrapada en su propia fragilidad económica, mientras Trump se retiraba del escenario mundial, dejando a Europa cara a cara con la devastación que los demócratas habían sembrado. La lección es clara: Europa no fue destruida por Trump, sino por sus propios aliados que, en nombre del progreso y la moralidad, desmantelaron las bases de su propio bienestar económico. Y ahora, Europa paga el precio de haber seguido ciegamente el camino dictado desde Washington.

La izquierda «woke» y la derecha europea se volvieron ambos «los cornudos» asumidos de la historia, los que se enteraron al final de su condición con respecto a EEUU , y hoy su supuesta unidad llena de reglas, llenas de burocracia, llenas de normas, solo los deja aterrados viendo como, sus territorios serán depredados por lobbys con piel de ovejas, sin dios ni ley. Triste final para un sueño , de lo cual pagarán caro los contribuyentes, frente a una clase política que se miran unos a otros diciendo «yo no fui», Pero el gas ya está expandido y es de muy mal olor, pese a que en la fiesta de máscaras están todos desnudos.

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Corresponsalía Milano / Alfonso Ossandón Antiquera / © Diario La Humanidad

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